*Laura*
Tras dos días en el hospital, por fin podía volver a casa
con mi bebé. No podía quejarme, me habían mimado muchísimo entre los chicos,
las chicas, mi padre y mis tíos que habían venido a verme, mi abuela que adoró
a su bisnieto tras el primer vistazo y mi rubio. No me había dejado ni un solo
segundo, siempre atento a nuestro hijo y a mí.
Al terminar de recoger todas las cosas de la habitación, me
giré hacia Dani que miraba embobado a nuestro bebé.
-Y yo que pensaba que sólo era por Sara que te quedabas
embelesado-reí.
-Sara me enamoró, además, la ayudamos a nacer, era obvio que
me sentiría ligado a ella-le dio un beso a nuestro pequeño en su cabecita y se
acercó a mí-. Pero tú acabas de enamorarme aún más. Es el mejor regalo que
podrías haberme hecho, pequeña, te amo.
-El regalo es mutuo, solo conmigo él no habría podido
crearse-le acaricié la espalda a Rubén-. Yo también te amo.
Me dio un beso en los labios, pero tuvimos que separarnos
cuando el pequeño se quejó. Reí, a partir de ese momento tendríamos poco tiempo
para mimarnos. Mi padre tocó en la puerta y le sonreí, Dani me pasó a nuestro
bebé y entre él y mi padre cogieron los regalos y mis cosas y las de Rubén.
Íbamos a subir al ascensor, pero me detuve de golpe y miré a Dani que me miraba
curioso.
-No puedo salir de aquí sin pasar a ver a los
chicos-murmuré.
-Sabía que lo dirías, por eso les avisé y están
esperándonos-me sonrió.
Abrí los ojos mucho por la sorpresa y le di un beso antes de
subir en el ascensor. Mi padre me miraba divertido, pero enseguida su mirada se
enterneció cuando su nieto giró la cara hacia él. Apenas abría los ojos aún y
estaba ansiosa por ver de qué color serían. Lo mecí un poco y bajamos en la
planta de traumatología. Apenas había gente por los pasillos por lo que nos fue
más fácil movernos hasta la habitación.
Dani tocó en la puerta y me la abrió para que entrara yo
primero. Le sonreí y me asomé antes de entrar por completo.
-¿Se puede?
Los cuatro nos miraron sorprendidos, pero enseguida Isa vino
a quitarme a Rubén de los brazos. Reí y dejé que lo achuchara, al fin y al cabo
yo había hecho lo mismo con su hija.
-¿Qué haces aquí?-Preguntó Blas mientras le abrazaba.
-No podía irme sin venir a veros-le sonreí y me acerqué a
Álvaro-. ¿Cómo seguís?
-Mucho mejor-me respondió el moreno-. Ya estoy deseando
poder volver a casa, echo de menos a mi hijo.
-Y yo al terremoto que es la mía-rió Blas-. Además, las
enfermeras ya no son tan simpáticas y esta cama no es nada cómoda.
-No para de quejarse en todo el día-se burló Isa-. Quejica.
-Calla y pásame a mi sobrino-estiró los brazos hacia ella,
mi amiga le sacó la lengua y le dejó a mi bebé-. Me recuerda tanto a Sara
cuando nació-sonrió y lo meció-. Clara tiene razón, es un angelito.
-Es perfecto, pero no podría haber sido de otro modo porque
quien lo ha traído al mundo es mi pequeña-Dani me abrazó y me dio un beso en la
cabeza.
-Desde que te has vuelto padre no paras de lanzar azúcar por
la boca, tío, me estás asustando-rió Álvaro.
-No se puede ser dulce con vosotros-se hizo el ofendido.
-Ven y dame un besito, cari, que yo sí te dejo ser dulce
conmigo-Blas le puso morritos y todos reímos.
Rubén se quejó y comenzó a llorar.
-Creo que se ha asustado-me acerqué para poder cogerlo-. Ya,
cariño.
-Adiós a mi turno-Álvaro puso un puchero-. En cuanto esté en
casa no pienso soltar a Pablo para nada.
-Nosotros tenemos que irnos ya-dijo Dani-. Mañana paso a
veros, petardos.
Me despedí de los cuatro con besos en las mejillas y salimos
al pasillo, donde mi padre nos esperaba. Volvimos a subir al ascensor y salimos
del hospital. Me monté detrás después de poner a Rubén en la sillita para el
coche y mi padre y Dani guardaban las cosas en el maletero.
El viaje hasta casa fue tranquilo, el bebé durmió durante
todo el camino y, al llegar a casa, nos encontramos una sorpresa. Mis tíos, mi
abuela y los padres y la hermana de Dani nos habían preparado una sorpresa.
Después de besos y abrazos, dejé a Noelia sentada en el sofá
con Rubén en brazos y fui a la cocina a por un vaso de agua.
-Raquel dice que ellos vendrán mañana, que querían dejarnos
privacidad con la familia-comentó Dani entrando detrás de mí-. Como si ellos no
fueran parte de nuestra familia.
-Esta chica es idiota-negué con la cabeza-. Por fin en casa.
-Y con nuestro pequeño-me abrazó-. No me canso de agradecerte
el regalo tan grande que me has dado, pequeña.
-Y yo vuelvo a repetirte que es parte tuya también-le
señalé-. Estoy deseando ver de qué color son sus ojos, pero no quiere dejarse
ver.
-Aún es pronto y quizá quiera esperar a estar con nosotros a
solas-me dio un beso en la frente-. Me encanta que quieran estar con nosotros,
pero creo que ya es hora de que nos dejen descansar.
-Un ratito más-le besé en la barbilla.
-¡Laura!
-¡Voy!
Le di un beso corto a Dani en los labios y fui hacia el
salón, para ver qué quería Noelia.
-¿Qué pasa?-me acerqué a mi cuñada.
-Tu primo me ha robado al bebé-señaló a Jesús con el ceño
fruncido.
No pude evitar reír, porque parecía una niña pequeña y mi
primo aún peor ya que le sacó la lengua. Me giré hacia Jesús y crucé los brazos.
-Eres un maleducado, llegas tarde y encima ni saludas-lo
acusé.
-He venido a ver a mi sobrino, a ti ya te tengo muy vista-se
encogió de hombros.
-Eres idiota-rodé los ojos-. Hola, Alejandra.
-Tú bebé es precioso-me abrazó y yo reí abrazándola de vuelta.
-Gracias.
-Noe, nos vamos-me giré a ver a mi suegra-. Estáis agotados
y querréis descansar.
-Un rato más no hace daño a nadie-le sonreí.
-Dani se está quedando dormido de pie-rió-. No te preocupes,
antes de irnos a Alcalá pasaremos por aquí.
-Gracias por todo-la abracé.
-Gracias a ti por nuestro nieto-el padre de Dani me abrazó-.
Y por cuidar de nuestro hijo.
Le sonreí sonrojada y me dejé abrazar por mi cuñada.
-Odio a tu primo-refunfuñó.
-Entonces puedes aliarte con Isa, ella tampoco le tiene
mucho aprecio-bromeé.
-¿Me dejarías estar en la próxima quedada de chicas?-Abrió
los ojos mucho.
-Noelia…-La riñó su madre.
-Puedes venir a pasar unos días mientras sigas de
vacaciones-le sonreí.
-De eso nada-intervino Dani-, me niego rotundamente.
-Por fa, Dani, puedo ayudar a Lau con Rubén y de paso pasar
un rato con las chicas y los bebés-puso pucheros-. Quiero conocer a Sara…
-Ya veremos-frunció el ceño.
-Yo lo convenzo-le guiñé un ojo y ella sonrió contenta.
Mis tíos también me abrazaron y se despidieron, mi abuela no
quería irse, pero estaba agotada y necesitaba descansar, mi padre los acompañó,
todos se quedaban en el mismo hotel y habían hecho muchas migas para alivio de
Dani y mío.
Después de cerrar la puerta, me di cuenta de que mi primo
seguía sentado en el sofá con mi hijo entre sus brazos y Alejandra a su lado
haciéndole mimos.
-No va a haber manera en la que consigamos que nos dé a
Rubén, ¿verdad?-Dani puso una mueca.
-Me temo que no-lo abracé-. Voy a la ducha antes de que pida
su segunda toma, ¿te haces cargo tú?
-Claro-me sonrió y me besó en la frente-. Vamos a ver,
parejita, si queréis achuchar a un bebé, ya es hora de que os pongáis a buscar
los vuestros propios.
Negué con la cabeza, aguantando las risas y fui a darme una
ducha de apenas cinco minutos, debía comenzar a aprender a ducharme rápido para
atender a mi bebé.
Al salir, ya no se escuchaba nada, me asomé al salón
cepillándome el pelo con los dedos y me lo encontré vacío, fui hasta mi
habitación y allí encontré a Dani cambiando a Rubén.
-Al final te has salido con la tuya-me eché en el marco de
la puerta.
-Qué va, se fueron avergonzados por el rumbo que tomó la
conversación-rió-. Mi pequeño está listo para su toma.
-Ven con mami, cariño-Dani esperó a que me acomodara en la
cama para darme al bebé-. ¿Qué rumbo tomó la conversación?
-Les dije que podían pedirnos consejo a Carlos, Álvaro o a
mí si querían un niño o a Blas si preferían una niña, que nosotros encantados
les damos los trucos-se burló-. Aunque creo que lo que peor puso a Jesús fue
cuando le recordé que se desmayó en el hospital en cuanto supo que estabas
lista para dar a luz.
-Ya no me acordaba-reí-. Debo recordárselo para reírme yo
también de él.
Reímos y, después de darle su toma a mi bebé, nos acostamos.
Caímos rendidos los dos, aunque nos despertamos a tiempo para las tomas del
pequeño.
A la mañana siguiente, después de desayunar y de darle el
primer baño a Rubén, Dani se fue hacia
el hospital para ver a los chicos, por lo que me quedé sola en casa. Estaba en
la cocina cuando escuché a mi bebé llorar.
-Voy, cariño-empecé a hablarle para que escuchara mi voz y
se tranquilizara.
Pero fui yo la que se tensó, me quedé estática en el quicio
de la puerta viendo hacia el interior de mi habitación.
-Vaya, parece que te has quedado muda-se burló meciendo a mi
hijo entre sus brazos.
-¿C-cómo has entrado?-Balbuceé dando un paso hacia dentro.
-No te acerques, puede que haga un mal movimiento y no
queremos que tu hermoso bebé caiga al suelo ¿verdad?-Apreté la mandíbula y me
quedé quieta muy a mi pesar-. Así me gusta. He entrado con la copia de la llave
que aún guardo, Dani es tan despistado.
-Se la robaste-jadeé.
-Él me la dio cuando estuve aquí con él, se le olvidó
pedírmela y yo no quise devolvérsela-sonrió de forma escalofriante-. Es tan
bello su bebé que quisiera llevármelo.
-No.
-Eres tú la que no debiste quedarte embarazada nunca, la que
debió quedarse en su estúpido pueblo y no salir nunca, Dani es mío-me señaló y
temí por mi bebé-. Yo debí casarme con él.
-Diana, por favor, deja al bebé-supliqué.
-¿Tienes miedo de que le haga algo a tu pequeño
engendro?-Rió-. Quizás se lo haga, es tan tierno que cualquier cosita le haría
mal.
-Por favor…
-Adoro tanto tus súplicas para que no maltrate a tu bebé-bajó
un poco a Rubén y yo di un paso estirando mis brazos-. Alto ahí, querida.
-¿Qué es lo que quieres?-Apreté los puños a mis costados.
Ella sonrió de lado y miró a mi pequeño, suspiré derrotada,
si no le daba lo que quería, al final le haría daño a Rubén y eso era lo último
que quería en el mundo.
-Está bien-llamé su atención-. Tú ganas.
-¿Tan fácil?-Me miró escéptica.
-¿No quieres a Dani?-Señalé.
-Pero él quiere a su bebé-meció a mi hijo.
-Pero el bebé es un estorbo para una pareja que va a
comenzar, los novios que están empezando necesitan estar tranquilos y tener
tiempo para ellos-hablé despacio, atrapando su atención.
-Sí, tienes razón-se acercó a mí y se inclinó, como si fuera
a contarme un secreto-. Por eso ayudé a Silvia a provocar el accidente que tuvieron
Álvaro y Blas.
Jadeé horrorizada y un nudo se instaló en mi garganta,
acababa de confesarme que era cómplice del supuesto accidente de los chicos.
Tragué saliva con dificultad y me enfoqué en Diana, no estaba bien, su mente
estaba enferma y me daba miedo de verdad.
-¿Tú me vas a ayudar?-La miré fijamente por varios segundos
y terminé asintiendo-. Entonces seremos amigas.
-Claro que sí, yo voy a ayudarte-abrí los ojos más de la
cuenta cuando me extendió a Rubén, lo tomé rápidamente y lo apreté contra mi
pecho, suspirando con alivio cuando Diana dio varios pasos hacia atrás.
Al escuchar la puerta, se irguió tensa y su mirada se volvió
escalofriante. Apreté a mi bebé aún más y corrí llamando a Dani.
-¿Qué pasa?-Preguntó alcanzándome al final del pasillo.
-Es Diana, está en la habitación y tenía al bebé-sollocé.
Solo le hizo falta un gesto para que David y Carlos fueran
con él, Raquel y Clara se quedaron conmigo, en la esquina contraria por si
acaso. Después de gritos, ruidos fuertes y maldiciones de todas clases, Diana
salió agarrada de los brazos por Dani y David.
-Dijiste que me ibas a ayudar-me acusó.
Me volví hacia Raquel y le pedí que sostuviera a Rubén antes
de acercarme un poco a ella.
-Y te voy a ayudar-me miró esperanzada-. Pienso ayudar a que
te encierren porque estás enferma, tú y Silvia vais a acabar muy mal por todo
lo que habéis hecho.
-La policía viene en camino-avisó Carlos guardando su
teléfono-. No van a tardar nada.
Y fue cierto, en menos de diez minutos, dos agentes llegaron
y esposaron a Diana antes de que la metieran en el coche, uno se quedó haciendo
guardia y el otro nos pidió que contáramos lo ocurrido. Por supuesto no me
callé la confesión que me había hecho la bruja un rato antes.
Luego nos quedamos los seis bastante callados, cada uno
asimilando a su manera lo que había ocurrido y yo deseé con todas mis fuerzas que
Silvia no apareciera pronto, al menos no para hacernos más daño.