miércoles, 16 de julio de 2014

Capítulo 15. No sería la última.

*Clara*
Es el día de la boda, estaba demasiado nerviosa como para permanecer dormida un segundo más, así que me levanté y miré un momento más a Carlos.
-Te quiero.- Le susurré, no soy mucho de decir cosas melosas, pero ahora estaba dormido y no se iba a enterar de lo que le había dicho.
Me asomé a la habitación de nuestro bebé, nos habíamos terminado de mudar a las afueras hacía muy poco, bueno, nosotros y Blas e Isa con Sara. Nos pasábamos las tardes cotilleando sobre un programa de la televisión de top models o en el coche yendo y viniendo de la ciudad, pero esto me encantaba, mi casa de en sueños, mi prometido y mi bebé. Los tres juntos en un hogar que sería para siempre, porque no pensaba mudarme ni una vez más en lo que me quedaba de vida.
Javier hace un par de pucheros, se que iba a llorar, así que me adelanté y le cogí en brazos para mecerlo un par de veces.
-Ya está, no pasa nada.- Dije y le di un beso en la frente, mi pequeño se volvió a dormir, miré el reloj sobre su cuna, las ocho menos cuarto.
Javier se volvió a dormir y yo bajé al salón, casi me muero cuando vi las caras de las chicas en el cristal.
Estaban todas, ¿qué hacían aquí tan temprano.
Les abrí y ellas pasaron, nos metimos en la cocina para no hacer demasiado ruido.
-¿Qué estáis haciendo aquí?- pregunté.
-Estábamos en casa de Isa desde hace una hora, esperábamos para venir a despertarte, es hora de comenzar a arreglarte, así que despierta a Carlos y dile que vamos a mandarle a Blas con la niña y al resto de los chicos para que se arreglen juntos.- Dijo Ainhoa.
Abrí mucho los ojos.
-Me acabo de levantar.- Dije frunciendo el ceño.
-¿Y?, no todos los días es tu boda.- Dijo Isa encogiéndose de hombros.
Las chicas me agarraron de los brazos y me sacaron por la puerta de cristal por la que habían entrado, atravesamos el jardín y entramos en el de Isa, pocos segundos después estábamos en su casa.
Estaban todos los chicos, y Sara, allí, esperando a que llegase.
-Nos vemos luego.- Dijo David y salieron por donde habíamos entrado.
-¿No tenía que avisar yo a Carlos?- pregunté.
-No, será más divertido así.- Dijo Raquel.
Isa bajó mi vestido al salón y lo colgó de la cortina, después Lau me mandó a duchare, ellas ya estaban duchadas. Sí que habían madrugado.
Me doy un largo baño hasta que las chicas me vuelven a llamar desde el pasillo, salgo con una toalla colocada alrededor de mi cuerpo y veo a una mujer joven acabando de peinar a Raquel, Ainhoa ya estaba peinada.
-¿Qué?- preguntó sonriendo.- Tardabas mucho y de todas formas nos tenemos que peinar.
Me sientan en la silla, las chicas no habían reparado en gastos, Isa y Lau se ponen delante de mí con el maquillaje en las manos mientras la mujer me peinaba.
-Cierra los ojos.- Pidió Isa.
-Pon la boca así.- Pidió Lau mientras hacía un gesto raro.
Me maquillaron y me peinaron, después me coloqué el vestido que había elegido mientras peinaban a Lau e Isa se daba un baño para arreglarse.
Las horas se habían pasado volando. Mi vestido era largo y sencillo, estilo griego, mi peinado era un recogido que me dejaba un pequeño tirabuzón en la espalda, y los zapatos, altísimos.
-¡Oh, madre mía!- exclamó Raquel mientras a todas se le empañaban los ojos.
-¡Estás preciosa!- dijo Isa y me abrazó.
-¡Increíble!- Dijo Lau y me abrazó también.
Raquel llevaba un vestido color morado, largo y agarrado a su cuello, se había dejado media cabeza recogida (pelo) y el resto suelto haciendo una cascada de tirabuzones, Ainhoa llevaba un vestido verde un poco más largo y suelto, se le notaba la barriga de embarazada como a Lau.  Isa llevaba un vestido rojo, largo, con escote de corazón, unos tacones del mismo color y el pelo suelto muy rizado. Y Lau llevaba un vestido celeste, largo con escote en la espalda, los tacones blancos y el pelo suelto haciendo una cascada.
-Chicas, estáis preciosas.- Dije.
-Tú sí que lo estás.- Dijo Ainhoa.
Las cinco nos abrazamos y me soltaron deprisa.
-Mejor no nos arriesgamos a que te estropees el vestido o el peinado, ya habrá tiempo luego para abrazos.- Dijo Raquel.
Isa miró su móvil y soltó una pequeña carcajada, después nos mostró de que se reía.
-¡Oh!- exclamamos todas.
Blas le había mandado una foto de nuestros peques, Javier estaba vestido con un traje negro, como el de los chicos y una pajarita verde, a juego con el vestidito de Sara, que era verde, llevaba un lacito en la cabeza agarrando su pelo rubio, los peques estaban realmente adorables.
-¡Que monada!- chilló Raquel.- Os juro que me los voy a comer, a los dos.
-Eh, cuidado con mi niño.- Dije.
-Tranquila, en cuanto te vallas de luna de miel lo haré.- Dijo y me sacó la lengua.
-¡No te atreverás!- dije fingiendo indignación.
-Ya verás...- Raquel sonrió de lado y las demás comenzaron a reír.
-Chicas, a pesar de que me encantan estos momentos, deberíamos ir yendo hacia la iglesia si no quieres llegar tarde a tu propia boda.- Dijo Lau.
Salimos de la casa de Isa y nos separamos, en uno, Lau, Isa y yo, y en el otro Raquel y Ainhoa.
Me senté sola en la parte de atrás, y miré a mis amigas, Raquel se asomó a la ventana y alzó las cejas.
-¿Conduce mi hermana?- preguntó.- Puf, esperemos que no hayan heridos.
Y se fue dejando a Isa con mala cara, y a Lau y a mí riendo.
Al cabo de unos minutos paramos en las puertas de un hotel, para recoger a mis padres, los dos me miraron un momento y después a mi madre se le saltaron las lágrimas, mi padre no tardó en ponerse igual.
Llegamos a la iglesia muy deprisa, mi madre pasó un momento dentro, ella llevaría del brazo a Carlos, y su padre a mí.
Me agarró del brazo después de decir que estaba preciosa y pasamos.
Ahí estaban todos, todos mis familiares y amigos, y mucha más gente a la que no conocía, además de un par de paparachis a la entrada, pero eso no me extrañaba, un tercer Auryn se casaba.
Caminé derecha hasta estar frente a mi futuro marido, estaba guapísimo, llevaba un frac negro, una camisa blanca y una corbata del mismo color del traje, me miraba tiernamente y me ofrecía una de las manos, se la di y sonrió.
-Te quiero.- Me dijo en voz baja.
-Y yo a ti.- Le dije en el mismo tono, y la ceremonia comenzó.
No me había dado cuenta de lo nerviosa que estaba hasta que me encontré frente al cura con Carlos a mi lado, pero no hacía más que repetirme a mí misma una y otra vez que todo saldría bien, que nada podría estropear esto.
-Carlos Perez Marco, amas a esta mujer como tu legitima esposa y prometes amarla en la salud y en la enfermedad, en  la pobreza y en la riqueza, hasta que la muerte os separe.
Carlos me miró a los ojos y sonrió,
-Sí quiero.- Dijo con la voz firme.
El cura repitió lo mismo hacia mí, pero no me di cuenta de nada, me perdí en los ojos de Carlos, sólo se que respondí sí quiero, en el momento adecuado y Carlos me besó.
Me alegré de haber respondido bien, de no haber vacilado, le amaba, le amaría por siempre, esa es una de las cosas seguras de mi vida.

*Carlos*
Tuve miedo, miedo a que la voz no me saliese, miedo a no decir lo correcto, a desmayarme, pero, ¿miedo a que Clara dijese que no?, nunca, sabía a la perfección lo que ella sentía por mí, y por eso me salieron las palabras, por saber que ella no vacilaría, y no lo hizo.
Salimos de la mano a la calle, después de hacernos fotos con todos, incluido nuestro pequeño Javier, al que Isa y Blas se habían llevado fuera junto a Sara, que tampoco aguantaba más dentro de la iglesia.
Una nube de arroz nos cubrió y las voces de todos gritando que nos besásemos. Agarré a Clara por la cintura pegándola a mí y la besé. Mi mujer, su marido, juntos.
Clara se dio la vuelta y lanzó el ramo, este fue a parar a las manos de Sara, ¿cómo podía tener tanta suerte?.
Nos acercamos a nuestros amigos una vez que todos dejaron de darnos la enhorabuena, cogí a Javier en brazos y le besé la frente.
-Ito, oma, os oca.- Dijo Sara mientras intentaba partir el ramo de flores en dos, su padre la ayudó y una vez lo hubo conseguido le dio la mitad a David y la otra mitad a Álvaro.
-¡Oh!, ¿me la puedo comer ya?- preguntó Álvaro.
-¡No!- chilló Sara riendo y Javier, al oírla reír, rió por primera vez.
Clara y yo nos miramos con los ojos muy abiertos, nuestro pequeño acababa de reírse por primera vez.
Clara y yo nos marchamos a hacernos fotos para el álbum de recuerdo, tardamos quizá demasiado, llegamos justos al convite, entramos de una forma divertida pero romántica.
Nuestro convite era bajo una carpa, en uno de los lugares más bonitos, rodeado de agua y tierra, era precioso.
Cenamos entre risas, después cortamos la tarta juntos, comimos y tocaba bailar, cogí a Clara de la mano y la llevé al centro de la pista, todos nos miraban muy atentos, estábamos solos en medio de los demás.
Clara y yo bailamos lentamente mientras me olvidaba de todos los demás, Clara y yo solos, juntos, como dos estrellas del cielo, ella es como mi estrella, brilla y me ilumina, y me gustaría pensar que yo soy la suya, que nos iluminamos el uno al otro, que nos acompañamos durante el viaje y que siempre nuestro amor permanecerá encendido.
Pegué mis labios a los suyos y la canción se acabó, todos comenzaron a aplaudir y volvimos del cielo a la tierra.
Poco a poco todos se fueron incorporando a la pista de baile, Clara y yo bailamos con Javier un rato, después Blas me robó a Clara e Isa bailó conmigo.
-Umm, si que hacía tiempo que no bailábamos los dos.- Dijo.
-Desde tu boda.- Le dije.
-Pues deberíamos bailar más a menudo, pero todos.- Dijo sonriente.- Enhorabuena, por todo, porque me alegro que te hayas casado con ella, porque se que la tratarás como se merece, porque se que ella te ama, y porque, espero que estéis juntos para siempre, aunque estoy segura de que lo haréis.- Abracé a Isa.
-Gracias.- Dije.- La última vez que bailamos, me dijiste, bueno a medias, que iba a ser padre, ¿algo que decir esta vez?.
-Que se que eres un gran padre, que te has vuelto muy responsable y que me alegro por Javier, porque tiene un padre increíble, ¿contento?- preguntó divertida.
-Umm, sí, me gusta.- Dije y le di un beso en la mejilla.
-Se me hace raro, ha pasado tanto tiempo desde Londres, ha sido todo muy deprisa, de golpe nos conocimos, conociste a Clara, me quedé embarazada, Raquel y Davis comenzaron a salir, Lau y yo nos casamos, Álvaro y Ainhoa se reconciliaron, tuvisteis a Javier y ahora, vuestra boda, madre mía... No quiero ni pensar en como de deprisa se está pasando todo.- Isa dejó escapar una pequeña lágrima, yo le levanté la cabeza con delicadeza y sonreí.
-Pero siempre seremos nosotros, los que nos conocimos en Londres, a pesar de todo lo que hemos pasado, esto nos ha unido más, ahora somos una gran familia, y no me arrepiento de nada, porque eso significaría a lo mejor, que ahora no estaría bailando con mi mejor amiga en mi boda con la chica de mis sueños, con mi hijo en brazos de mi hermano.
Isa me abrazó de nuevo.
-Sí, somos una gran familia.- Dijo y sonrió.
Lau me cogió de la mano y comenzamos a bailar.
-¡Mira!, la otra chica de Londres.- Dije y sonreí.
-Mira, el otro rubio de Londres.- Dijo y sonrió.- Me alegro mucho por vosotros, me alegro que de os conocieseis, de que le pidieras salir, de que tuvieseis a Javier y, de verdad que me alegro de que seas tú el que se case con ella, se que la amarás para siempre, que la correspondes y que lo afrontaréis todo juntos, mírate, padre, casado, puf, ¿quién se lo hubiera imaginado cuando nos conocimos?.- Dijo divertida mientras se le cristalizaban los ojos.
-¿Me estás diciendo que no me imaginabas felizmente casado? .- Pregunté.
-No, para nada.- Dijo ella quitándose una de las lágrimas de la mejilla.
-No me lo puedo creer, - dije haciéndome el indignado- ¿y a Dani sí te lo imaginabas así?.
-No, a él tampoco, bueno a ninguno, pero entiéndeme, éramos jóvenes.
-¡Y aún lo somos!, nos queda mucho por vivir.
-Y aún no hemos llegado ni a la mitad de nuestras vidas.- Dijo Lau, y la abracé.
-Gracias, por todo, por haberme dejado conocerte en Londres y haberte convertido en parte de mi familia.
Saqué a Ainhoa a Bailar, estaba bailando con Álvaro, así que cambiamos, ahora él con Lau y yo con su chica.
-¡Wow!, menuda barriguita.- Le dije sonriendo.
-Pues cuidado que dicen que a los casados les sale una parecida.
Solté una pequeña carcajada y ella me siguió.
-Soy la que menos te conoce, pero lo poco que te he llegado a conocer, he podido darme cuenta de lo maravilloso que eres y de la suerte que tiene Clara de haberte conocido.
-Yo si que he tenido suerte conociéndola a ella.- Miré entre todos, Clara estaba bailando con David.
-Se nota que os queréis, en como os miráis siempre, en como sonríes cuando la ves, sois el uno para el otro.
Abracé a Ainhoa y sonreí.
-Gracias, muchas gracias, y espero que dentro de unos meses, cuando me conozcas del todo, sigas pensando todo esto.
-Seguro que sí.
Ainhoa y yo apenas hemos hablado casi nunca, pero siempre he llegado a la conclusión de que es una chica estupenda y de que Álvaro es afortunado de haberla conocido.
-Me toca.- Dijo Raquel mientras se colocaba delante mía y nos poníamos a bailar.
-Has llegado la última, Raquel.- Dije divertido.
-Bueno, mejor tarde que nunca, o eso dicen.- Raquel sonrió de lado.- No quería soltarte lo mismo que todos sobre el tiempo que hace que nos conocemos, sobre lo que creo que eres para Clara o sobre lo maravilloso que eres, creo que esta noche ya lo has oído suficiente, yo quería hablarte de tu futuro, tipo los tres fantasmas de las navidades pasadas, solo que en nuestro caso hemos sido cuatro, empezando con Isa, Lau, y Ainhoa.
-¿Y que vas a hacerme?, ¿me llevarás mágicamente al futuro?. - Me burlé.
-No, mejor, te diré lo que quieres oír.- Volví a soltar una carcajada, esta vez más fuerte.- Era broma, quería hablarte de algo diferente, pero la verdad, se me ocurrían pocas cosas, así que déjame decirte que tienes una gran familia que te quiere, que siempre va a estar contigo y te va a apoyar, dentro de lo humanamente posible, bueno, y seguro que en lo imposible también te apoyaríamos, créeme cuando te digo que te queremos y que te deseamos, todos, lo mejor.
-Muchas gracias Raquel.
-¡Eh!, que no he acabado.- Dijo sonriendo.- Eso es lo que todos pensamos, pero lo que yo pienso es que, vas a ser un gran marido, padre y que vas a saber superar todo lo que se te ponga por delante en la vida, porque te conozco, y se que cuando quieres algo lo consigues, y se que esto lo habrás oído mucho, pero es lo que quería decir.
-Me da igual cuantas veces lo oiga, lo que me importa es quién me lo diga, de verdad, gracias.
Bailé con Sara ahora, con mi sobrina, la que no había más que reírse, hasta que Dani me la robó, pero es que Sara estaba loca por su padrino, ¿qué le iba a hacer yo?.
Volví a los brazos de Clara y me aferré con fuerza a ella.
-Te amo, ¿lo sabes de sobra, verdad?- dijo para mi sorpresa.
-Estaría loco si no lo supiera. ¿Y sabes tú que eres el amor de mi vida?- Clara me besó dulcemente.
Era muy tarde, Isa y Blas se acercaron a nosotros con Javier y Sara en brazos.
-Es muy tarde y nos vamos a ir.- Dijo Isa.- Buen viaje y ya nos veremos a la vuelta.
Clara abrazó a Isa y después a Blas.
Isa me abrazó a mí y después se acercó Blas, le abracé.
-Diviértete y no traigas un hermanito para Javi.- Dijo.
Me despedí de mi hijo y de Sara y se marcharon.
A los pocos minutos se acercaron Ainhoa y Álvaro.
-Nos vamos a ir ya, estoy un poco cansada, ya me entiendes Clara.- Dijo Ainhoa.
-Claro, tú ahora descansa.- Dijo.- Y que Pablo salga perfecto.- Dijo mi mujer.
-¿Por qué todas decís lo de Pablo?- preguntó Álvaro antes de abrazarnos a los dos.
-Ahora te lo cuento, cariño.- Dijo Ainhoa.- Buen viaje.- Nos abrazó y se fueron.
Laura y Dani se acercaron a los veinte minutos.
-Ya es muy tarde.- Dijo Dani.- Y mi pequeña tiene que descansar.- Dijo.
-Que conste que yo me habría quedado un rato más, pero no me deja.- Dijo Lau.
Nos abrazamos entre risas por la discusión de estos dos y se fueron.
Los últimos en irse fueron David y Raquel.
Nos abrazaron.
-¡Buen viaje!- dijo Raquel al separarse.
-Eso mismo.- Dijo David.
-Gracias.- Dijo Clara.
-¿Qué se siente al ser la única pareja sin hijos por ahora?- pregunté y Clara me dio un codazo.
Raquel tenía los ojos vidriosos y David le daba la mano.
-No, no puedo tener hijos.- Dijo Raquel con un hilo de voz.
-Lo siento, no lo sabía...- Dije y miré de reojo a Clara y a David, ninguno me lo había dicho.
-No pasa nada.- Sonrió de lado y al rato se marcharon.
Clara y yo subimos a la suit del hotel, reservada para nosotros.
-No me lo habías dicho....
-Se me olvidó.- Dijo.- Lo siento.
Agarré a Clara de la cintura y la pegué a mí, después la besé tiernamente. Besé su cuello despacio y con delicadeza, nos movimos hasta la cama y nos tumbamos, le quité el vestido y le acaricié con suavidad cada poro de la piel.
-Prométeme que nunca dejarás de amarme.- Dije.
-Te lo juro.
-Te lo juro.- Repetí sobre sus labios.
Y nos derretimos el uno sobre el otro, como la primera vez, que como siempre supe, no sería la última, y como ahora sé, tampoco esta lo sería.



viernes, 4 de julio de 2014

Capítulo 14: Llegará

*Raquel*
El viaje con David me sirvió para dejar de pensar en lo que se me venía encima, para intentar despejarme un poco, relajarme y poder pensar bien en qué diría y cómo lo diría. Aunque no fuera nada seguro, me estaba haciendo a la idea de que así era y no había forma de que fuera un error. Al volver a Madrid, ayudamos a mi hermanita y a Clara a mudarse a sus nuevas casas... Esas eran como las casas de mis sueños, siempre soñé con poder mudarme a un sitio como aquel y formar mi familia con mis seres queridos cerca y la realidad era que...
-Lo siento, Raquel, pero estos nuevos análisis y las pruebas vuelven a decir lo mismo-dijo mi ginecóloga entregándome unos papeles-, eres estéril.
Asentí y cogí los papeles entre mis manos y los miré sin verlos realmente, no quería leer lo que la doctora me estaba diciendo.
-Afortunadamente estamos en el siglo XXI y siempre podéis optar por la adopción...
Aunque estuviera en la consulta, no escuchaba apenas lo que me decía y, cuando empecé a ser consciente, ya estaba fuera del hospital... ¿Por qué yo? ¿Por qué justamente yo que quería tener una gran familia y no alguna de esas personas que tenía hijos para después tirarlos o abandonarlos en las esquinas? La vida era muy injusta.
Caminé sin rumbo hasta llegar a casa, David no estaba, por lo que podría intentar tranquilizarme un poco antes de darle la noticia a mi chico. Dejé el bolso encima del sofá y saqué los papeles para guardarlos en uno de mis cajones del mueble del salón, allí se quedarían hasta que reuniera las fuerzas y las palabras justas para decirle a David que no podría ser padre conmigo sin que decidiera dejarme e irse con otra que sí pudiera darle los hijos que yo no podría.
Mi móvil sonó, vacié mi gran bolso hasta encontrarlo y me encontré con una llamada de Isa.
-Dime hermanita-traté de sonar serena y creo que lo conseguí.
-Hola, hola-dijo alegre-.¿Lista para ir a mirar tu vestido de novia?
-¿Era hoy?-abrí los ojos como platos.
Justo el peor día para buscar un vestido para el que podría ser el día más importante de mi vida si mi futuro marido no decidía mandarme a volar al saber que no podría ser madre.
-No sé en qué mundo vivirás, pero anoche quedamos en que en media hora nos veríamos todas en el piso de Lau-rió.
-Lo siento, es que estoy nerviosa-mentí-.Me arreglo y nos vemos allí.
-Vale, hermanita, hasta luego-se despidió alegre.
-Hasta dentro de un rato-reí levemente y colgué.
Dejé el móvil con un suspiro sobre el sofá y volví a meter todo en el bolso, fui al baño, me retoqué el maquillaje, me arreglé el pelo y salí de casa con el móvil y las llaves del coche en la mano y el bolso colgado al hombro. En la puerta casi me choqué con David.
-Hola, amor-me sonrió después de darme un beso.
-¿Qué tal tu día?-metí mis manos en los bolsillos traseros de mis vaqueros.
-Agotador, solo tengo ganas de echarme un ratito contigo-me puso cara de perrito.
-Creo que eso va a tener que esperar-puse un puchero-, he quedado con las chicas.
-No es justo, ¿ahora qué quieren?-protestó como un niño.
-Creen que ya es hora de que busque mi vestido de novia-respondí encogiéndome de hombros.
-Entonces te dejo ir, pero con la condición de que vuelvas-me advirtió acercándose todo lo posible a mí.
-¿Me echarás de menos?-pregunté mirándole a los ojos.
-Te echo de menos incluso cuando te levantas al baño-susurró en mis labios.
-Eres un meloso, pero te quiero-le abracé por el cuello.
-Te amo-me besó.
Al separarnos, le sonreí, me subí en el coche y me puse camino a casa de Lau, donde ya estaban las chicas esperándome en la puerta.
-¡Tardona!-gritaron a la vez.
-Hey, llevo toda la mañana sin ver a David y me lo he cruzado en la puerta justo cuando salía-me defendí mientras salía del coche.
-Aw, cuánto quiere a su pastelito-rió Ainhoa abrazándome de medio lado.
-Muchísimo-murmuré pensativa.
-He organizado las tiendas a las que iremos, así que... ¡Andando!-exclamó Clara.
-¿Cómo andan esos bebés?-preguntó Isa.
-Genial, es de lo más tranquilo y, aunque se mueve, no me da apenas guerra-sonrió Ainhoa.
-Qué envidia, mi hijo creo que será futbolista como mínimo, da unas patadas que hasta Dani las nota solo pasando la mano por la barriga-suspiró Laura-, pero tengo unas ganas inmensas de que nazca.
-Seguro que será igual a su padre-rió Clara.
-No me importa, solo quiero que nazca sano-sonrió.
-Eso ni lo dudes-Isa entrelazó su brazo con el de ella.
-Primera tienda-Clara hizo que nos paráramos y entramos las cinco.
-Buenos días-se nos acercó una dependienta de unos cuarenta años, alta, morena y con gafas.
-Buenas-saludó Clara-, veníamos buscando un vestido para mi amiga que se casa este verano.
-Tengo unos que me han llegado hace poco y son preciosos además de perfectos, vengan conmigo-nos hizo un ademán.
La seguimos hasta un pasillo y nos mostró todos los vestidos. Mis amigas fueron las encargadas de escoger los que más les gustaron mientras yo me quedé un poco perdida mirando uno.
-Pruébatelos-me apremiaron.
Me los probé todos y cada uno de los que escogieron, pero ninguno llegó a convencerme del todo, mientras les mostraba cómo me quedaba el último, mi vista volvió a irse hacia el mismo vestido que había visto hacía un rato. Bajé la mirada y Laura me sonrió cómplice, se acercó al vestido, lo cogió y me lo tendió. La miré interrogante mientras lo cogía con cuidado.
-Te vi antes mirarlo, pero no lo cogí para hacerte de rabiar un poco-rió.
Reí con ella y entré al probador. Me quité el vestido con cuidado y me puse el nuevo fijándome en cómo me quedaba cada detalle.
Era un blanco vivo, sin tirantes y escote en forma de corazón, se ataba mediante un cordones a la espalda y la falda de gasa caía hasta el suelo sencilla, sin mucho vuelo, pero perfecta. Me encantaba.
Salí despacio y tímida del probador, las chicas hablaban entre ellas y, cuando Isa me vio, se llevó las manos al a boca.
-Oh, Dios mío-dijo emocionada.
-Estás preciosa-me sonrió Laura.
-¡Es perfecto!-exclamó Clara.
-Si no te lo llevas pienso llevármelo yo para que la envida te coma aunque me quede fatal-me advirtió Ainhoa.
-No creo que haga falta, este es justo como el que había soñado-bajé la mirada.
-Te queda perfecto, como si lo hubieran hecho a medida solo para ti-me sonrió la empleada-.Muchas mujeres han venido y se lo han probado, pero a ninguna le quedaba como a ti, creo que por eso no se lo han llevado aún.
-Yo sí que me lo llevaré-afirmé segura.
-Me pregunto por qué el resto de vosotras cuatro no fuisteis como es ella-las acusó Ainhoa-.Menos mal que has encontrado el tuyo, estoy agotada.
-Eh... Ainhoa-se le acercó Clara-, solo estamos en la primera tienda.
-Pero me pesan los siete meses-puso un puchero.
Reímos y fui a cambiarme, una vez pagué el vestido, me lo guardaron para que, un poco más adelante, fuera a buscarlo, no quise llevarlo a casa porque sabía que David terminaría viéndolo.
-Chicas, ¿os importa si vamos al piso?-nos preguntó Lau.
-¿Qué piso?-preguntó Clara.
-Al nuestro-respondió-, me acaba de mandar un mensaje un interesado y quiere verlo hoy mismo.
-Vamos, así entre todas le podremos criticar luego-dijo Clara maliciosa y todas soltamos una carcajada.
-No sabía que quisierais vender el piso-les comenté.
-No lo vamos a vender, sino alquilar, no queremos deshacernos de él, pero necesitamos una fuente de ingresos para ayudar a los chicos-explicó Isa.
-Hay qué ver que las niñas nos abandonan-dijo Ainhoa aparentando estar triste.
-Es verdad, ya se nos han hecho mayores-la imitó Laura.
-Tú también eres de las niñas-Clara le entrecerró los ojos.
-Pero soy mayor que vosotras-les sacó la lengua.
Entre más risas, llegamos al piso de Lau, nos montamos en mi coche. Ainhoa, quien se había sentado de copiloto, encendió la radio y sonó Llegará de Antonio Orozco.
-¡Adoro esta canción!-exclamó mi amiga.
-¡Dale voz!-gritó Laura desde la parte de atrás.
-El sol vuelve a salir, sin preguntar.
Verás, como al final empezará-cantó Ainhoa.
-Siempre te refugias cuando piensas que no hay más,
Dónde se reencuentran lo que fue y lo que será  
De aquel lugar de paz, debes saber...-continuó Laura.
-Los abrazos que hacen
Momentos que marcan
La vida, la calma y yo estaré
Muy cerca de tus pasos
Para que no te caigas,
Muy cerca y muy callado
Y así me vas contando.
Llegará.
Llegará-cantaron las cuatro a la vez.
-Siempre me sorprendes y parece que no estás,
Vas llegando adentro, no hace falta imaginar-se animó Isa.
-Son aquellas cosas que nos cuentan de qué va
Esta historia nuestra,
Que es tan nuestra que verás-siguió Clara.
-Que juntos es posible,
Que juntos llegará-me cantó Ainhoa mirándome con una sonrisa.
-Los abrazos que hacen
Momentos que marcan
La vida, la calma y yo estaré
Con las manos al aire
No hay penas que bailen
La vida, la calma y yo estaré
Muy cerca de tus pasos
Para que no te caigas,
Muy cerca y muy callado
Y así me vas contando.
Llegará.
Llegará-terminé animándome a cantar con ellas.
-Sea lo que sea y pase lo que pase, siempre estaremos unidas para ayudarnos en todo-dijo Ainhoa.
-Gracias, chicas-les sonreí.
-¿Por qué?-preguntó Isa con el ceño fruncido.
-No es un buen día para mí y me habéis ayudado a levantarme-traté de aguantar las lágrimas-, he estado esta mañana temprano en el médico y, bueno, no tengo buenas noticias.
-Raquel, cuéntanoslo después cuando estemos a solas, ¿vale?-me dijo Clara cuando hube aparcado frente al piso.
-Claro-asentí y nos bajamos.
En el portal había una pareja besándose que, al escucharnos, se separaron y se giraron a mirarnos.
-¡Gordita bella!-exclamó el chico.
-¿Tú?-Laura lo miró totalmente extrañada.
-Esperaba que me recibieras más efusiva, jo que soy tu primo-puso un puchero.
-Perdona es que me has pillado desprevenida-le abrazó.
-Menuda barriga, ¿qué va a ser mi sobrino?-se separó un poco de ella y le acarició la tripa.
-Quintillizos-respondió.
-Es broma, ¿verdad?-la miró con los ojos casi salidos de las órbitas.
-Sí, tranquilízate-rió-.Es solo uno, aunque se mueva como dos.
-No me asustes de esta manera-la miró mal.
-¿Qué hacéis aquí?-preguntó Ainhoa medio abrazada a su hermana.
-Venimos a ver el piso-le acarició la barriga.
-¿Vosotros sois los interesados?-preguntó Isa sorprendida.
-Sí, el otro piso se nos ha venido un poco grande y me acordé de vosotras, así que decidimos alquilar este-explicó Jesús.
-El lado bueno es que te tendré cerca-sonrió Lau.
-Y el malo es que después no podremos criticaros-puse un puchero.
-De eso nada, ellos serán a los que más critique-afirmó Clara y soltamos una carcajada.
Las chicas iban a subir al piso, pero yo decidí que me iba a casa ya, así que me despedí de todos, me monté en el coche y conduje hasta casa. Al entrar, un olor a lasaña me llegó desde la cocina y fui rápidamente para ver a David terminando de sacarla del horno.
-Creo que me voy a quedar con el nuevo cocinero, es muy sexy-sonreí pícara.
Sonrió, dejó la lasaña en la mesa y me hizo una seña para que me acercara a él, lo hice, me apretó contra él por la cintura y me besó apasionadamente.
-Si cocina como besa, sin duda alguna me fugo con él-le di un pequeño beso y me senté en una de las sillas.
-Si no te fugas conmigo, te rapto-se sentó a mi lado y me echó un trozo de lasaña en el plato-.Es casera, para que lo sepas.
-Jo, hace mil años que no como lasaña casera-se me iluminó la cara y comencé a comer-.Está buenísima.
-¿Entonces te fugas conmigo?-me sonrió.
-Hasta el fin del mundo iría contigo-le acaricié la mejilla y él me besó la mano.
Estuvimos comiendo unos minutos en silencio hasta que David volvió a hablar.
-Raquel...-le miré curiosa-¿Cómo estás?
-¿A qué te refieres?-fruncí el ceño.
-He visto los papeles de la ginecóloga-confesó.
-¿Cómo...?-solté el tenedor y me tensé un poco, la hora había llegado.
-Los has puesto en mi cajón, supongo que sin querer-respondió.
-No quería que te enterases así, prefería decírtelo yo-inspiré hondo-.Yo... Lo siento.
-No sientas nada, solo nos ha tocado a nosotros y ya está-cogió una de mis manos y la apretó.
-Me ha tocado y tú no debes sacrificarte por mí-le miré.
-Ven-se levantó e hizo que me levantara, me pegó a él y puso ambas manos en mis mejillas para que lo mirara a los ojos-.Mírame bien y escucha ¿sí?-asentí como pude-Estoy enamorado de ti como un loco, te amo más que a mi vida y no pienso que un contratiempo nos separe, NOS ha tocado pasar por esto, lo pasamos y listo, no te vas a deprimir y no me voy a ir de tu vida. ¿Piensas que te voy a dejar? Estás muy equivocada Raquel Rodríguez, porque estás obligada a casarte conmigo y a pasar el resto de tu vida conmigo-unió su frente con la mía.
-Te amo-logré decir mientras las lágrimas caían por mis mejillas.
-Yo más, mi vida-me limpió la cara-.Nuestro momento llegará, lo vas a ver y ¿sabes qué?-se le iluminó la cara-Adoptemos, sí, adoptemos a un bebé para empezar de cero con él o a un niño un poco más grande para darle el cariño que le falta-se agachó un poco para ponerse a mi altura-.Nos casamos y, después de nuestra Luna de Miel, adoptamos.
Y le abracé sin poder seguir hablando, mi vida entera, no me iba a dejar y seguía con planes para nuestro futuro juntos... Sí, yo también creía que nuestro momento de ser padres llegaría.