lunes, 30 de diciembre de 2013

Capítulo 4: Break up

*Ainhoa*
-¡Álvaro, te están llamando!-grité desde la habitación.
-¡Voy!-llegó corriendo y cogió su móvil-Dime-se rascó la barba y salió de la habitación.
Un nudo se instaló en mi pecho, llevaba varios días en los que le llamaban muy a menudo y siempre se iba hacia otro lado para poder hablar.
Volvió a entrar en la habitación, se puso los zapatos y, antes de irse, se giró hacia mí.
-Vuelvo luego.
-¿No se te olvida nada?-pregunté viendo cómo salía sin darme un beso siquiera.
-Es verdad-se llevó las manos a los bolsillos y cogió las llaves de la cómoda-.Gracias.
Me dedicó una pequeña sonrisa y se fue. ¿Qué estaba pasando con él? Llevaba días así.
Me cambié los zapatos rápidamente, cogí mi móvil y las llaves y salí del apartamento dispuesta a seguirle.
Llegó a una cafetería y fue hasta el final, donde le esperaba una mujer, estuve atenta y descubrí que la mujer era ni más ni menos que Silvia. Negué con la cabeza dolida viendo como se daban dos besos y ella le abrazaba efusivamente. Mis ojos se fueron aguando al ver cómo hablaban tranquilamente y muy sonrientes. Suspiré y decidí irme, no hacía nada allí parada viéndoles desde la ventana. Mi móvil había estado sonando, lo cogí y vi que era del grupo de las chicas. Sin leer lo que habían dicho, les puse:
Ainhoa: Álvaro está con Silvia
Isa: ¿Qué?
Ainhoa: Está con ella en una cafetería
Raquel: ¿Dónde estás?
Ainhoa: En la calle, no sé ni adónde ir
Clara: Vente a mi casa, seguro que Sara te alegra
Ainhoa: No tengo ganas
Lau: Ainhoa haz caso, ve con la peque
Ainhoa: Bueno
Raquel: Yo también voy para allá
Isa: Ojalá estuviéramos nosotras allí también
Ainhoa: Chicas, no os preocupéis por mí, disfrutad de vuestra luna de miel
Dejé el móvil y fui a casa de Clara. Me recibió Carlos.
-Hola-me sonrió y me dio dos besos.
-Hola-le dediqué una pequeña sonrisa.
Entré y vi en el salón a Clara con la peque, quien me sonrió y extendió los brazos para que la cogiera.
-Hola bonita-le di un beso en la mejilla y me senté dejándola de pie sobre mis piernas.
El timbre volvió a sonar y Clara miró a su chico.
-¿Otra vez me toca abrir a mí?-preguntó enfurruñado.
-No pretenderás que yo me levante-hizo un ademán con los brazos-.Además, es más fácil que se levante uno a que se levanten dos-señaló su tripa.
-Eres una cara dura-se levantó, le dio un beso a Clara y fue hacia la puerta, donde habían tocado el timbre por segunda vez-.¡Voy!
-Buenas-dijo Raquel y entró.
Clara me dio un codazo y me señaló a Sara, la miré y vi que la pequeña tenía los ojos tapados con las manos. No pude evitarlo, así que solté una carcajada.
-¿Qué pasa?-preguntó Raquel.
-Nada, es que tu sobrina te quiere tanto que se esconde de ti-se burló Clara.
Raquel la miró mal y se cruzó de brazos mirando a la pequeña que le sonreía.
-Chicas, os dejo hablar tranquilas, pero cuidado con lo que hacéis ¿eh?-nos señaló Carlos.
Se despidió de nosotras, le dio un beso a su novia y se fue.
-¿Qué ha pasado?-preguntó Raquel mirándome atenta.
-Álvaro lleva días raro, le llaman por teléfono, se va para que no oiga, me dice que se va y que nos vemos luego, se despide de mí con una sonrisa porque ni siquiera me da un beso, sale por la puerta y hasta que vuelve no sé nada de él-cogí aire para poder seguir sin derrumbarme-.No me cuenta nada sobre adónde ha ido ni de con quién y me trata como si fuera una amiga o compañera de piso que duermen juntos en la misma habitación porque ni durmiendo me abraza.
-Vaya...-dijeron asombradas.
-Y eso no es nada, lo peor es vivirlo-bajé la cabeza hacia Sara que estaba jugando con un muñeco.
-¿Qué vas a hacer?-se atrevió a preguntar Clara después de un rato en silencio.
-No tengo ni idea, quiero a Álvaro como a nada, pero...-suspiré mientras se me aguaban los ojos-No puedo más. Se me hace muy cuesta arriba continuar hacia adelante, cargar con esto yo sola. Es un carro de dos y uno solo... Es difícil.
-Entonces...
-Lo voy a pensar, no quiero adelantarme a nada, pero le doy de plazo hasta que mi corazón aguante, cuando explote, me iré-dije segura aunque con todo el dolor del mundo.
-¿Lo dejarás?-me miró Raquel y yo asentí.
-Nosotras vamos a apoyarte con lo que decidas, aquí nos vas a tener para lo que sea y necesites-dijo Clara mientras me acariciaba el brazo.
-Gracias-les dediqué una pequeña sonrisa.
Estuve toda la tarde con las chicas y me fui a eso de las nueve. Decidí ir andando, así que rechacé totalmente la propuesta que Raquel me hizo de llevarme hasta casa.
Casa... Hogar se le llama al sitio que sientes como tuyo y que, normalmente, compartes con tu pareja o tus seres queridos. Yo ya no me sentía así.
Llegué en media hora ya que escogí el camino largo. Abrí con mi llave y escuché la tele puesta. Bueno, Álvaro ya estaba en casa al parecer.
-Hola-me sonrió en cuanto me vio.
-Hola-lo saludé mientras iba hacia la habitación.
Me quité los zapatos, me puse mis pantuflas, cogí mi pijama y una muda limpia y fui a la ducha. Al acabar, fui a la cocina, cogí un yogur de la nevera y me senté en el sofá a comérmelo.
-¿Solo vas a cenar eso?-yo asentí mirando hacia la tele-¿Por qué?
-No tengo hambre-me encogí de hombros.
Permanecimos en silencio viendo una película cada uno en un extremo del sofá, yo encogida sobre mí misma y él medio tumbado. No sé en qué momento fue, pero me quedé dormida en el sofá. Me desperté porque noté otra superficie más blanda que el sofá, miré a mi alrededor aturdida y vi la cara de Álvaro muy cerca de la mía.
-Sigue durmiendo, te he traído porque al final te has quedado dormida-me sonrió.
-Ah...
-Ahora vuelvo-me dio un beso en los labios.
¿Aquello había sido real? Me hice un ovillo y me puse de lado para seguir durmiendo, seguramente estaría soñando. Casi volvía a quedarme dormida cuando noté que el colchón se hundía a mi lado.
-Ainhoa-me llamó, pero preferí hacerme la dormida-.¿Estás dormida?-seguí sin contestar-Buenas noches, te quiero-me dio un beso en la mejilla y me abrazó.
Estaba segura de que aquello no era real, lo estaba soñando y, al despertar, Álvaro seguiría como días anteriores.
Me notaba pesada, agobiada y quise destaparme, pero recordé que no me tapaba porque era verano. Abrí los ojos y me topé con la oscuridad, el reloj dijital marcaba las cuatro de la mañana y a mí me pesaban tanto los párpados por el sueño como el cuerpo por quien se encontraba encima de mí: Álvaro. Intenté moverme, pero fue en vano, me tenía atrapada contra el colchón.
Volví la cara hacia él y le hablé:
-Álvaro-comencé susurrando, pero como no contestaba, alcé un poco la voz-.Álvaro, cariño, me aplastas.
Añadí un movimiento de brazos y piernas y conseguí que se moviera, aunque soltó un gruñido y algo más que no logré entender. Suspiré poniéndome boca arriba y, antes de poder volver a cerrar los ojos, ya tenía a Álvaro sobre mí de nuevo. Aunque esa vez fue más delicado y solo apoyó su cabeza en mi pecho y su mano sobre mi tripa. Sonreí sin poder evitarlo y deseé que fuera una señal de que todo se iba a arreglar entre nosotros. Le acaricié el pelo, le di un beso y me quedé dormida.
-Vamos, dormilona-escuché que me susurraban, pero no me apetecía despertar-.Ainhoa-canturrearon en mi oído-.Vamos, cariño, despierta.
Me hice un ovillo abrazándome a un cuerpo, a su cuerpo, y lo sentí reírse levemente.
-Perezosa, arriba-me acarició la mejilla.
Comenzó a darme besos en la frente, las mejillas, la nariz, la barbilla y por último los labios. Al separarse de mí, abrí los ojos y me topé con los suyos, que sonreían al igual que sus labios.
-Ya era hora-rió acariciándome de nuevo la mejilla-.Buenos días, perezosa.
-Buenos días, marmota-le devolví la sonrisa-.Anoche casi me muero aplastada.
-¿Y eso?-me miró extrañado.
-Mi novio, que no tuvo nada más que hacer que quedarse dormido sobre mí echando todo su peso-expliqué tranquilamente.
-Es que hasta en sueños te busco-sonrió-, porque no quiero perderte-me susurró sobre los labios.
-No vas a perderme siempre y cuando quieras estar conmigo y no me dejes-le acaricié la mejilla.
-Eso no pasará, te quiero-puso su frente sobre la mía.
-Yo también te quiero-le sonreí y me besó.
Comenzamos con besos suaves, pero poco a poco fueron aumentando de nivel. Álvaro se colocó encima de mí y yo comencé a acariciarle la espalda cuando... Sonó su móvil.
-¿Es importante?-pregunté entre besos.
-No sé-contestó de la misma forma.
-Entonces no lo cojas-lo abracé más contra mí.
-No pensaba hacerlo-sonrió pícaro y me mordió el cuello.
-¡Álvaro!-grité con los ojos abiertos.
Mi chico rió y volvió a besarme, pero su móvil parecía sin ganas de parar de sonar. Suspirando, nos separamos y Álvaro cogió el móvil.
-¿Sí?-se pasó la mano libre por la cara-Voy, en quince minutos estoy allí-colgó.
-¿Te vas?-pregunté viendo cómo se vestía.
-Sí, llegaré dentro de una hora o así-salió corriendo hacia el baño-.Adiós.
Portazo. Bien, había sido como si fuera por el desierto y encontrara un oasis, pero que terminó siendo un espejismo, porque el agua me sabía a tierra. Álvaro estaba anteponiendo esas llamadas a mí.
Un móvil sonó, pero no era el mío, sino el de Álvaro, que se lo había dejado sobre la mesita de noche. Sin titubear lo desbloqueé y vi que era un mensaje de los chicos, pero debajo había una conversación con Silvia... La abrí sin pensármelo dos veces y subí para ver completa la conversación del día anterior:
Silvia: ¡Buenos días! :D
Álvaro: Holaa
Silvia: ¿Qué tal?
Álvaro: Bien ¿y tú?
Silvia: Extrañándote
Álvaro: Silvia, pensaba que te había quedado claro que estoy con Ainhoa
Silvia: Puedes estar tranquilo, te quiero para bien y no voy a meterme entre vosotros, solo quería que supieras lo que siento
Álvaro: ¿Lo que sientes?
Silvia: Te quiero
Álvaro: No es verdad
Silvia: Claro que sí, te quiero, me di cuenta cuando te perdí. Es verdad eso de que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes
Álvaro: En este momento solo puedo ofrecerte mi amistad
Silvia: Algo es algo y menos es nada :)
Álvaro: :)
Silvia: ¿Podemos quedar esta tarde?
Álvaro: Sí, claro
Silvia: Bien, yo te llamo
Los siguientes mensajes eran de más tarde, un rato antes de que yo llegara a casa.
Álvaro: Ya he llegado, ¿contenta? Jajaja
Silvia: Mucho, me preocupo por ti, es algo que no puedo evitar
Álvaro: Gracias
Silvia: Gracias a ti por ayudarme, eres un sol. Te quiero
Álvaro: No se dan
Silvia: ¿Te lo has pasado bien?
Álvaro: Bastante jeje
Silvia: Me alegro
Álvaro: Te dejo, Ainhoa acaba de llegar y quiero pasar tiempo con ella
Silvia: ¿Cómo vais?
Álvaro: Bueno, lleva días rara, quizás le pase algo
Silvia: Lo más seguro es que esté en sus días, déjale espacio, es lo que más necesita
Álvaro: ¿Tú crees?
Silvia: Estoy segurísima
Álvaro: Gracias
Silvia: Por nada
Álvaro: Te voy a dejar, mañana hablamos
Silvia: Sí, hasta mañana guapo. Te quiero.
Álvaro: Adiós
Hasta ahí llegaba la conversación. Mi móvil sonó, lo desbloqueé y descubrí un SMS de un número desconocido, lo abrí, contenía una foto de Álvaro y Silvia abrazados mientras él le daba un beso en la mejilla y ella sonreía abiertamente. Bueno, hasta ahí llegó mi corazón.
No me lo pensé, cogí mi maleta del altillo del armario y metí mi ropa y mis cosas, todo lo que veía alrededor y supiera que era mío. Me vestí, peiné y volví a la habitación para coger mi bolso, mi móvil y pensar. Solté la maleta un momento, cogí una hoja y un boli y le escribí una carta a Álvaro, la dejé sobre la cama junto a su móvil, las llaves y el anillo que me había regalado. Volví a coger mi maleta y salí de la casa. Mientras bajaba en el ascensor, me mandé un mensaje a Raquel.
Ainhoa: ¿Podemos vernos en tu piso de soltera?
Raquel: ¿Qué ha pasado?
Ainhoa: No aguanto un minuto más en esta farsa, luego te cuento
Guardé el móvil, me sequé las lágrimas con rabia y salí del edificio. Me monté en mi coche y conduje hasta casi la otra punta de la ciudad, donde se encontraba el piso de Raquel en el que había vivido hasta que cierta persona me pidió irme a vivir con él. Raquel me esperaba junto al portal en la calle. Aparqué, saqué mi maleta, cerré el coche y me acerqué a mi amiga. No dijo nada hasta que estuvimos en el apartamento.
-¿Quieres hablarlo?-preguntó cautelosa.
-Se acabó todo, Raquel, hasta aquí ha llegado mi corazón-respondí y comencé a sollozar.
-Ven, cuéntamelo todo-nos sentamos en el sofá.
Estuvimos hablando hasta que se tuvo que ir, entonces fue cuando me quedé sola. El piso se me hacía demasiado grande y vacío, pero más vacío estaba el hueco en el que iba mi corazón, ya que se había hecho pedazos irreparablemente.
Decidí darme una ducha y ponerme películas hasta que no diera más. Pasé el día completo en el sofá, en la misma posición, pero sin recibir un solo mensaje de él.


*Álvaro*
Volví a casa antes de lo que le había dicho a Ainhoa, ya que se me había olvidado el móvil. Silvia me había asustado, estaba pasando por un mal momento y yo le estaba dando todo mi apoyo como amigo. Era difícil su situación, estaba embarazada y el padre la estaba amenazando para que abortara porque no quería saber nada sobre el bebé. Nos lo había contado a los chicos y a mí, pero era yo quien más la apoyaba. El resto no se fiaba aun demasiado de ella, pero necesitaba apoyo y no vi nada de malo el dárselo.
-¡Ainhoa!-la llamé, pero no contestó.
Fui a la cocina, el baño y, por último a la habitación, pero no la encontré. Mi móvil estaba sobre la cama aun deshecha junto a unas llaves, me acerqué y descubrí un anillo que me sonaba bastante y una hoja doblada por la mitad. La desdoblé y comencé a leerla:
Te dejo las llaves y el anillo que me regalaste junto a tu móvil, me he llevado lo que he podido, quizás vuelva a recoger lo que me falta.
Para que entiendas un poco lo que pasa, te diré que he leído una conversación tuya con Silvia de ayer, sí, desde tu móvil. Llámame cotilla, controladora, celosa... Lo que quieras, pero necesitaba hacerlo.
Prometí permanecer a tu lado hasta que mi corazón explotara y, con esa conversación y una foto que me han mandado, mi corazón se ha desintegrado. Espero que te vaya todo muy bien. Adiós.
Ainhoa
Me caí sentado en la cama. Se había ido, Ainhoa se había ido...
Me llegó un mensaje de Dani y Blas diciendo que ya habían llegado, no contesté y tampoco fui, no me apetecía. Solo quería desaparecer.
Dos meses después, no la había visto, nos evitábamos y yo le pedí a los chicos que no quedaran conmigo si ella iba a ir. Eran dos meses sin vernos ni hablarnos, pero dolía bastante. Silvia decía que se le pasaría, después que si era para mí, volvería por sí sola y yo pensaba que derrumbaba día a día.
Los chicos quedaron en casa de Blas para comer un día que suspendieron el ensayo, así que decidí ir. Al llegar, ya estaban todos allí, chicas incluidas, pensaba que sería quedada de chicos. Evité decir nada y me senté  la mesa cuando nos avisaron. Ainhoa se sentó en el otro extremo y no me miró para nada, así que traté de hacer lo mismo, pero no pude, me dolía su indiferencia. ¿Acaso ella ya no sentía nada por mí?
Hicieron que David le explicara cómo se hacían y nacían los bebés, las chicas se conmovieron y yo aluciné, David se lo había currado con la explicación. La peque empezó a decir que quería primitos y, cuando nos nombró a Ainhoa y a mí, ella se levantó corriendo y entró a la cocina seguida de las chicas. ¿No le habían dicho a Sara que ya no estábamos juntos? Miré a mis cuatro amigos, pero ninguno fue capaz de decirme nada.
Suspiré y miré a la cocina, una vez, antes de la boda de los chicos, Ainhoa y yo habíamos hablado sobre la posibilidad de tener hijos. Ambos estábamos de acuerdo en formar una familia y ser felices, pero, al parecer, no iba a ser posible a menos que se me ocurriera algo para hacer que Ainhoa volviera conmigo... Tenía que consultarlo y tenía a la persona ideal, bueno, a las personas ideales. Saqué mi móvil y abrí WhatsApp.
Álvaro: Os voy a pedir algo, pero como salga de aquí, os mato
Blas me miró interrogante al leer el mensaje y, antes de que pudiera responderme, las chicas aparecieron. Dani me sonrió disimuladamente, David me dio un apretón en el brazo bajo la mesa, Blas me miró y Carlos asintió. Bien, ya tenía a mis cómplices, ahora me hacía falta el plan ideal.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Capítulo 3: El restaurante mágico.

*Isa*
Laura estaba bastante mal, llevaba semanas con pesadillas y no era la única, incluso mi princesa las estaba teniendo, algo estaba a punto de pasar y todos lo notábamos, no quise decirle nada para no asustarla.

Sara estaba más revoltosa que nunca desde que Blas y yo volvimos del viaje de novios, mis amigos la habían malcriado mucho, decían que se comportaba así porque nos había echado mucho de menos pero está más que claro que le concedían todos los caprichos que pedía.
Era temprano, como las seis de la mañana, estaba en la cama de mi habitación abrazada a Blas que dormía a pierna suelta, cuando escuché un llanto.
Abrí los ojos y miré a mi marido, dormía, me levanté sigilosamente y me dirigí a la habitación de Sara, estaba llorando sin consuelo.
-Princesita, ¿qué pasa, cariño?
La cogí en brazos y la acuné, la pequeña me pasó sus manitas por la nuca y se calmó un poco.
-Mami, no quero que ella les haga pupa.
-Nadie va a hacerle daño a nadie, cielo.
-Ella chi, es mala.
Puso un puchero y yo la abracé.
-Papá y yo vamos a protegerte para que no te haga nada ¿vale?
Sara asintió y dejó de llorar, entonces, después de un rato acunándola se quedó dormida. La solté en su cunita y me volví a mi habitación.
Blas me oyó y abrió los ojos.
-¿Otra vez tiene pesadillas?
-Sí, pero tranquilo, ya se ha dormido.
Blas me abrazó, me tiró sobre él y me besó.
-Pareces agotada.
-No tanto.- Dije acariciando su mejilla con una mano y con la otra apoyándome bien en el colchó para no caerme.
-Oh, no deberías haber dicho eso.- Blas sonrió pícaramente y me volvió a besar, nos giramos y se colocó sobre mí, comenzó a besarme más lentamente y entonces se separó un momento.- Te quiero.
-Y yo a ti.
Le abracé contra mí y le besé.
Eran las nueve cuando volví a despertarme. Blas estaba debajo de mí, con una de sus manos me acariciaba la espalda y me miraba sonriente.
-Buenos días.- Me dio un beso.
-Buenos son si estás conmigo.
Blas sonrió y después oímos a Sara llamarnos. Mi marido se levantó a por nuestra peque y en un momento aparecieron los dos en la habitación.
-Hola mami.- Me saludó mi princesa.
-Buenos días preciosa, ¿qué tal has dormido?
-Así así, abes que he tenio una esadilla.
-Mi pobre princesita.- Blas le dio un beso en la mejilla y nos tendimos los tres en la cama.
 Chiqui apareció en nuestra habitación y saltó en la cama, nos estaba avisando de que él también quería mimitos.
-Oh, mi Chiqui también quiere ¿verdad?.- Le dije al perro y este me contestó.
-Iqui, en.- Sara llamó al perro y a este le faltó tiempo para acudir.
-Chiqui, baja.- Dijo Blas.
-No papi, Iqui arriba.- Se queja la pequeña.
-Princesa, Chiqui es un perro grande, es mejor que se quede abajo-le dije viendo que Blas no podía llevarle la contraria a nuestra peque
-Ero yo quero con él-puso un puchero.
-Hay, ¿Qué vamos a hacer contigo?- la abracé y le di un beso en la mejilla, era tan mona y tan dulce que no podía enfadarme con ella por más que quisiera.
-¡ienn!.- Dijo muy contenta mientras Chiqui le daba un lametón en la mejilla y Blas le apartaba deprisa.
-Chicas, no es que no esté disfrutando como un enano de esto,- me miró y le dediqué una mala mirada- no me mires mal cariño, sabes que te adoro, pero es la hora de desayunar y tengo hambre.- Se llevó las manos al estómago- Y además tengo que pasear a Chiqui y todo me tiene que dar tiempo antes de irme al ensayo.
-Tú tranquilo, ve a pasear al perro y yo hago el desayuno.- Le dije en tono tranquilizador y le di un beso.
Blas se levantó y se puso un chándal para salir a correr con el perro, desde hacía una semana le había dado por hacerlo, decía que así aprovechaba y no salía sólo.
Nos dejó a Sara y a mi solas en la cama.
-Mami... ¿amos a esayunar?- Me abrió mucho los ojitos.
-Claro, cariño, pero después sabes que toca baño, ¿verdad?
Eso parece que no le gustó tanto, se llevó las manos a la cabeza.
-No mami, hoy no... ya me añé ayer....
-Pero hay que bañarse todos los días tesoro.
-¿or que?
-Porque hay que estar limpita y guapa.
-Yo ya oy apa.
-Ya lo se, pero hay que oler bien.
-Ah...Jo.
Solté una pequeña carcajada y la cogí en brazos, después bajamos a la cocina y la senté en la sillita porta-bebés.
-Mami.
-Dime.
-¿Or qué anina y anino no enen un bebé?
-Pues no lo sé, aún son jóvenes.
-Ah.. ¿y tú y papi no?
-Sí, pero nosotros...- Me quedé un poco cortada, era verdad que había sido un error, pero era el mejor error de mi vida.- Nosotros no podíamos esperar, queríamos tenerte ya.
-¿Chi? 
-Sí.- Me acerqué a ella y le di un beso en la frente.- Eres la niña más bonita del mundo.
-Asias mami.
Sonreí y volví a la encimera a seguir cocinando el desayuno.
-Mami.- Me giré para mirarla mejor.- ¿Omo me pediseis papi y tu?
Abrí mucho los ojos, ¿me acaba de preguntar eso?
-Em... Verás... Pues nosotros fuimos un día a...
Entonces escuchamos como Blas entraba en la casa y Chiqui irrumpía en la cocina. Salvada por mi marido Uff.
-No me has ontestado mami.
Blas me dio un beso y después besó la mejilla de la peque.
-¿Contestar a qué?- preguntó extrañado.
-A omo llegué a la arriguita de mami.
Blas me miró con los ojos como platos y yo suspiré divertida.
-Que conteste papá, yo estoy preparando el desayuno.- Me giré solté una pequeña carcajada.
-Em.. pues.. Verás cariño...- Blas no sabía que decir.- Con la semillita de la cigüeña.
-No papi, no, eso es entira, tito David me ijo que los bebes egaban a la arriguitas de las mamis de otra orma y que me lo eníais que ecir tú y mami.
-Tu tío David es muy listo me parece a mí...
No aguanté más y me puse a reír sin parar.
-Vamos a desayunar y deja que tu padre piense como explicártelo.
Los tres nos sentamos a desayunar, al acabar Blas se fue deprisa a la ducha para esquivar la pregunta de nuestra pequeña. Sara y yo nos miramos y sonreímos.

*Blas*
Salí de la ducha y mi mujer y mi pequeña entraron a ducharse ellas, mi móvil comenzó a sonar.
-¿Diga?.
-Se cancela el ensayo de hoy.- Dijo Carlos al otro lado del teléfono.
-¿Y eso?
-Ah, pues nada, ya sabes, resfriados por aquí, resfriados por allá y que Magí tiene un compromiso.
-Valla, día libre.- Sonreí inconscientemente.
-Bueno, luego te veo, que voy a acompañar a Clara a tu casa, las chicas tienen reunión.
-Ah, es verdad.... ¿Por qué no quedamos nosotros también?
-No se tío, ya sabes que va a estar Ainhoa y Álvaro no ha superado para nada lo que pasó.
-Lo se, pero tienen que aguantarse, nosotros somos sus amigos y ellas sus amigas, así que que se acostumbren a la idea de verse.
Los dos colgamos y abrí el grupo de whatsApp con los chicos.
Blas: Eiii! os apetece veniros a mi casa luego? 
David: Por mi bien, ya tocaba descanso, estamos que no paramos ultimamente... Vv
Carlos: Pues a descansar se ha dicho! ^^
Dani: A que hora?
Blas: Pues... Venid un rato antes de comer y hacemos almuerzo.
Álvaro: Por mi bien.
Blas: Bueno, adiós!
Dejé el grupo de whatsApp y fui a la cocina, las chicas se iban a quedar a comer con Isa, de vez en cuando lo hacían cuando no tenían universidad, se turnaban las casas. En la nevera no había suficiente para diez personas y media... Tenía que salir a comprar y mejor sería avisar a Isa.
Oí a mis chicas salir de la ducha entre risas.
-¡Peque!- la llamé.
-¿Qué pasa?
Subí las escaleras deprisa y me las encontré ya arregladas.
-Los chicos vienen a comer, el ensayo se ha cancelado.
-¿En serio?.- Sonrió abiertamente.- ¿Cómo es que ellos también vienen?
-Pues los Dani, David y Carlos seguramente porque no se quieran separar de sus chicas, créeme, yo tampoco querría, y Álvaro creo que ignora que Ainhoa va a venir.
-Cuidado con esos dos, ¿quieres? no tuvieron un buen final y no me gustaría que ahora se armara.
-Tranquila.
Mis chicas y yo fuimos a comprar, Sara siguió preguntándonos y nosotros dándole rodeos para hacer otro tipo de respuestas, ojalá olvidase esa pregunta, pero había salido a su madre, era muy curiosa y no se cansaba.
Al llegar a casa pidió que la dejásemos en el suelo y salió disparada gateando hacia una esquina del salón.
Chiqui se fue con ella.
-Bueno, a cocinar.
-¿Y Sara?
-No va a pasarle nada, y si le pasa algo llorará.
Mi mujer estaba muy tranquila, pero no me fiaba ni un pelo de dejarla sola en el salón, y si se le caía algo encima... o y si le daba por subir las escaleras y se caía... Teníamos que comprar algo para la escalera.
Isa y yo acabamos de cocinar y preparamos la mesa del comedor, entonces Isa me miró y señaló con el dedo al fondo del salón.
-Mira.
Los dos nos acercamos, habían pequeñas manchas azules por el suelo, era pintura.
Entonces Isa y yo seguimos las manchas de pintura y vimos a nuestro pobre perro pintado de rosa y verde... Miramos hacia la pared y vimos unas pequeñas huellecitas de niña. Sara estaba pintando en la pared.
-Ha ido él.- Señaló al perro.- No pude evitarlo y me medio reí, Isa me pegó un codazo.
-Sara, sabes que eso está mal.- Dijo Isa severa.
-Chi mami, o sento...- Agachó la cabeza.
¿De donde habría sacado la pintura?
Isa cogió a la niña y me mandó a mí limpiar la pared y el suelo mientras ella lavaba las manos de la pequeña y al pobre perro.
La puerta sonó y yo abrí, eran Dani y Lau, al ver la que había montada se echaron a reír y preguntaron, al ver a Chiqui Dani soltó una carcajada y chocó la mano de Sara.
-Así se hace.- Le dijo.
-No la malcríes.- Isa le dio un golpe en el brazo a Dani.
Al cabo de un rato todos estaban ya en casa, Álvaro y Ainhoa se habían sentado en extremos opuestos de la mesa y ni se miraban.
Entonces Sara alzó la voz.
-¡Ero yo quero aberlo!
-¿Qué quiere saber?.- Preguntó David.
-Lo que tú le has metido en la cabeza.- Le dije.
-¿Qué quieres saber?.- Le preguntó Carlos.
-Omo egan los bebes a las arriguitas de las mamis.
Los chicos se quedaron con los ojos muy abiertos y nosotros nos echamos a reír.
-Que te respondan tus tíos y tu padrino, ya que tienen tanto interés y que Carlos va a ser papá.- Dijo Isa y yo le choqué los cinco.
-Eres mala.- Dijo David.
-Se llama venganza.- Dije yo.
-Engaaa- insistió la peque.
-Eso, venga.- Dijo Clara y el resto les prestamos mucha atención a los cuatro.
-Pues....- Carlos se rascó la cabeza nervioso-. Mami y papi le escriben una carta a la cigüeña...
Sara comienza a negar con la cabeza con los ojos llorosos.
-¡Mentira!.- grita mi peque
-Sara no cree en la cigüeña, gracias al tito David.- Dije yo.
Todos se giran a David acusadoramente.
-Pues los papis se van a Francia y compran una pastillita, se la toma la mamá y el bebé va creciendo y creciendo.- Dijo Dani y Sara se quedó pensativa.
-Umm.. ¿Y omo sale el bebé de la arriguita?
-Pues por el ombligo.- Dijo Álvaro.
-No no, tito David dice que no.
Todos le miran acusadoramente de nuevo y las chicas y yo no paramos de reír.
-Pues ahora se lo vas a explicar tú por listo.- Le dijo Carlos.
-Tito David... esplica.
-Pues... ¿Y si te lo explican tus titas?
-A nosotras nos dejas tranquilas, que no estamos aquí para solucionarte nada.- Le dijo Raquel y el resto se echó a reír.
-¡Tito!
-A ver... Pues primero, cuando una mamá y un papá se quieren mucho, van a comer a un restaurante muy especial, en ese restaurante los papá miran en una carta y eligen que quieren tener hijos porque se quieren mucho mucho.
-¿Omo mis papis?.- Le di la mamo a Isa por debajo de la mesa y le susurré te quiero. Ella sonrió y apoyó su cabeza en mi hombro.
-Sí, y como Clara y Carlos, o comotu tita y yo o como Lau y Dani... O como...
-Ah... onces... ¿la astillita es mentira?
-Sí.
Dani le da una patada por debajo de la mesa y David ahoga un grito.
-Cuéntame tito.
-Verás, en ese restaurante es muy importante que los papás estén seguros y no cometan errores.- Nos dirigió una mirada acusadora.- Pero si se cometen no pasa nada, y cuando les dan la comida especial los papás tienen que darse un beso. Cuando pasan nueve meses el bebé ya es grande y no te voy a mentir, a la mamá le duele mucho tener los bebés, tienen que ir al médico y ellos les dan una medicina y entonces nadie sabe cómo porque con esa medicina las mamás se duermen.
-Quero er médico.
-Pues a estudiar.
-Odavía no tito.- La peque comenzó a reír.
-Pero los bebés solo se pueden tener cuando sus papás se quieren.
Todos estábamos conmovidos.
-¿Por qué no se lo explicaste así desde el principio?.-Dijo Isa y después le pegó una colleja.
-Mami, ¿uando vais a ir al estaurante agico otra es?
Isa y yo nos miramos y entonces los demás nos miraron interrogantes.
-Todavía queda mucho para eso.- Dije yo.
-¿Y osotros mamina?
-Pues no se.- Dijo ella sonriente.
-Tita Ainhoa.- La llamó.- Tito Álvaro y tú ¿ais a ir?
Ainhoa y Álvaro se miraron, le habíamos explicado a la peque muchas veces que no estaban juntos ya, pero no lo entendía, o no quería entenderlo, entonces Ainhoa se levantó y se fue corriendo a la cocina, estaba llorando, las chicas se fueron con ella.
Álvaro nos miraba interrogantes, pero no sabíamos que decirle.




sábado, 14 de diciembre de 2013

Capítulo 2: Miedos

*Laura*
Dos meses habían pasado desde que volvimos de nuestro viaje de novios, tiempo que los chicos habían aprovechado para terminar con la gira de verano, ahora tendrían un descanso para después volver manos a la obra con la gira. Durante ese tiempo, pasé más por la casa de Isa para estar con la peque que ya era todo un bichito. Lo gateaba todo e Isa tenía que quitar las cosas del medio para que Sara no tirara o cogiera nada y a Chiqui lo tenía malo, siempre se iba hacia él y se tiraba sobre el pobre perro que nunca le hacía nada y andaba detrás de ella por si le pasaba algo. Los chicos decían que era como su segundo padre ya que, Blas, también la sobreprotegía mucho. Pero era normal, su primera y única hija. Pienso que a mi hijo también lo cuidaría así y los chicos también, pero aun no lo saben...

Aquel día, me levanté con dolor de cabeza debido a un mal sueño, llevaba teniéndolos desde hacía unos días y solo se lo conté a Isa, no quería preocupar a nadie, cada una tenía bastante con lo suyo y mi amiga me descubrió por sí misma, así que me tocó contárselo. Desayuné, me di una ducha para apartar los fantasmas de mi mente, me vestí, cogí mi bolso y fui a hacer las compras, que falta hacía. Ese día por la tarde llegaría Dani y quería hacerle algo especial.
Una vez en casa y con toda la compra guardada, me preparé la comida, recogí la cocina después de comer y ordené la habitación. A eso de las cinco, me arreglé un poco, cogí mi bolso y fui a casa de Isa.
-Buenas-dije en cuanto me abrió.
-Hola-me dijo alegre.
-¡Anina!-exclamó la pequeña echándome los brazos.
-Hola princesa-le di un beso en la mejilla después de haberla cogido.
-Me la tienes malcriada-dijo mi amiga divertida.
-Es mi deber como madrina-reí.
Nos sentamos en el sofá, puse a Sara entre nosotras y comencé a jugar con ella.
-¿Qué tal?-preguntó Isa.
-Bien-le sonreí.
-Me refiero a tus sueños-dijo.
-Bien-mentí.
-Has vuelto a soñarlo-afirmó.
-Esta vez no era lo mismo-confesé cabizbaja.
-¿Qué era?-preguntó preocupada.
-No lo recuerdo bien, pero estaba relacionado con los anteriores-suspiré.
-Deberías hablarlo con Dani-me dijo.
-Me da miedo, no sé, no me atrevo a contárselo...
-Lau, si yo me he dado cuenta, él también lo hará. Tarde o temprano, pero se terminará enterando y pienso que es mejor que lo haga por ti-cogió mis manos entre las suyas.
-Te prometo que voy a intentarlo-medio sonreí.
-Menos es nada-suspiró.
Mi móvil empezó a sonar, lo saqué del bolso y vi que era Dani.
Dani: Ya hemos salido de la reunión, en nada estoy en casa :)
Busqué su número en la agenda y le llamé, quise escuchar su voz.
-Hola amor-dije contenta.
-Hola mi pequeña-sonó igual de alegre-Acabamos de salir del estudio, en quince minutos estoy en casa.
-Yo estoy en casa de Isa con la peque-dije.
-Vale, entonces nos vemos allí, te quiero.
-Yo también-sonreí-.Hasta luego.
-Hasta luego-repitió y colgamos.
-¿Ya vienen?-preguntó Isa dándole un juguete a su hija.
-Sí, acaban de salir del estudio-respondí.
-¿Hablarás con Dani?-me miró inquisitivamente.
-Voy a intentarlo-miré a Sara.
-Laura-me obligó a mirarla-, es tu marido y la persona que más te quiere en este mundo, no debes ocultarle algo como eso, puede darse cuenta y sentirse mal porque no se lo hayas contado.
-Lo sé-suspiré-, pero... No sé, no me atrevo.
-Eres mi mejor amiga, mi hermana, pero como no se lo digas tú, lo haré yo-me advirtió.
-Está bien, se lo voy a contar-asentí cabizbaja.
La puerta se abrió y la pequeña se puso de pie en el sofá, sorprendiéndonos, mientras miraba cómo entraban su padre y su padrino.
-¡Papi!-exclamó y levantó los brazos, por lo que cayó sentada en los cojines.
-¡Princesa!-le dio un beso a Isa y después cogió en brazos a su hija.
-Hola pequeña-dijo Dani.
-Hola-le sonreí y me levanté para abrazarle.
-Anino-lo llamó Sara.
-Hola princesa-se acercó a ella y la cogió, le dio un beso y la levantó en el aire.
-Rectifico-dijo Isa y, antes de suspirar, añadió:-, me la estáis malcriando.
-¿Por qué lo dices?-preguntó Blas.
-Antes se lo dije a Laura, Dani y ella la complacen en todo lo que quiere-respondió mi amiga.
-Es nuestro deber como padrinos-Dani se encogió de hombros.
-Lo mismo me respondió tu mujer-le miró mal.
-Comprende que los padrinos malcrían y le dan todos los caprichos a los ahijados, nosotros no tenemos hijos, por lo que vamos a malcriar a esta pequeñaja que es mi adoración-dijo Dani y se puso a hacerle carantoñas y muecas a la pequeña que comenzó a reír.
-Ups, creo que eso ha sido una indirecta...-dijo Blas divertido.
-Me está dejando de querer por su princesa, qué le vamos a hacer-me encogí de hombros y reímos.
-Anina-me llamó la pequeña.
-Dime amor-la miré.
-Tero un pimo-soltó.
Abrí los ojos mucho, ¿qué acababa de decir?
-Pronto tendrás un primo de Clara y Carlos-le dijo Blas.
-No-negó muy seria con la cabeza-, tero un pimo de anina y anino.
-Más adelante, pequeña-le acaricié la mejilla.
-Vale-asintió y le gritó a Chiqui.
-¿De dónde ha podido sacar eso esta enana?-preguntó Dani.
-Ni idea, pero no la vuelvas a llamar enana-le señaló Blas.
-Vale, no me muerdas-se burló-.Pero que conste que es mi ahijada que haré lo que me plazca.
-Y de vuelta la mula al trigo... ¡Me la malcriáis!-se quejó Isa-Después la vais a aguantar vosotros como se ponga repipi y caprichosa.
-No, mami, anino no me malcría, no lo regañes más-dijo con un puchero.
Sonreímos e Isa suspiró. Un rato después, decidimos irnos porque se hacía tarde, así que eso hicimos. Al llegar a la casa, inspiré y decidí que era el momento de contarle a Dani lo que me pasaba, aunque no sabía cómo hacerlo. Me quedé un momento seria y pensativa cuando...
-¿Qué te pasa, pequeña?-me abrazó desde atrás.
-Yo...-me giré para mirarle cuando me besó cortando lo que iba a decirle.
-Perdona, es que no he podido evitarlo, hace días que no te daba uno-sonrió inocentemente.
Le sonreí, pero al recordar lo que tenía que contarle, la sonrisa despareció. Dani volvió a besarme justo cuando iba a hablar.
-Dani, adoro que estés tierno, pero yo...-intenté decir, pero no dejaba de darme pequeños besos.
-Te quiero muchísimo-unió su frente con la mía.
-Y yo a ti, cariño-le sonreí-.Ahora quisiera decirte algo...
-Tenemos toda la vida para hablar-sonrió haciéndose el graciosillo-, eres mía.
-Dani...-suspiré-No tienes remedio-terminé sonriéndole y él volvió a besarme.
-Te amo, pequeña-dijo entre besos.
-Yo también.
Solo me separé un poco de él cuando noté que nos movíamos del salón.
-Dani... ¿no quieres cenar?-pregunté antes de que él volviera a besarme.
-Sí-me miró a los ojos-.De primer plato te quiero a ti-me dio un beso en la mejilla-, de segundo te quiero a ti-me dio un beso en el cuello-y de postre te quiero a ti-me susurró en el oído y volvió a besarme.
Sonreí abiertamente, rodeé su cuello con mis brazos y me puse de puntilla, acto que aprovechó para auparme, así me llevó hasta la habitación.
Me desperté algo sobresaltada y mi primera visión fue el armario, moví la cabeza y con la mano me aparté el pelo que me tapaba la cara. Suspiré y al poco noté la cama moverse y un peso apoyarse un poco sobre mí.
-Hola pequeña-me susurró y me dio un beso en el hombro.
-Hola-le sonreí y giré un poco la cara para mirarle.
-Has estado un poco inquieta, ¿te encuentras mal?-preguntó preocupado.
-No, solo que... Creo que ha sido por el hecho de echarte de menos pero...-suspiré-He estado teniendo pesadillas, no sé es como si algo me dijera que no todo va a estar bien-se me aguaron los ojos.
-Hey-hizo que me girara para mirarme de frente-.Todo está bien, mi niña, no te preocupes ¿sí?-me sonrió y me abrazó.
Asentí, me acurruqué en sus brazos y volví a quedarme dormida hasta la mañana siguiente.

*Dani*
Me desperté a media noche porque mi móvil sonó, menos mal que Laura no se había movido siquiera. Con cuidado, me moví hacia mi mesita de noche y alcancé a coger mi IPhone, lo miré y vi un mensaje de Silvia, ¿ahora qué quería?
Silvia: Esta tarde te fuiste rápidamente y casi sin despedirte, ¿te pasa algo conmigo?
Dani: Nada, solo que no eres nadie especial para mí como para estar despidiéndome de ti con dos besos o efusivamente
Silvia: Solo era una pregunta, no hace falta que te pongas a la defensiva
Dani: No me pongo a la defensiva, simplemente no quiero que vuelvas a meterte en mi vida, me parece bien que los chicos te brinden su amistad, pero la mía no la esperes
Silvia: He cambiado
Dani: Los cambios no se demuestran con palabras, sino con hechos
Noté a Laura moverse, la miré y vi que estaba un poco agitada, ¿le pasaría algo?
Silvia: Podrías darme una oportunidad, ¿no?
Dani: Ya te la di y la mal aprovechaste. Buenas noches
Puse el móvil en silencio y me acerqué a Laura que se había despertado. Me comentó que tenía miedo y la verdad es que yo también sentía algo extraño desde hacía unos días, pero no quise decirle nada para no preocuparla. Tampoco le había dicho que ahora estábamos más "apegados" a Silvia, no estaba bien ocultarle eso, pero no quería verla mal, así que esperaría un momento en el que estuviéramos los dos bien para contárselo.
Se acurrucó en mi pecho y volvió a quedarse dormida. Por la mañana, me desperté boca abajo abrazado a la almohada, levanté la cabeza y descubrí que Laura no estaba en la habitación.
-¿Laura?-la llamé, pero no contestó.
Cogí mi móvil para mirar la hora y vi que tenía mensajes de Silvia, los borré sin leerlo, no me interesaba, y la bloqueé, así me aseguraría de que no me molestaría más.
Escuché la puerta de la habitación, miré hacia allí aun boca abajo y vi a Lau entrar con una bandeja.
-Buenos días-dijo alegre.
-Buenos días-le sonreí.
Dejó la bandeja sobre la cómoda y se subió a la cama encima de mí.
-¿Cómo ha dormido mi príncipe azul?-me dio un beso en la mejilla.
-Tu príncipe no sé, pero yo bastante bien-respondí girándome para quedar boca arriba-.Habrá que buscar a tu príncipe para preguntarle, ¿no?
-No quiero buscar ningún príncipe, solo te quiero a ti-se inclinó y unió su frente con la mía.
-Entonces estamos iguales, porque yo solo te quiero a ti, mi pequeña-rocé mi nariz con la suya.
Sonrió y me besó. Nos separamos y Laura se levantó, cogió la bandeja, la puso en la cama y se sentó a mi lado.
-¿Y esto?-la miré curioso.
-Nada, quiero consentirte-me sonrió.
Le devolví la sonrisa y me tiré sobre ella sonriéndole.
-Hey, vas a tirarlo todo, bruto-rió.
-Tendré que agradecerle a mi pequeña que quiera consentirme, ¿no?-sonreí pícaro.
-No me fio mucho de tu agradecimiento-alzó una ceja.
-Haces bien-reí.
Con mis manos llevé sus brazos encima de su cabeza y la besé mientras dejaba sujetas sus muñecas con mi mano derecha y con la izquierda comencé a hacerle cosquillas.
-¡DANI!-gritó y yo solté una carcajada-No me hace gracia, como no pares juro que te la cargas.
-Ups, te has picado-reí levemente y la solté.
-Mucho-nos sentamos en la cama y la miré como un cachorrito mojado-.Es broma-terminó sonriéndome y acariciándome la nuca.
Sonreí, la besé y comenzamos a desayunar, ya que teníamos hambre.
-¿Las chicas y yo estamos organizándole una fiesta sorpresa a Blas por sus veintidós, ¿os molestará que no esté Silvia?-me miró precavida.
-A mí no, por el contrario, me alegrará no verla y estoy seguro de que a Blas igual, estamos un poco cansados de verla cada vez que salimos del estudio-suspiré, lo había soltado casi sin darme cuenta.
-Sigue al acecho, ¿no?-me miró con una mueca y yo suspiré-Es una pesada, pero mejor es no echarle cuenta hasta que se aburra y os deje tranquilos.
-Sería lo mejor-asentí.
-Lo malo creo que será cuando Ainhoa y Álvaro se vean...
-Pues sí-dije pensativo-.Álvaro no nos ha dicho nada, pero no está como antes, se pierde en su mundo casi siempre.
-Ainhoa no está mucho mejor, aunque trata de demostrarnos que está bien y Álvaro ya no le importa, pero todas sabemos que aun le duele y le quiere-me contó.
-Ojalá lleguen a reconciliarse algún día o, al menos, logren dejar lo malo de lado y llevarse bien-dije.
-Hay miedo de por medio, eso es lo que no los hace poder hablarse ni nada-me miró mientras cruzaba las piernas como los indios-.El miedo te lleva a hacer cosas de las que luego te arrepientes.
-Nosotros vamos a superar todos los miedos, dudas o inconvenientes que se interpongan en nuestro camino-cogí sus manos con las mías.
Sonrió y me abrazó. Eso había sido una promesa, algo que me pondría como meta y lo cumpliría, porque no iba a dejar que nadie nos separase ahora que habíamos logrado llegar tan lejos en nuestra relación.