jueves, 29 de mayo de 2014

Capítulo 12: La familia va creciendo

*Laura*
Durante el parto de Clara no pude evitar recordar el de Isa, estaba muy nerviosa y deseaba que todo saliera bien, pero no podía ser posible que siempre nos pasara algo parecido con las ambulancias. ¿Acaso ninguna de nosotras iba a poder tener a su hijo en un hospital rodeada de médicos y enfermeras?
-Dani-dije en cuanto me contestó al teléfono-, estamos en el hospital.
-¿Qué ha pasado?-sonó bastante alarmado.
-Tú sobrino ha nacido-respondí-, en casa de Isa y Blas antes de salir a comprar.
-Madre mía, en diez minutos estoy allí-dijo-.Un besito.
-Otro para ti-sonreí al móvil como una tonta.
-¿Qué dice?-me preguntó Blas.
-Viene para acá-me senté junto a él que estaba con Sara en sus brazos.
-Manina-me echó los brazos y yo la cogí.
-Raquel dice que ya vienen-nos comentó Isa sentándose junto a su marido-.Y Ainhoa que bajan en un momento, están en la consulta de maternidad.
-Es verdad, hoy se sabría el sexo del bebé-sonreí.
-¿Tú cuándo tienes que ir?-me preguntó mi amiga.
-En dos semanas, a ver si se quiere dejar ver-puse una mueca.
-Tiene pinta de que va a ser tan tímido o tímida como tú-se rió Blas.
-¿Tu bebé?-preguntó mi ahijada mirándome con los ojos muy abiertos.
-Sí, princesa, el bebé se esconde para que nadie le vea-le dije.
-Aún es pronto-me dijo Isa-, solo estás de cuatro meses.
-Lo sé, pero me hace ilusión poder empezar a comprarle más cosas azules o rosas-puse un puchero.
-Hola, hola-llegaron Raquel y David.
-Hey-les sonreí.
-¿Cómo están Clara y el bebé?-preguntó Raquel sentándose frente a nosotros con Sara, quien le había echado los brazos.
-Les están haciendo las últimas pruebas-respondió Blas.
-¿Pero están bien?-preguntó David.
-Los de la ambulancia nos dijeron que sí-respondió Isa-.Uno de ellos era el que vino cuando nació Sara y se ha quedado un poco pillado al vernos.
-Se habrá asustado porque pensará que no sois capaces de tener partos normales-se burló el moreno.
-No te rías que no ha sido culpa nuestra, sino de ellos por no venir antes-le fulminé con la mirada.
-David, no te metas con una embarazada, puede traerte mala suerte-se burló Raquel.
-No me hace gracia-me crucé de brazos.
-Hola, chicos-Ainhoa venía de lo más feliz agarrada de la mano de su chico.
-¿Y esa felicidad?-le preguntó Blas.
-Ya sabemos lo que es nuestro bebé-se sentaron con nosotros-, un niño.
-Javier tendrá un compañero de juegos-sonrió Álvaro.
-Por Dios, que alguien traiga una palangana que al papi se le cae la baba-bromeé.
-Ya llegará vuestro momento-me sacó la lengua.
-¿Todavía no habéis entrado?-preguntó Dani nada más llegar.
-Hola, cariño, también nos alegramos de verte-ironicé rodando los ojos-.Cada día te vuelves más descastado.
-Hola, amor-me dio un beso en los labios.
-¿Nosotros no contamos?-Blas le miró alzando las cejas.
-No mucho-hizo un gesto de desdén y le di un golpe en el hombro.
-Gracias, mejor amigo-Isa hizo hincapié en la forma de llamarle.
-De nada-le guiñó un ojo.
-Chicos-nos llamó Carlos-, ya podéis entrar.
Todos nos levantamos y le seguimos hasta la habitación de Clara, suerte que estaba sin compañera porque si la hubiese tenido, no habríamos podido entrar todos.
-¿Cómo estás, mami?-me acerqué a ella y le di un beso en la mejilla.
-Bien-me sonrió-.¿Has visto lo precioso que es mi bebé?
-Es guapísimo, como sus padres, aunque se parezca más al rubio-señalé con la cabeza a Carlos que estaba al lado de la cuna pendiente de lo que le hacían los chicos a su hijo-.Será un gran padre.
-Gracias-me apretó la mano.
-Menudo hijo más guapo, es lindísimo-dijo Raquel emocionada.
-Tiene a quien parecerse-soltó Carlos.
-Menos lobos, Caperucita-rió Dani.
-Me parece mentira que estemos otra vez aquí-dijo Isa.
-Parece que fue ayer cuando discutimos sobre ser los padres y tíos de Chiqui y ahora estamos aumentando la familia-me emocioné.
-Y con bebés de verdad-añadió Álvaro divertido y reímos-.Yo aún recuerdo como si apenas hubiéramos pasado el viaje a Londres, cuando Isa se nos acercó haciendo como si no nos conociera.
-¡Bella!-exclamó Carlos por la cara.
-¡Edward!-le imitó.
-Callad escandalosos, que nos van a echar-rió Ainhoa.
-No importa cuánto tiempo pase, ese siempre será nuestro comienzo-dijo Blas abrazando a Isa que llevaba a su hija.
-Estoy muy orgullosa de vosotras, chicas, os conozco a las tres desde que erais piojos y me alegra un montón ver en lo que os habéis convertido-nos sonrió con los ojos acuosos.
-Momento histórico, Raquel va a llorar-exclamó Clara.
Todos soltamos una carcajada, pero nos miramos con ternura, éramos una gran familia unida y feliz.
-Bueno, para los que no lo sabéis aun, mi hijo es un niño-dijo Álvaro.
-Otro machote a la familia, solo falta saber el de Lau-me miró David.
-Se va a hacer de rogar-Dani me pasó las manos por la barriga.
-No es eso, es que no está de acuerdo con vuestras apuestas, por eso se esconde-puse morritos.
-Anda ya, eso es que va a ser igual de arrogante que el padre-se burló Carlos y yo lo miré mal-.No he dicho nada.
-El próximo que vuelva a meterse con mi bebé, se la va a cargar-les advertí.
-Cuidado con ella que araña-dijo Dani.
-A ti el primero-le miré mal.
-A Isa le dio por las fresas con helado, a Clara por el cambio completo de humor y a Laura por ser irascible-rió David-.Ainhoa, ¿a ti por qué te ha dado?
-Por los peluches-dijo ella.
-Y los dramas-añadió Álvaro-, se ha visto Querido John tres veces esta semana.
-Es que es una película preciosa-puso un puchero.
-Creo que en esta familia no hay embarazos normales-rió Dani.
-Ni partos normales-reprochó Blas.
-Eso no es culpa nuestra-defendió Isa.
-Es cierto, es de los recortes en sanidad-dijo Clara.
-No importa, Ainhoa ingresará unas semanas antes para evitar esto-dijo Álvaro.
-Lo que tú digas-le encaró ella.
Un móvil comenzó a sonar, era el de Dani.
-Ahí va, tu padre se ha hecho WhatsApp-me dijo.
-¿Qué dices?-lo miré incrédula y me mostró su móvil-¿Para qué se ha hecho este hombre WhatsApp?
-Obvio, ya me está preguntando por ti-respondió mientras le escribía a mi padre.
Puse los ojos en blanco mientras suspiraba, estaban los dos demasiado sobre protectores conmigo.
-¿Pasa algo?-preguntó Raquel.
-Mi padre está asustado con la idea de que me haya quedado embarazada-respondí.
-¿Y eso?-Clara me miró ceñuda.
-Por la enfermedad de mi madre, hace unas semanas que descubrió el Internet y se informó bastante y parece ser que algunos hijos que nacen durante esa enfermedad, pueden heredarla-les expliqué-.Me he hecho muchísimos análisis y pruebas y todo indica que estamos bien, pero los ninguno de los dos es capaz de aceptarlo del todo.
-Solo se preocupan por ti-Isa me acarició el brazo-.Pero estoy segura de que no te va a pasar nada.
Le sonreí y esperé a que Dani terminara de hablar con mi padre.
-¿Qué te ha dicho?-pregunté en cuanto guardó el móvil y me abrazó por detrás colocando sus manos sobre mi barriga.
-Quiere que le llames en cuanto vayas al médico-me dio un beso en el hombro y yo puse los ojos en blanco.
-Perdón-escuchamos una puerta proveniente de la puerta-.Se acaba la hora de visita y tanto la mamá como el bebé necesita descanso.
-Lo sentimos, ya nos vamos-dijo Álvaro.
Nos despedimos de los papis y nos fuimos. Aquella noche, tras ducharme, me tumbé en la cama a leer un libro mientras Dani se duchaba y, cuando acabó, vino hacia la cama y se tumbó atravesado poniendo la cabeza sobre mi tripa apenas hinchada aún.
-Quiero que pase el tiempo rápido para poder tenerle ya entre mis brazos-dejó un beso y comenzó a acariciarla.
-Dani, tengo miedo-confesé en voz baja.
-¿De qué o a qué?-alzó la cabeza y me miró.
-¿Qué pasaría si llega un momento en el que tenga que decidir entre él o yo?-le miré a los ojos.
-No va a llegar-negó con la cabeza y siguió acariciándome la tripa.
-Dani...-me incorporé un poco.
-No-tiró de una de mis piernas para dejarme tumbada, me quitó el libro y lo dejó sobre la mesita de noche y se puso sobre mí ahorcajadas dejando su peso en sus rodillas y sus manos a cada lado de mí-.Laura, no pienses siquiera en eso, es verdad que puede que sea hereditaria, pero el ginecólogo ya nos dijo que estás bien, cada mes te irás haciendo una serie de pruebas y ellas nos dirán que no vas a desarrollar esa enfermedad por mucho que tu padre esté asustado tampoco puede ponerte de esta forma, no quiero que te pongas así. Nuestro hijo nacerá sano y tú no tendrás que haber elegido entre ninguno de los dos, ¿vale?-me dijo serio.
Asentí dejando caer las lágrimas por mis mejillas.
-Lo siento...
-Pequeña, no sientas nada-pegó su frente a la mía-.Perdóname a mí, he sido un bruto.
-No, tienes razón, es que me pongo paranoica y mi padre no ayuda-bajé la mirada.
-Tranquila, voy a hablar con él y, si se queda más tranquilo, le mandaré los informes médicos-me secó las lágrimas.
-Gracias.
-Olvídalo, ¿sí?-me dio un beso en la frente-Vamos a dormir.
Se tumbó a mi lado boca arriba y yo me moví para quedar de lado dándole la espalda, entendía a todo el mundo, entendía que se preocuparan por mí, que no quisieran que yo me preocupara de más, pero a veces sentía que no me entendían ellos a mí...
-Pequeña-me llamó Dani moviéndose en la cama.
Se pegó a mi espalda y pasó uno de sus brazos por encima de mí.
-¿Qué?-susurré.
-Perdóname, no debería haberte hablado así-me acarició el brazo.
-No importa-sorbí por la nariz.
-Hey, sí que importa, tú te sientes mal y a mí no me gusta pelear contigo-me dio la vuelta para mirarme a la cara.
-Estoy más sensible, es todo-traté de restarle importancia.
-Mi pequeña-me acarició la mejilla-, ¿qué te pasa?
-Estoy cansada, es todo-me aparté el pelo de la cara.
-Hay algo más, lo sé-me dio con el dedo en la nariz-, cuéntamelo, anda.
-Solo...-suspiré-Me siento nostálgica, hace nada aún estaba planeando el viaje a Londres con Isa y ahora somos un grupo de cinco en el que dos estamos casadas, dos tienen un hijo, otras dos estamos esperando un bebé y dos tienen planes de boda. Es todo tan increíble y va tan bien que apenas puedo creerlo aún.
-Es ley de vida-me sonrió y me pasó el pelo por detrás de la oreja-.Somos una familia de diez, en la que ya hay dos bebés y dos están en camino y seguirá creciendo sin malos ratos, ya los pasamos todos y ahora toca disfrutar.
Le abracé fuerte y traté de hacer caso a sus palabras, aunque algo dentro de mí me decía que no todo iban a ser buenos momentos.