sábado, 27 de diciembre de 2014

Capítulo 18: Pero, desgraciadamente, pasa...

*Laura*
-Dormilona-escuché en un susurro en mi oído-.Dormilona...
Me removí un poco y seguí durmiendo, aún estaba en el mundo de los sueños y sentía que todavía no era la hora de despertar, pero quien fuera que estuviera a mi lado no pensaba igual, ya que no cesaba de llamarme.
-Pequeña-volvió a susurrar y sentí una caricia en la cara-.Vamos arriba, dormilona.
-Todavía no es la hora-murmuré sin entenderme mucho ni yo misma.
Volví a removerme hasta acurrucarme lo más que podía y seguí durmiendo. Una carcajada me hizo fruncir el ceño, pero no me despertó lo suficiente como para abrir los ojos.
-Venga, pequeña bella durmiente, que me aburro-alargó echándoseme encima.
Resoplé y fui despertándome, Dani me miraba atento con el pelo todo despeinado y la cara de recién despertado.
-Si llego a saber que recién levantado estás así, ni me pienso el estar contigo-solté haciendo que abriera los ojos de par en par.
-Menudo romanticismo desde por la mañana-protestó apartándose de mí.
No pude evitar el reír y me giré poco a poco hacia él.
-Anda, no te enfades, eso es por haberme despertado, ¿no sabes que es malo para el bebé?-puse un puchero.
-Esas escusas solo colaban con Clara-cruzó los brazos detrás de su cabeza.
-Dani, no me hagas rogarte mucho que ya no puedo tanto con la pedazo de tripa que tengo-le puse ojitos.
-No seas exagerada-rió mientras me empujaba para ponerme boca arriba y así él echarse un poco sobre mí.
-Es cierto, estoy enorme-puse un puchero.
-Es lo normal en una embarazada, pequeña, pero estás preciosa-me sonrió pasando su mano por toda mi tripa.
-Te quiero muchísimo-le acaricié la mejilla.
-Y yo a ti-me besó.
Poco después, nos levantamos, desayunamos, nos arreglamos, recogimos lo que teníamos preparado y nos fuimos hacia el piso de Ainhoa y Álvaro para preparar las cosas para cuando llegaran con el bebé. La verdad es que yo hice poco, Dani apenas me dejaba moverme, aunque yo me levantaba del sofá y me daba una vuelta para ver cómo estaba quedando todo.
-Hey, te pillé-me dijo David.
-Huele genial-me acerqué a ellos.
-Normal, estamos cocinando nosotros-dijo Carlos.
-Perdona, guapo, pero quién está cocinando realmente soy yo-dijo Raquel indignada.
-Mejor me voy fuera, como me vea Dani verás-me giré y me lo encontré de frente-.Hola cariño.
-Hola-se cruzó de brazos-, creo haberte dicho que te quedaras en el salón.
-Ya, pero el olor a comida me ha llamado y me duelen los riñones de estar sentada-puse un puchero.
-Anda, tira para afuera-me hizo un gesto con la cabeza.
-Vale gruñón-refunfuñé como una niña mientras salía y me daba una vuelta por el salón.
Al final acabé sentada de nuevo en el sofá al lado de Sara que estaba sentada en la alfombra junto a Javier que descansaba en su moisés pendiente a todo con los ojos muy abiertos, era un niño muy despierto y estaba atento a cualquier cosa que pasaba a su alrededor.
-Hey, ¿cómo andas?-preguntó Isa sentándose a mi lado.
-Cansada, muy cansada...-me eché hacia atrás en el sofá.
-Es normal, piensa que la mitad de lo que respiras y comes se lo lleva el pequeño futbolista-yo reí.
-Mira, ahora está dando pataditas-cogí su mano y la coloqué sobre mi tripa.
-Lau, tu hijo va a ser el mejor futbolista de la historia-solté una carcajada.
-Es increíble, ¿verdad?-le dije-.Estar embarazada, sentir al bebé dentro de ti...
-Es inexplicable.
Escuchamos ruidos y nos giramos para ver a Raquel poniendo cosas en la mesa. Suspiré pensando que quizás ella nunca pudiera llegar a sentir a un bebé crecer dentro de ella, aunque todos esperábamos que sí que pudiera ocurrir...
-¿Crees que realmente no podrá tener hijos nunca?-le pregunté a mi mejor amiga en susurros.
-Espero que no, prefiero pensar que en cualquier momento se quedará embarazada y nos sorprenderá a todos-respondió mientras yo apoyaba la cabeza en su hombro.
-Has madurado mucho-murmuré.
-Hemos madurado mucho-me corrigió y yo le sonreí.
-¿Quién nos iba a decir cuando nos conocimos que con veinte años tendríamos maridos?-comenté divertida.
-Y no te olvides de los hijos-me recordó y las dos reímos.
-¿Recuerdas cómo nos conocimos?-pregunté.
-¿Cómo olvidarlo?-dijo divertida-¿Recuerdas lo mal que nos llevábamos?
Solté una carcajada ante el recuerdo.
-Hasta que nos vimos en problemas-dije.
-Sí, entonces nos hicimos amigas-me sonrió.
*Flashback*
Iba por el pasillo del instituto cuando me la crucé, Isa y yo nos miramos y ambas nos dirigimos una mala mirada, no es que la conociera personalmente, pero lo que hablaban de ella no era especialmente bueno, así que ni me acercaba a ella. Aunque no todo estaba a mi favor, ya que nuestras taquillas quedaban la una al lado de la otra.
-Vaya, vaya, vaya-escuché una voz muy familiar a mi espalda mientras guardaba mis libros en la taquilla-, pero si tenemos aquí a mis dos mejores amigas.
Decidí pasar de Genoveva que seguramente estaba acompañada de su clon Marta y seguí a lo mío.
-No pases de mí-usó tanta que logró darme la vuelta haciéndome daño en el brazo.
-No quiero saber nada de ti, así que pírate-miré a mi izquierda y ahí estaba Isa plantándole cara a esas dos petardas.
-¿No queréis ser nuestras amigas?-preguntó Marta con un fingido puchero que me dieron ganas de borrárselo de un puñetazo.
-Ni loca-me di media vuelta.
-Ui, si la chica sin madre tiene carácter-se carcajeó y apreté los ojos fuerte, se estaba metiendo en terreno pantanoso-.¿Qué pasa, tu padre solo no supo enseñarte modales?
Hasta ahí llegué, me giré para plantarle cara de una vez por todas cuando me di cuenta de que Isa la había empujado y tirado al suelo.

-¿Por qué no te compras un pony, lo peinas y nos dejas tranquilas, bruja?-le gritó.
-No tienes ningún derecho a gritarle, enana-Marta se acercó demasiado a ella.
-Hey, apártate un poco dudo mucho que le guste intoxicarse con tu aroma-la empujé por el hombro.
Abrió la boca para decirme algo, pero el director llegó interrumpiendo.
-¿Qué es lo que pasa aquí?-se nos acercó enfadado.
-Mire lo que me ha hecho Isabella-lloriqueó Genoveva aún desde el suelo.
-Señor-le interrumpí en cuanto iba a abrir la boca hacia Isa-, ella solo me estaba defendiendo porque, de nuevo estas dos señoritas, se estaban burlando de la falta de mi madre.
-Ustedes dos a mi despacho-se giró hacia las dos petardas y yo aproveché para coger a Isa de la mano y desaparecer de allí.
Una vez en el patio, nos detuvimos a descansar por la carrera.
-Gracias, creo que me he librado de una buena-me sorprendió.
-Gracias a ti por defenderme de esas dos-la miré.
-No entiendo cómo son capaces de jugar con los sentimientos, siento si un día llegué a compararte con esas dos-me dedicó una mirada y una mueca de disculpa.
-Tranquila y yo también siento haberte llegado a comparar con esas-imité su mueca encogiéndome un poco.
-Disculpas aceptadas-me dedicó una pequeña sonrisa.
Le devolví la sonrisa y estuvimos un rato burlándonos sobre cómo Genoveva había acabado como su dignidad, por lo suelos. Ese rato que permanecimos juntas se repitió al día siguiente y al otro, poco a poco unos cuantos minutos se fueron alargando hasta el día que empezamos a convertirnos en amiga y, eso, a ser las hermanas de nos sangre, como suele decir ella, que somos hoy día.
*Fin del flashback*
Echamos un día muy ameno entre todos y cuando se hizo tarde, nos tocó despedirnos para cada uno volver a su casa.
Las semanas fueron pasando y, una noche en la que Dani y yo habíamos decidido irnos a la cama temprano, me encontraba dormida cuando mi móvil nos despertó a los dos un poco sobresaltados, al ver que quien llamaba era Isa, me extrañé y respondí, puede que hubiera pasado algo y sí que pasó, casi no lo asimilé. Cuando colgué me giré a Dani que me miraba con los ojos a medio abrir y el ceño fruncido.
-Blas y Álvaro están en la UCI.
Al darme cuenta, me encontraba en casa de Isa con Sara, Javier, Alejandra, Pablo y Ainhoa muy nerviosa y a la espera de noticias.

sábado, 11 de octubre de 2014

Capítulo 17: UCI

*Isa*
Hay veces en la vida en las que todo encaja, estás donde quieres estar, con las personas a las que más quieres y sientes que nada malo puede suceder, pero entonces recibes un golpe de la realidad que te despierta de ese maravilloso sueño, aveces ese golpe puede ser el no poder tener hijos, otra puede ser perder a un ser querido, o pelearte con alguien a quién necesitas sea como sea. Mi golpe creo que fue esa llamada a las once de la noche, no la olvidaré jamás.

Estábamos todos en casa de Álvaro y Ainhoa, les preparábamos una pequeña ''fiestecita'' con motivo al bebé que estaba a punto de entrar por la puerta y a otro motivo que Álvaro aún no nos había querido comentar.
-Chicas, al final lo conseguimos.- Chilló Raquel mientras paseaba de un lado al otro un par de carteles que quería colgar del techo.
-¿Qué?- preguntó Carlos sin entender nada.
-Que el bebé se llame Pablo, que estás empanado.- Le explicó Dani, dulcemente.
-A mí no me llames empanado, eh.- Le contestó este.
-¿O qué?
-Chicos, chicos, haya paz.- Dijo David.
-Eso, todos sabemos que ambos estáis empanados.- Dijo Blas.
-¿Y tú no?- preguntó Carlos.
-No, si está claro que los cuatro estáis igual- Comentó Jesús.
-Otro, otro que se la va a ganar hoy- dijo Dani.
-¿Y yo que he hecho?- preguntó David poniendo cara de pena.
-Estar aquí.- Respondió Carlos.
-Sois unos inmaduros...- Comentó Jesús.
-¡Habló!- respondieron los cuatro a la vez.
-A mi no me llaméis inmaduro.- Dijo Jesús, a la defensiva.
Y comenzaron con los golpecitos típicos que se dan los tíos en momentos así, sabíamos que estaban bromeando, pero estaban levantando demasiado la voz.
Las chicas y yo nos miramos y sonreímos maléficamente, sabíamos que hacer.
-Vale ya, hombre, que sois hombres adultos, algunos con hijos, dejad de comportaros como críos.- Les riñó Raquel.
-Debería caérseos la cara de vergüenza- la seguí yo.
-Menudos sois, menuda panda de niños...- Continuó Laura.
-Es que no se os puede sacar a la calle.- Comentó Clara y bufó.
-¿Y así pretendéis formar una familia?- añadió Ale.
Los chicos nos miraron arrepentidos y nosotras contamos hasta tres para comenzar a reír.
-Sí que es fácil engañaros.- Dijo Clara.
Los chicos se miraron unos a otros y se hicieron los ''ofendidos'', nosotras decidimos dejar que se les pasara el pique solo.
-Mami.- Me llamó Sara, y yo acudí a su llamada.
-¿Qué pasa, cariño?
-¿Ando egan los itos?
-Ahora, en un momento.
-Ah...
-Anda, juega un poco con Javier.
-No.
-¿Y eso por qué?
-Es auido.
-¿Es aburrido?
-Si.
-Pues enséñale a ser divertido.
-Ale...
Llevé a Sara hasta donde estaba Javier, mirando hacia todo el mundo muy atentamente y la dejé ahí.
Después me moví hasta donde estaba Blas, le abracé por la espalda y le besé el cuello.
-Se que eres un buen padre y te quiero.- Murmuré.
-Yo también te quiero.
Blas colocó sus manos sobre las mías, las subió un poco hasta su cuello y se giró, después pegó su frente a la mía y sonrió.
-Si vais a fabricar un hermanito para Sara, esperad a llegar a casa...- Nos dijo Carlos, que oportunamente estaba abrazado a Clara.
-Podríamos decirte lo mismo, rubio.- Contestó Blas.
Ellos dos se soltaron y nosotros chocamos la mano, algo que hacíamos desde hacían algunos días, y que ya habíamos cogido la costumbre de hacer siempre que algo salía como queríamos o que coincidíamos en algo.
Me separé de Blas y me acerqué a Lau, que ahora descansaba en el sofá, al lado de los peques, por petición de Dani, estos chicos son demasiado sobreprotectores...
-Hey, ¿cómo andas?- pregunté sentándome a su lado.
-Cansada, muy cansada...- Dijo echándose hacia atrás.
-Es normal, piensa que la mitad de lo que respiras y comes se lo lleva el pequeño futbolista.
Lau se rió levemente.
-Mira, ahora está dando pataditas.- Cogió mi mano y la colocó sobre su barriga.
-Lau, tu hijo va a ser el mejor futbolista de la historia.- Le dije y ella se echó a reír.
-Es increíble, ¿verdad?- me dijo.- Estar embarazada, sentir al bebé dentro de ti...
-Es inexplicable.
Miramos a Raquel, mi hermana puede, que nunca pueda sentir esto, según los médicos no va a poder sentirlo jamás, pero siempre hay que tener esperanzas, ¿no?, porque, ¿qué sería la vida sin ella?
-¿Crees que realmente no podrá tener hijos nunca?- me pregunta Lau entre susurros.
-Espero que no, prefiero pensar que en cualquier momento se quedará embarazada y nos sorprenderá a todos.- Dije y Lau apoyó la cabeza en mi hombro.
-Has madurado mucho.
-Hemos madurado mucho.- La corrijo y ella sonríe.
-¿Quién nos iba a decir cuando nos conocimos que con veinte años tendríamos maridos?- Comentó divertida.
-Y no te olvides de los hijos.- Le recordé.
Las dos sonreímos y soltamos una pequeña carcajada.
-¿Recuerdas como nos conocimos?- preguntó Lau.
-¿Cómo olvidarlo?- Dije divertida.- ¿Recuerdas lo mal que nos llevábamos?
Lau soltó una carcajada.
-Hasta que nos vimos en problemas.- Dijo.
-Sí, entonces nos hicimos amigas.
Nadie sabía, aparte de nosotras, como nos conocimos Laura y yo, fue bastante divertido, éramos pequeñas y por algún motivo que ninguna sabe, nos odiábamos...
Me levanté una vez más y ayudé a Clara a trasladar cosas al salón, comida, claro, los chicos habían cocinado, y eso me aterraba, como mucho cocinar, lo que se dice cocinar, sabrán dos, o uno...
Oímos como la puerta se abría y nosotros prestábamos toda nuestra atención a nuestros amigos, que en cualquier momento entrarían por ella.
Ainhoa no nos esperaba y nosotros susurramos ''sorpresa'' cuando ella entró, lo que la hizo sonreír ampliamente.
Al ver a Pablo una vez más, puede verse que era idéntico a Álvaro, completamente.
Álvaro acompañó a su chica y a su peque a la habitación para que el bebé se durmiera, y después los papis bajaron al salón.
Comimos juntos entre risas y más risas, silenciosas claro, no queríamos molestar al bebé que dormía arriba.
-Vale, chicos, creo que deberíamos deciros que Ainhoa y yo hemos decidido mudarnos, ahora con el bebé y eso, creemos que es mejor para nosotros pasarnos a una de las casas de la urbanización en las que ahora están viviendo Clara, Carlos, Blas e Isa.
-Un brindis, por favor, por los inteligentes.- Dije y los que vivíamos en las afueras y los que íbamos a vivir ahí reímos y levantamos las copas.
Dimos un sorbo al vino, otros a su zumo de piña, o melocotón y reímos otra vez, siempre estábamos muy animados, y eso me encantaba de mis amigos, bueno, mejor dicho, de mi familia, siempre sabían como sacarme una sonrisa, hasta en los momentos más complicados, y eso no siempre era fácil.

Pasaron los días, Álvaro y Ainhoa ya estaban de mudanza, todos estábamos ayudando, como siempre que alguno se mudaba, se habían trasladado a la casa de enfrente, si nos asomábamos al balcón podríamos tener una conversación casi a murmullos, estábamos realmente cerca los unos de los otros.
Jesús y Ale estaban ayudando  menos que nadie, pero ayudando, estaban en esa etapa de la relación en la que es todo pasteleo y melosidades.
Comenzó a hacerse tarde, por lo que los chicos decidieron marcharse a casa, Carlos, Clara, Blas y yo pudimos quedarnos un poco más, pero con esto de que los niños se cansaban, no era fácil tampoco, aunque, claro que ayudamos un raro más.
Álvaro y Ainhoa y estaban viviendo aquí, solo les faltaban un par de cajas que estaban en el piso aún, se les olvidó empaquetarlas.
Álvaro y Blas decidieron ir juntos al centro, ya que Blas también tenía que pasarse por nuestro antiguo apartamento para solucionar un par de cosas con los inquilinos.
Carlos prefirió quedarse en casa con su mujer, era un pedazo de vago.
-Buenas noches chicas.- Nos dijo Clara y se llevó a su pequeño a casa.
Yo cogí a Sara en brazos para llevármela a casa y que descansase.
-Ainhoa si quieres nos podemos quedar hasta que lleguen los chicos.- Le dije.
-No, no hace falta, pero muchas gracias.
-Si necesitas cualquier cosa, no te lo pienses.
Sara y yo llegamos a casa y le di la cena mientras esperaba a que llegase Blas, se me hacía raro que no estuviera, aunque aún le quedaría un trozo de carretera para llegar.
Bañé a Sara y la acosté a dormir. 
Me dio tiempo a ducharme y a ponerme ropa cómoda, Blas aún no había aparecido, ya habían pasado más de tres horas desde que se fueron, sabía que no debía preocuparme, pero estaba inquieta.
Me senté en el sofá y Chiqui se subió y se tumbó a mi lado apoyando la cabeza sobre mis piernas, le acaricié a la vez que cambiaba de canal.
Miré el reloj del televisor, era tarde, eran más de las diez, les habrá pillado atasco...
Oí el llanto de mi hija y subí a consolarla, me levanté de golpe y subí las escaleras lo más deprisa que pude, entonces la cogí en brazos y la acuné, estaba llorando desconsoladamente.
Sara no dejaba de llorar, no tenía ni idea de que podía pasarle, estaba demasiado alterada, podía haber sido una pesadilla, así que opté por llevármela al salón conmigo a ver si así se calmaba un poco y dejaba de llorar.
Me senté con ella en el sofá y dejó de llorar, nos pusimos a ver una de sus películas preferidas, buscando a Nemo, y Chiqui se tumbó con nosotras.

Y recibí la llamada, a las once de la noche, eran las once justas, en punto, cogí el teléfono y me lo acerqué a la oreja, me sorprendió que me llamasen a mi teléfono móvil tan tarde... Pero estas cosas siempre sorprenden ¿no? 
Cogí la llamada y entonces una voz masculina, y seria habló.
-Hola, buenas noches, ¿hablo con Isabella Rodríguez? 
-Sí, soy yo- respondí, igualmente seria.
-La llamo para informarla del ingreso en el hospital de su marido.
Y el tiempo se detuvo, sentí como una parte de mí moría, mi corazón se aceleraba demasiado y no podía respirar.
-¿Qué?- solté, casi en un suspiro, casi en un sollozo.
-Su marido ha sido ingresado en la UCI hace menos de diez minutos.
Y después de informarme bien de a qué hospital debía ir, colgué y ahogué un grito, reprimí las lágrimas, no podía llorar ante mi hija, no podía asustarla, pero yo lo estaba, y mucho.
Este fue mi golpe, mi gran golpe, saber que el amor de mi vida estaba en la unidad de cuidados intensivos de un hospital... 
¿Qué si todo es color de rosas en la vida? No. Nunca hay que dejarse engañar por un par de sucesos afortunados que ocurran a lo largo de un corto periodo de tiempo, porque pronto tendrás que levantarte de la cama, tendrás que abrir los ojos y afrontar la verdad, y la verdad es la siguiente, lo bueno no es para siempre, porque para que seas feliz, primero debes sufrir y viceversa.
Yo siempre deseé no sufrir demasiado, pero eso aún está por ver, ¿no?


viernes, 10 de octubre de 2014

Capítulo 16: Pablo

*Ainhoa*
A un par de días de que se cumplieran mis nueve meses de embarazo, me encontraba medio tumbada en el sofá de casa leyendo un libro cuando el teléfono sonó, me levanté pesadamente, casi no podía conmigo misma, no es que tuviera una tripa exagerada, pero sí que era grande y ya pesaba el bebé dentro de mí.
-¿Diga?-descolgué con una mano puesta a la altura de mis riñones.
-Hola hermanita-la voz alegre de mi hermana me hizo sonreír-, ¿cómo estás?
-Hola, enana-me senté en el brazo del sofá-.La verdad es que muy pesada, tu sobrino ya pesa bastante.
-Eso quiere decir que es un niño grande-rió-.¿Aún no notas nada raro?
-No, estoy tranquila y él también-me acaricié la tripa.
-Bueno, pero puedes estar tranquila y dentro de un rato necesitar correr hacia el hospital-dijo.
-Ale, dime que Álvaro no te ha pegado su histeria-supliqué.
-Lo siento, pero lo he estado pensando y tiene razón, no debes quedarte sola estando a dos días de que se cumplan los nueve meses-explicó.
-Se cumplen los nueve meses, pero eso no significa nada, puede que el bebé nazca hoy, mañana, pasado o después, eso no lo sabemos y no podéis estar todo el día encima de mí, tenéis cosas que hacer-resoplé-.No tengo ganas de discutir, me cansa el doble.
-Bueno, entonces no te hago pelear-suspiró-.Si estás bien, me quedo un poco más tranquila, pero no mucho. Te dejo para que sigas descansando, luego hablamos.
-Un besito-me levanté despacio.
-Otro para ti-colgamos.
Al ir hacia el sofá, escuché la puerta, Álvaro acababa de llegar.
-Hola, amor-le sonreí.
-¿Qué haces de pie?-abrió los ojos más de la cuenta y soltó rápidamente todo lo que tenía en las manos.
-Ha llamado mi hermana y he respondido al teléfono-expliqué quitándole importancia.
-Vuelve a sentarte, por favor-pidió.
Rodé los ojos e hice lo que me pidió, Álvaro se sentó a mi lado y puse una mueca.
-¿Qué, qué pasa?-volvió a levantarse.
-Nada, el bebé se ha movido-le tendí mi mano y tiré de él para que volviera a sentarse a mi lado-.¿Qué tal el día? Ni siquiera me has dado un beso.
-Lo siento-me besó cortamente haciendo que le entrecerrara los ojos-.Cansado, ¿qué tal el tuyo?
-Aburrido, casi me he terminado el libro que empecé ayer-lo señalé en la mesa.
-Bueno, cuando nazca el bebé ya no tendrás tiempo de aburrirte-me dio un beso en la tripa y se levantó.
-Cielo, ayúdame a levantarme, por favor-le extendí mis brazos.
-¿Para qué?-me frunció el ceño.
-Siento un pinchazo y creo que es de estar tanto tiempo sentada-expliqué, aunque sabía que no solo era eso.
Me ayudó despacio y me levanté, pero no pude erguirme del todo cuando un dolor agudo me apretó.
-¿Ainhoa?
-Álvaro-susurré con los ojos apretados, dolía mucho-, creo-jadeé por el dolor-, creo que tu hijo ya quiere que deje de aburrirme.
-¿Cómo?-los ojos casi se le salieron de las órbitas.
-Ya viene el bebé.
Se puso pálido y abrió y cerró la boca un montón de veces antes de salir corriendo en dirección a nuestra habitación, salió con un bolso colgado del hombro, cogió las llaves de casa, del coche y su cartera y salió de casa, al poco rato volvió a subir y me ayudó a salir y bajamos en el ascensor, me montó en el coche despacio, me puso el cinturón como pudo y con cuidado de que no me apretara mucho, se subió él por su lado, se abrochó el cinturón y arrancó mientras marcaba un número y esperaba por el manos libres a que contestaran.
-Dime Álvaro-la voz de Blas inundó el coche.
-Blas, hospital, bebé-miré a Álvaro que seguía pálido a pesar de haber hecho todo correctamente y no haberse puesto histérico conmigo.
-¿Qué?-el pobre casi ni se enteró.
-Hola, Blas-acaricié la mano de mi chico y le hablé yo a su amigo-, vamos para el hospital, creo que estoy de parto.
-Aviso a Isa y salimos rápidamente-escuché como le gritaba algo a su mujer.
-Vale, pero avisa también a los demás, Álvaro no puede hablar casi.
-Sí, claro, ya salimos-colgamos.
Llegamos al hospital en cinco minutos más, yo rompí fuentes en el coche, así que Álvaro empalideció un poco más si eso era posible, sacó el bolso del maletero, me ayudó a salir con cuidado y entramos al hospital, dejó el coche casi de cualquier manera, así que una multa mínimo le iba a caer, pero creo que eso era lo que menos le importaba en aquel momento.
Me sentó en una silla que vio y habló con la recepcionista. Un nuevo pinchazo hizo que me encogiera sobre mí misma, aquello comenzaba a ser insoportable y pensé que no aguantaría mucho más.
-Álvaro-le llamé.
-Por favor, señora, llame a alguien rápido, mi mujer está de parto-estalló su autocontrol y comenzó a pegar voces a diestro y siniestro.
-Haberlo avisado antes-se levantó rápidamente y llamó a un enfermero de guardia que me sentó en una silla de ruedas.
-Es lo que he intentado, pero no me ha hecho ni caso-la fulminó con la mirada.
Volví a encogerme del dolor y Álvaro se puso a mi lado dando zancadas hasta que me metieron en una consulta de urgencias.
Tardaron media hora en meterme en la sala de partos, pero por fin, después de tres horas, mi hijo nació sano y con pulmones de acero.
Eran cerca de las siete cuando los chicos comenzaron a entrar y Álvaro se levantó del sillón en el que estaba sentado.
-Hola-susurraron todos.
-¡Tita!-gritó Sara.
-Sh, aquí no se puede gritar-la riñó su papi.
-¿Pimo?-ladeó la cabeza señalando mi barriga.
-Está en la cunita, ve a verlo-ella sonrió feliz y le ordenó a su padre que la acercara a ver a su primito.
-¿Cómo estás?-mi hermana me dio un beso en la frente.
-Feliz-le sonreí.
-Tu bebé es precioso-me devolvió el gesto.
-Lo sé-le di la mano a Álvaro y el me dio un leve apretón.
-¿Cómo le vas a poner al final?-Raquel me miró curiosa.
-Chicos tapaos los oídos-dije divertida.
-Pablo-respondió Álvaro por mí.
-Menudo calzonazos, al final se ha salido con la suya y le ha puesto el nombre del cantante-se burló Dani.
-Tú no te rías porque el nombre de tu hijo también puede venir por alguien-le fulminó con la mirada.
-Para que lo sepas, rubiales, Pablo se llama mi padre-todos soltaron una carcajada y Dani se quedó sin argumentos.
-Te la han dado untada, cielito-se burló Lau.
El rubio puso un puchero y se cruzó de brazos, pero luego comenzó a reír con nosotros.
-¿Tú cómo estás, Lau?-le preguntó Jesús.
-Bien-le sonrió.
-Mi hermana también estaba bien este mediodía cuando la he llamado y mírala-me fulminó con la mirada y yo le saqué la lengua.
-Aún estoy de ocho meses, ayer fui a la consulta del médico y me dijo que todo estaba bien-explicó-.Lo único más brusco que siento son las patadas que me da.
-Mi hijo será futbolista-dijo Dani con orgullo y el pecho inflado.
-Mientras no sea como tú nos vale-se burló Carlos.
Un carraspeo hizo que todos miráramos hacia la puerta y nos encontráramos con una enfermera con los brazos como jarras y expresión divertida.
-Sé que sois una familia numerosa, pero es la tercera vez en tres partos distintos que tengo que venir a llamaros la atención, por favor, guardad silencio e id saliendo porque se está acabando la hora de visita-nos avisó.
-Gracias-dijimos casi al unísono.
La enfermera asintió con una pequeña sonrisa y salió entornándonos la puerta.
-Es increíble que siempre sea la misma enfermera-rió Laura.
-¿Te imaginas que para el tuyo también tenga que venir?-rió Clara.
Todos comenzamos a reír y poco a poco fueron yéndose para que no tuvieran que volver a llamarnos la atención.
Álvaro se pasó toda la noche pendiente al bebé, si se movía, lloraba o simplemente se quejaba, sería un gran padre, estaba segura de ello.

miércoles, 16 de julio de 2014

Capítulo 15. No sería la última.

*Clara*
Es el día de la boda, estaba demasiado nerviosa como para permanecer dormida un segundo más, así que me levanté y miré un momento más a Carlos.
-Te quiero.- Le susurré, no soy mucho de decir cosas melosas, pero ahora estaba dormido y no se iba a enterar de lo que le había dicho.
Me asomé a la habitación de nuestro bebé, nos habíamos terminado de mudar a las afueras hacía muy poco, bueno, nosotros y Blas e Isa con Sara. Nos pasábamos las tardes cotilleando sobre un programa de la televisión de top models o en el coche yendo y viniendo de la ciudad, pero esto me encantaba, mi casa de en sueños, mi prometido y mi bebé. Los tres juntos en un hogar que sería para siempre, porque no pensaba mudarme ni una vez más en lo que me quedaba de vida.
Javier hace un par de pucheros, se que iba a llorar, así que me adelanté y le cogí en brazos para mecerlo un par de veces.
-Ya está, no pasa nada.- Dije y le di un beso en la frente, mi pequeño se volvió a dormir, miré el reloj sobre su cuna, las ocho menos cuarto.
Javier se volvió a dormir y yo bajé al salón, casi me muero cuando vi las caras de las chicas en el cristal.
Estaban todas, ¿qué hacían aquí tan temprano.
Les abrí y ellas pasaron, nos metimos en la cocina para no hacer demasiado ruido.
-¿Qué estáis haciendo aquí?- pregunté.
-Estábamos en casa de Isa desde hace una hora, esperábamos para venir a despertarte, es hora de comenzar a arreglarte, así que despierta a Carlos y dile que vamos a mandarle a Blas con la niña y al resto de los chicos para que se arreglen juntos.- Dijo Ainhoa.
Abrí mucho los ojos.
-Me acabo de levantar.- Dije frunciendo el ceño.
-¿Y?, no todos los días es tu boda.- Dijo Isa encogiéndose de hombros.
Las chicas me agarraron de los brazos y me sacaron por la puerta de cristal por la que habían entrado, atravesamos el jardín y entramos en el de Isa, pocos segundos después estábamos en su casa.
Estaban todos los chicos, y Sara, allí, esperando a que llegase.
-Nos vemos luego.- Dijo David y salieron por donde habíamos entrado.
-¿No tenía que avisar yo a Carlos?- pregunté.
-No, será más divertido así.- Dijo Raquel.
Isa bajó mi vestido al salón y lo colgó de la cortina, después Lau me mandó a duchare, ellas ya estaban duchadas. Sí que habían madrugado.
Me doy un largo baño hasta que las chicas me vuelven a llamar desde el pasillo, salgo con una toalla colocada alrededor de mi cuerpo y veo a una mujer joven acabando de peinar a Raquel, Ainhoa ya estaba peinada.
-¿Qué?- preguntó sonriendo.- Tardabas mucho y de todas formas nos tenemos que peinar.
Me sientan en la silla, las chicas no habían reparado en gastos, Isa y Lau se ponen delante de mí con el maquillaje en las manos mientras la mujer me peinaba.
-Cierra los ojos.- Pidió Isa.
-Pon la boca así.- Pidió Lau mientras hacía un gesto raro.
Me maquillaron y me peinaron, después me coloqué el vestido que había elegido mientras peinaban a Lau e Isa se daba un baño para arreglarse.
Las horas se habían pasado volando. Mi vestido era largo y sencillo, estilo griego, mi peinado era un recogido que me dejaba un pequeño tirabuzón en la espalda, y los zapatos, altísimos.
-¡Oh, madre mía!- exclamó Raquel mientras a todas se le empañaban los ojos.
-¡Estás preciosa!- dijo Isa y me abrazó.
-¡Increíble!- Dijo Lau y me abrazó también.
Raquel llevaba un vestido color morado, largo y agarrado a su cuello, se había dejado media cabeza recogida (pelo) y el resto suelto haciendo una cascada de tirabuzones, Ainhoa llevaba un vestido verde un poco más largo y suelto, se le notaba la barriga de embarazada como a Lau.  Isa llevaba un vestido rojo, largo, con escote de corazón, unos tacones del mismo color y el pelo suelto muy rizado. Y Lau llevaba un vestido celeste, largo con escote en la espalda, los tacones blancos y el pelo suelto haciendo una cascada.
-Chicas, estáis preciosas.- Dije.
-Tú sí que lo estás.- Dijo Ainhoa.
Las cinco nos abrazamos y me soltaron deprisa.
-Mejor no nos arriesgamos a que te estropees el vestido o el peinado, ya habrá tiempo luego para abrazos.- Dijo Raquel.
Isa miró su móvil y soltó una pequeña carcajada, después nos mostró de que se reía.
-¡Oh!- exclamamos todas.
Blas le había mandado una foto de nuestros peques, Javier estaba vestido con un traje negro, como el de los chicos y una pajarita verde, a juego con el vestidito de Sara, que era verde, llevaba un lacito en la cabeza agarrando su pelo rubio, los peques estaban realmente adorables.
-¡Que monada!- chilló Raquel.- Os juro que me los voy a comer, a los dos.
-Eh, cuidado con mi niño.- Dije.
-Tranquila, en cuanto te vallas de luna de miel lo haré.- Dijo y me sacó la lengua.
-¡No te atreverás!- dije fingiendo indignación.
-Ya verás...- Raquel sonrió de lado y las demás comenzaron a reír.
-Chicas, a pesar de que me encantan estos momentos, deberíamos ir yendo hacia la iglesia si no quieres llegar tarde a tu propia boda.- Dijo Lau.
Salimos de la casa de Isa y nos separamos, en uno, Lau, Isa y yo, y en el otro Raquel y Ainhoa.
Me senté sola en la parte de atrás, y miré a mis amigas, Raquel se asomó a la ventana y alzó las cejas.
-¿Conduce mi hermana?- preguntó.- Puf, esperemos que no hayan heridos.
Y se fue dejando a Isa con mala cara, y a Lau y a mí riendo.
Al cabo de unos minutos paramos en las puertas de un hotel, para recoger a mis padres, los dos me miraron un momento y después a mi madre se le saltaron las lágrimas, mi padre no tardó en ponerse igual.
Llegamos a la iglesia muy deprisa, mi madre pasó un momento dentro, ella llevaría del brazo a Carlos, y su padre a mí.
Me agarró del brazo después de decir que estaba preciosa y pasamos.
Ahí estaban todos, todos mis familiares y amigos, y mucha más gente a la que no conocía, además de un par de paparachis a la entrada, pero eso no me extrañaba, un tercer Auryn se casaba.
Caminé derecha hasta estar frente a mi futuro marido, estaba guapísimo, llevaba un frac negro, una camisa blanca y una corbata del mismo color del traje, me miraba tiernamente y me ofrecía una de las manos, se la di y sonrió.
-Te quiero.- Me dijo en voz baja.
-Y yo a ti.- Le dije en el mismo tono, y la ceremonia comenzó.
No me había dado cuenta de lo nerviosa que estaba hasta que me encontré frente al cura con Carlos a mi lado, pero no hacía más que repetirme a mí misma una y otra vez que todo saldría bien, que nada podría estropear esto.
-Carlos Perez Marco, amas a esta mujer como tu legitima esposa y prometes amarla en la salud y en la enfermedad, en  la pobreza y en la riqueza, hasta que la muerte os separe.
Carlos me miró a los ojos y sonrió,
-Sí quiero.- Dijo con la voz firme.
El cura repitió lo mismo hacia mí, pero no me di cuenta de nada, me perdí en los ojos de Carlos, sólo se que respondí sí quiero, en el momento adecuado y Carlos me besó.
Me alegré de haber respondido bien, de no haber vacilado, le amaba, le amaría por siempre, esa es una de las cosas seguras de mi vida.

*Carlos*
Tuve miedo, miedo a que la voz no me saliese, miedo a no decir lo correcto, a desmayarme, pero, ¿miedo a que Clara dijese que no?, nunca, sabía a la perfección lo que ella sentía por mí, y por eso me salieron las palabras, por saber que ella no vacilaría, y no lo hizo.
Salimos de la mano a la calle, después de hacernos fotos con todos, incluido nuestro pequeño Javier, al que Isa y Blas se habían llevado fuera junto a Sara, que tampoco aguantaba más dentro de la iglesia.
Una nube de arroz nos cubrió y las voces de todos gritando que nos besásemos. Agarré a Clara por la cintura pegándola a mí y la besé. Mi mujer, su marido, juntos.
Clara se dio la vuelta y lanzó el ramo, este fue a parar a las manos de Sara, ¿cómo podía tener tanta suerte?.
Nos acercamos a nuestros amigos una vez que todos dejaron de darnos la enhorabuena, cogí a Javier en brazos y le besé la frente.
-Ito, oma, os oca.- Dijo Sara mientras intentaba partir el ramo de flores en dos, su padre la ayudó y una vez lo hubo conseguido le dio la mitad a David y la otra mitad a Álvaro.
-¡Oh!, ¿me la puedo comer ya?- preguntó Álvaro.
-¡No!- chilló Sara riendo y Javier, al oírla reír, rió por primera vez.
Clara y yo nos miramos con los ojos muy abiertos, nuestro pequeño acababa de reírse por primera vez.
Clara y yo nos marchamos a hacernos fotos para el álbum de recuerdo, tardamos quizá demasiado, llegamos justos al convite, entramos de una forma divertida pero romántica.
Nuestro convite era bajo una carpa, en uno de los lugares más bonitos, rodeado de agua y tierra, era precioso.
Cenamos entre risas, después cortamos la tarta juntos, comimos y tocaba bailar, cogí a Clara de la mano y la llevé al centro de la pista, todos nos miraban muy atentos, estábamos solos en medio de los demás.
Clara y yo bailamos lentamente mientras me olvidaba de todos los demás, Clara y yo solos, juntos, como dos estrellas del cielo, ella es como mi estrella, brilla y me ilumina, y me gustaría pensar que yo soy la suya, que nos iluminamos el uno al otro, que nos acompañamos durante el viaje y que siempre nuestro amor permanecerá encendido.
Pegué mis labios a los suyos y la canción se acabó, todos comenzaron a aplaudir y volvimos del cielo a la tierra.
Poco a poco todos se fueron incorporando a la pista de baile, Clara y yo bailamos con Javier un rato, después Blas me robó a Clara e Isa bailó conmigo.
-Umm, si que hacía tiempo que no bailábamos los dos.- Dijo.
-Desde tu boda.- Le dije.
-Pues deberíamos bailar más a menudo, pero todos.- Dijo sonriente.- Enhorabuena, por todo, porque me alegro que te hayas casado con ella, porque se que la tratarás como se merece, porque se que ella te ama, y porque, espero que estéis juntos para siempre, aunque estoy segura de que lo haréis.- Abracé a Isa.
-Gracias.- Dije.- La última vez que bailamos, me dijiste, bueno a medias, que iba a ser padre, ¿algo que decir esta vez?.
-Que se que eres un gran padre, que te has vuelto muy responsable y que me alegro por Javier, porque tiene un padre increíble, ¿contento?- preguntó divertida.
-Umm, sí, me gusta.- Dije y le di un beso en la mejilla.
-Se me hace raro, ha pasado tanto tiempo desde Londres, ha sido todo muy deprisa, de golpe nos conocimos, conociste a Clara, me quedé embarazada, Raquel y Davis comenzaron a salir, Lau y yo nos casamos, Álvaro y Ainhoa se reconciliaron, tuvisteis a Javier y ahora, vuestra boda, madre mía... No quiero ni pensar en como de deprisa se está pasando todo.- Isa dejó escapar una pequeña lágrima, yo le levanté la cabeza con delicadeza y sonreí.
-Pero siempre seremos nosotros, los que nos conocimos en Londres, a pesar de todo lo que hemos pasado, esto nos ha unido más, ahora somos una gran familia, y no me arrepiento de nada, porque eso significaría a lo mejor, que ahora no estaría bailando con mi mejor amiga en mi boda con la chica de mis sueños, con mi hijo en brazos de mi hermano.
Isa me abrazó de nuevo.
-Sí, somos una gran familia.- Dijo y sonrió.
Lau me cogió de la mano y comenzamos a bailar.
-¡Mira!, la otra chica de Londres.- Dije y sonreí.
-Mira, el otro rubio de Londres.- Dijo y sonrió.- Me alegro mucho por vosotros, me alegro que de os conocieseis, de que le pidieras salir, de que tuvieseis a Javier y, de verdad que me alegro de que seas tú el que se case con ella, se que la amarás para siempre, que la correspondes y que lo afrontaréis todo juntos, mírate, padre, casado, puf, ¿quién se lo hubiera imaginado cuando nos conocimos?.- Dijo divertida mientras se le cristalizaban los ojos.
-¿Me estás diciendo que no me imaginabas felizmente casado? .- Pregunté.
-No, para nada.- Dijo ella quitándose una de las lágrimas de la mejilla.
-No me lo puedo creer, - dije haciéndome el indignado- ¿y a Dani sí te lo imaginabas así?.
-No, a él tampoco, bueno a ninguno, pero entiéndeme, éramos jóvenes.
-¡Y aún lo somos!, nos queda mucho por vivir.
-Y aún no hemos llegado ni a la mitad de nuestras vidas.- Dijo Lau, y la abracé.
-Gracias, por todo, por haberme dejado conocerte en Londres y haberte convertido en parte de mi familia.
Saqué a Ainhoa a Bailar, estaba bailando con Álvaro, así que cambiamos, ahora él con Lau y yo con su chica.
-¡Wow!, menuda barriguita.- Le dije sonriendo.
-Pues cuidado que dicen que a los casados les sale una parecida.
Solté una pequeña carcajada y ella me siguió.
-Soy la que menos te conoce, pero lo poco que te he llegado a conocer, he podido darme cuenta de lo maravilloso que eres y de la suerte que tiene Clara de haberte conocido.
-Yo si que he tenido suerte conociéndola a ella.- Miré entre todos, Clara estaba bailando con David.
-Se nota que os queréis, en como os miráis siempre, en como sonríes cuando la ves, sois el uno para el otro.
Abracé a Ainhoa y sonreí.
-Gracias, muchas gracias, y espero que dentro de unos meses, cuando me conozcas del todo, sigas pensando todo esto.
-Seguro que sí.
Ainhoa y yo apenas hemos hablado casi nunca, pero siempre he llegado a la conclusión de que es una chica estupenda y de que Álvaro es afortunado de haberla conocido.
-Me toca.- Dijo Raquel mientras se colocaba delante mía y nos poníamos a bailar.
-Has llegado la última, Raquel.- Dije divertido.
-Bueno, mejor tarde que nunca, o eso dicen.- Raquel sonrió de lado.- No quería soltarte lo mismo que todos sobre el tiempo que hace que nos conocemos, sobre lo que creo que eres para Clara o sobre lo maravilloso que eres, creo que esta noche ya lo has oído suficiente, yo quería hablarte de tu futuro, tipo los tres fantasmas de las navidades pasadas, solo que en nuestro caso hemos sido cuatro, empezando con Isa, Lau, y Ainhoa.
-¿Y que vas a hacerme?, ¿me llevarás mágicamente al futuro?. - Me burlé.
-No, mejor, te diré lo que quieres oír.- Volví a soltar una carcajada, esta vez más fuerte.- Era broma, quería hablarte de algo diferente, pero la verdad, se me ocurrían pocas cosas, así que déjame decirte que tienes una gran familia que te quiere, que siempre va a estar contigo y te va a apoyar, dentro de lo humanamente posible, bueno, y seguro que en lo imposible también te apoyaríamos, créeme cuando te digo que te queremos y que te deseamos, todos, lo mejor.
-Muchas gracias Raquel.
-¡Eh!, que no he acabado.- Dijo sonriendo.- Eso es lo que todos pensamos, pero lo que yo pienso es que, vas a ser un gran marido, padre y que vas a saber superar todo lo que se te ponga por delante en la vida, porque te conozco, y se que cuando quieres algo lo consigues, y se que esto lo habrás oído mucho, pero es lo que quería decir.
-Me da igual cuantas veces lo oiga, lo que me importa es quién me lo diga, de verdad, gracias.
Bailé con Sara ahora, con mi sobrina, la que no había más que reírse, hasta que Dani me la robó, pero es que Sara estaba loca por su padrino, ¿qué le iba a hacer yo?.
Volví a los brazos de Clara y me aferré con fuerza a ella.
-Te amo, ¿lo sabes de sobra, verdad?- dijo para mi sorpresa.
-Estaría loco si no lo supiera. ¿Y sabes tú que eres el amor de mi vida?- Clara me besó dulcemente.
Era muy tarde, Isa y Blas se acercaron a nosotros con Javier y Sara en brazos.
-Es muy tarde y nos vamos a ir.- Dijo Isa.- Buen viaje y ya nos veremos a la vuelta.
Clara abrazó a Isa y después a Blas.
Isa me abrazó a mí y después se acercó Blas, le abracé.
-Diviértete y no traigas un hermanito para Javi.- Dijo.
Me despedí de mi hijo y de Sara y se marcharon.
A los pocos minutos se acercaron Ainhoa y Álvaro.
-Nos vamos a ir ya, estoy un poco cansada, ya me entiendes Clara.- Dijo Ainhoa.
-Claro, tú ahora descansa.- Dijo.- Y que Pablo salga perfecto.- Dijo mi mujer.
-¿Por qué todas decís lo de Pablo?- preguntó Álvaro antes de abrazarnos a los dos.
-Ahora te lo cuento, cariño.- Dijo Ainhoa.- Buen viaje.- Nos abrazó y se fueron.
Laura y Dani se acercaron a los veinte minutos.
-Ya es muy tarde.- Dijo Dani.- Y mi pequeña tiene que descansar.- Dijo.
-Que conste que yo me habría quedado un rato más, pero no me deja.- Dijo Lau.
Nos abrazamos entre risas por la discusión de estos dos y se fueron.
Los últimos en irse fueron David y Raquel.
Nos abrazaron.
-¡Buen viaje!- dijo Raquel al separarse.
-Eso mismo.- Dijo David.
-Gracias.- Dijo Clara.
-¿Qué se siente al ser la única pareja sin hijos por ahora?- pregunté y Clara me dio un codazo.
Raquel tenía los ojos vidriosos y David le daba la mano.
-No, no puedo tener hijos.- Dijo Raquel con un hilo de voz.
-Lo siento, no lo sabía...- Dije y miré de reojo a Clara y a David, ninguno me lo había dicho.
-No pasa nada.- Sonrió de lado y al rato se marcharon.
Clara y yo subimos a la suit del hotel, reservada para nosotros.
-No me lo habías dicho....
-Se me olvidó.- Dijo.- Lo siento.
Agarré a Clara de la cintura y la pegué a mí, después la besé tiernamente. Besé su cuello despacio y con delicadeza, nos movimos hasta la cama y nos tumbamos, le quité el vestido y le acaricié con suavidad cada poro de la piel.
-Prométeme que nunca dejarás de amarme.- Dije.
-Te lo juro.
-Te lo juro.- Repetí sobre sus labios.
Y nos derretimos el uno sobre el otro, como la primera vez, que como siempre supe, no sería la última, y como ahora sé, tampoco esta lo sería.



viernes, 4 de julio de 2014

Capítulo 14: Llegará

*Raquel*
El viaje con David me sirvió para dejar de pensar en lo que se me venía encima, para intentar despejarme un poco, relajarme y poder pensar bien en qué diría y cómo lo diría. Aunque no fuera nada seguro, me estaba haciendo a la idea de que así era y no había forma de que fuera un error. Al volver a Madrid, ayudamos a mi hermanita y a Clara a mudarse a sus nuevas casas... Esas eran como las casas de mis sueños, siempre soñé con poder mudarme a un sitio como aquel y formar mi familia con mis seres queridos cerca y la realidad era que...
-Lo siento, Raquel, pero estos nuevos análisis y las pruebas vuelven a decir lo mismo-dijo mi ginecóloga entregándome unos papeles-, eres estéril.
Asentí y cogí los papeles entre mis manos y los miré sin verlos realmente, no quería leer lo que la doctora me estaba diciendo.
-Afortunadamente estamos en el siglo XXI y siempre podéis optar por la adopción...
Aunque estuviera en la consulta, no escuchaba apenas lo que me decía y, cuando empecé a ser consciente, ya estaba fuera del hospital... ¿Por qué yo? ¿Por qué justamente yo que quería tener una gran familia y no alguna de esas personas que tenía hijos para después tirarlos o abandonarlos en las esquinas? La vida era muy injusta.
Caminé sin rumbo hasta llegar a casa, David no estaba, por lo que podría intentar tranquilizarme un poco antes de darle la noticia a mi chico. Dejé el bolso encima del sofá y saqué los papeles para guardarlos en uno de mis cajones del mueble del salón, allí se quedarían hasta que reuniera las fuerzas y las palabras justas para decirle a David que no podría ser padre conmigo sin que decidiera dejarme e irse con otra que sí pudiera darle los hijos que yo no podría.
Mi móvil sonó, vacié mi gran bolso hasta encontrarlo y me encontré con una llamada de Isa.
-Dime hermanita-traté de sonar serena y creo que lo conseguí.
-Hola, hola-dijo alegre-.¿Lista para ir a mirar tu vestido de novia?
-¿Era hoy?-abrí los ojos como platos.
Justo el peor día para buscar un vestido para el que podría ser el día más importante de mi vida si mi futuro marido no decidía mandarme a volar al saber que no podría ser madre.
-No sé en qué mundo vivirás, pero anoche quedamos en que en media hora nos veríamos todas en el piso de Lau-rió.
-Lo siento, es que estoy nerviosa-mentí-.Me arreglo y nos vemos allí.
-Vale, hermanita, hasta luego-se despidió alegre.
-Hasta dentro de un rato-reí levemente y colgué.
Dejé el móvil con un suspiro sobre el sofá y volví a meter todo en el bolso, fui al baño, me retoqué el maquillaje, me arreglé el pelo y salí de casa con el móvil y las llaves del coche en la mano y el bolso colgado al hombro. En la puerta casi me choqué con David.
-Hola, amor-me sonrió después de darme un beso.
-¿Qué tal tu día?-metí mis manos en los bolsillos traseros de mis vaqueros.
-Agotador, solo tengo ganas de echarme un ratito contigo-me puso cara de perrito.
-Creo que eso va a tener que esperar-puse un puchero-, he quedado con las chicas.
-No es justo, ¿ahora qué quieren?-protestó como un niño.
-Creen que ya es hora de que busque mi vestido de novia-respondí encogiéndome de hombros.
-Entonces te dejo ir, pero con la condición de que vuelvas-me advirtió acercándose todo lo posible a mí.
-¿Me echarás de menos?-pregunté mirándole a los ojos.
-Te echo de menos incluso cuando te levantas al baño-susurró en mis labios.
-Eres un meloso, pero te quiero-le abracé por el cuello.
-Te amo-me besó.
Al separarnos, le sonreí, me subí en el coche y me puse camino a casa de Lau, donde ya estaban las chicas esperándome en la puerta.
-¡Tardona!-gritaron a la vez.
-Hey, llevo toda la mañana sin ver a David y me lo he cruzado en la puerta justo cuando salía-me defendí mientras salía del coche.
-Aw, cuánto quiere a su pastelito-rió Ainhoa abrazándome de medio lado.
-Muchísimo-murmuré pensativa.
-He organizado las tiendas a las que iremos, así que... ¡Andando!-exclamó Clara.
-¿Cómo andan esos bebés?-preguntó Isa.
-Genial, es de lo más tranquilo y, aunque se mueve, no me da apenas guerra-sonrió Ainhoa.
-Qué envidia, mi hijo creo que será futbolista como mínimo, da unas patadas que hasta Dani las nota solo pasando la mano por la barriga-suspiró Laura-, pero tengo unas ganas inmensas de que nazca.
-Seguro que será igual a su padre-rió Clara.
-No me importa, solo quiero que nazca sano-sonrió.
-Eso ni lo dudes-Isa entrelazó su brazo con el de ella.
-Primera tienda-Clara hizo que nos paráramos y entramos las cinco.
-Buenos días-se nos acercó una dependienta de unos cuarenta años, alta, morena y con gafas.
-Buenas-saludó Clara-, veníamos buscando un vestido para mi amiga que se casa este verano.
-Tengo unos que me han llegado hace poco y son preciosos además de perfectos, vengan conmigo-nos hizo un ademán.
La seguimos hasta un pasillo y nos mostró todos los vestidos. Mis amigas fueron las encargadas de escoger los que más les gustaron mientras yo me quedé un poco perdida mirando uno.
-Pruébatelos-me apremiaron.
Me los probé todos y cada uno de los que escogieron, pero ninguno llegó a convencerme del todo, mientras les mostraba cómo me quedaba el último, mi vista volvió a irse hacia el mismo vestido que había visto hacía un rato. Bajé la mirada y Laura me sonrió cómplice, se acercó al vestido, lo cogió y me lo tendió. La miré interrogante mientras lo cogía con cuidado.
-Te vi antes mirarlo, pero no lo cogí para hacerte de rabiar un poco-rió.
Reí con ella y entré al probador. Me quité el vestido con cuidado y me puse el nuevo fijándome en cómo me quedaba cada detalle.
Era un blanco vivo, sin tirantes y escote en forma de corazón, se ataba mediante un cordones a la espalda y la falda de gasa caía hasta el suelo sencilla, sin mucho vuelo, pero perfecta. Me encantaba.
Salí despacio y tímida del probador, las chicas hablaban entre ellas y, cuando Isa me vio, se llevó las manos al a boca.
-Oh, Dios mío-dijo emocionada.
-Estás preciosa-me sonrió Laura.
-¡Es perfecto!-exclamó Clara.
-Si no te lo llevas pienso llevármelo yo para que la envida te coma aunque me quede fatal-me advirtió Ainhoa.
-No creo que haga falta, este es justo como el que había soñado-bajé la mirada.
-Te queda perfecto, como si lo hubieran hecho a medida solo para ti-me sonrió la empleada-.Muchas mujeres han venido y se lo han probado, pero a ninguna le quedaba como a ti, creo que por eso no se lo han llevado aún.
-Yo sí que me lo llevaré-afirmé segura.
-Me pregunto por qué el resto de vosotras cuatro no fuisteis como es ella-las acusó Ainhoa-.Menos mal que has encontrado el tuyo, estoy agotada.
-Eh... Ainhoa-se le acercó Clara-, solo estamos en la primera tienda.
-Pero me pesan los siete meses-puso un puchero.
Reímos y fui a cambiarme, una vez pagué el vestido, me lo guardaron para que, un poco más adelante, fuera a buscarlo, no quise llevarlo a casa porque sabía que David terminaría viéndolo.
-Chicas, ¿os importa si vamos al piso?-nos preguntó Lau.
-¿Qué piso?-preguntó Clara.
-Al nuestro-respondió-, me acaba de mandar un mensaje un interesado y quiere verlo hoy mismo.
-Vamos, así entre todas le podremos criticar luego-dijo Clara maliciosa y todas soltamos una carcajada.
-No sabía que quisierais vender el piso-les comenté.
-No lo vamos a vender, sino alquilar, no queremos deshacernos de él, pero necesitamos una fuente de ingresos para ayudar a los chicos-explicó Isa.
-Hay qué ver que las niñas nos abandonan-dijo Ainhoa aparentando estar triste.
-Es verdad, ya se nos han hecho mayores-la imitó Laura.
-Tú también eres de las niñas-Clara le entrecerró los ojos.
-Pero soy mayor que vosotras-les sacó la lengua.
Entre más risas, llegamos al piso de Lau, nos montamos en mi coche. Ainhoa, quien se había sentado de copiloto, encendió la radio y sonó Llegará de Antonio Orozco.
-¡Adoro esta canción!-exclamó mi amiga.
-¡Dale voz!-gritó Laura desde la parte de atrás.
-El sol vuelve a salir, sin preguntar.
Verás, como al final empezará-cantó Ainhoa.
-Siempre te refugias cuando piensas que no hay más,
Dónde se reencuentran lo que fue y lo que será  
De aquel lugar de paz, debes saber...-continuó Laura.
-Los abrazos que hacen
Momentos que marcan
La vida, la calma y yo estaré
Muy cerca de tus pasos
Para que no te caigas,
Muy cerca y muy callado
Y así me vas contando.
Llegará.
Llegará-cantaron las cuatro a la vez.
-Siempre me sorprendes y parece que no estás,
Vas llegando adentro, no hace falta imaginar-se animó Isa.
-Son aquellas cosas que nos cuentan de qué va
Esta historia nuestra,
Que es tan nuestra que verás-siguió Clara.
-Que juntos es posible,
Que juntos llegará-me cantó Ainhoa mirándome con una sonrisa.
-Los abrazos que hacen
Momentos que marcan
La vida, la calma y yo estaré
Con las manos al aire
No hay penas que bailen
La vida, la calma y yo estaré
Muy cerca de tus pasos
Para que no te caigas,
Muy cerca y muy callado
Y así me vas contando.
Llegará.
Llegará-terminé animándome a cantar con ellas.
-Sea lo que sea y pase lo que pase, siempre estaremos unidas para ayudarnos en todo-dijo Ainhoa.
-Gracias, chicas-les sonreí.
-¿Por qué?-preguntó Isa con el ceño fruncido.
-No es un buen día para mí y me habéis ayudado a levantarme-traté de aguantar las lágrimas-, he estado esta mañana temprano en el médico y, bueno, no tengo buenas noticias.
-Raquel, cuéntanoslo después cuando estemos a solas, ¿vale?-me dijo Clara cuando hube aparcado frente al piso.
-Claro-asentí y nos bajamos.
En el portal había una pareja besándose que, al escucharnos, se separaron y se giraron a mirarnos.
-¡Gordita bella!-exclamó el chico.
-¿Tú?-Laura lo miró totalmente extrañada.
-Esperaba que me recibieras más efusiva, jo que soy tu primo-puso un puchero.
-Perdona es que me has pillado desprevenida-le abrazó.
-Menuda barriga, ¿qué va a ser mi sobrino?-se separó un poco de ella y le acarició la tripa.
-Quintillizos-respondió.
-Es broma, ¿verdad?-la miró con los ojos casi salidos de las órbitas.
-Sí, tranquilízate-rió-.Es solo uno, aunque se mueva como dos.
-No me asustes de esta manera-la miró mal.
-¿Qué hacéis aquí?-preguntó Ainhoa medio abrazada a su hermana.
-Venimos a ver el piso-le acarició la barriga.
-¿Vosotros sois los interesados?-preguntó Isa sorprendida.
-Sí, el otro piso se nos ha venido un poco grande y me acordé de vosotras, así que decidimos alquilar este-explicó Jesús.
-El lado bueno es que te tendré cerca-sonrió Lau.
-Y el malo es que después no podremos criticaros-puse un puchero.
-De eso nada, ellos serán a los que más critique-afirmó Clara y soltamos una carcajada.
Las chicas iban a subir al piso, pero yo decidí que me iba a casa ya, así que me despedí de todos, me monté en el coche y conduje hasta casa. Al entrar, un olor a lasaña me llegó desde la cocina y fui rápidamente para ver a David terminando de sacarla del horno.
-Creo que me voy a quedar con el nuevo cocinero, es muy sexy-sonreí pícara.
Sonrió, dejó la lasaña en la mesa y me hizo una seña para que me acercara a él, lo hice, me apretó contra él por la cintura y me besó apasionadamente.
-Si cocina como besa, sin duda alguna me fugo con él-le di un pequeño beso y me senté en una de las sillas.
-Si no te fugas conmigo, te rapto-se sentó a mi lado y me echó un trozo de lasaña en el plato-.Es casera, para que lo sepas.
-Jo, hace mil años que no como lasaña casera-se me iluminó la cara y comencé a comer-.Está buenísima.
-¿Entonces te fugas conmigo?-me sonrió.
-Hasta el fin del mundo iría contigo-le acaricié la mejilla y él me besó la mano.
Estuvimos comiendo unos minutos en silencio hasta que David volvió a hablar.
-Raquel...-le miré curiosa-¿Cómo estás?
-¿A qué te refieres?-fruncí el ceño.
-He visto los papeles de la ginecóloga-confesó.
-¿Cómo...?-solté el tenedor y me tensé un poco, la hora había llegado.
-Los has puesto en mi cajón, supongo que sin querer-respondió.
-No quería que te enterases así, prefería decírtelo yo-inspiré hondo-.Yo... Lo siento.
-No sientas nada, solo nos ha tocado a nosotros y ya está-cogió una de mis manos y la apretó.
-Me ha tocado y tú no debes sacrificarte por mí-le miré.
-Ven-se levantó e hizo que me levantara, me pegó a él y puso ambas manos en mis mejillas para que lo mirara a los ojos-.Mírame bien y escucha ¿sí?-asentí como pude-Estoy enamorado de ti como un loco, te amo más que a mi vida y no pienso que un contratiempo nos separe, NOS ha tocado pasar por esto, lo pasamos y listo, no te vas a deprimir y no me voy a ir de tu vida. ¿Piensas que te voy a dejar? Estás muy equivocada Raquel Rodríguez, porque estás obligada a casarte conmigo y a pasar el resto de tu vida conmigo-unió su frente con la mía.
-Te amo-logré decir mientras las lágrimas caían por mis mejillas.
-Yo más, mi vida-me limpió la cara-.Nuestro momento llegará, lo vas a ver y ¿sabes qué?-se le iluminó la cara-Adoptemos, sí, adoptemos a un bebé para empezar de cero con él o a un niño un poco más grande para darle el cariño que le falta-se agachó un poco para ponerse a mi altura-.Nos casamos y, después de nuestra Luna de Miel, adoptamos.
Y le abracé sin poder seguir hablando, mi vida entera, no me iba a dejar y seguía con planes para nuestro futuro juntos... Sí, yo también creía que nuestro momento de ser padres llegaría.