domingo, 23 de junio de 2013

Capítulo 83: Para siempre

*Dani*
Mi familia se había tomado la noticia de la boda bastante bien, aunque pensaban lo que todos: Que éramos muy jóvenes. Yo lo sé, pero tenía claro que quería pasar el resto de mi vida junto a ella, así que por adelantarlo no iba a pasar nada.
Estuvimos quedando con Isa y Blas para preparar todo ya que habíamos decidido que nos casaríamos juntos y así sería una boda doble. Era un poco lío ya que cada pareja tenía sus muchos invitados, así que hicimos un poco de recorte y nos quedamos con nuestras familias y algunos de nuestros amigos más cercanos. Había sido difícil decidir a quién dejar atrás, pero bueno, lo conseguimos. Entre los cuatro habíamos reunido a unos 500 invitados, alquilamos un local con un jardín que parecía no tener fin. Era un poco rústico al estar a las afueras de Madrid, pero estaba bastante bien, era grande y, casi al final del jardín, había un pequeño estanque que les encantó a las chicas.
La verdad es que fue un mes bastante movidito entre avisos, preparativos, compras, envíos de las invitaciones, controlar que todo estuviera bien... Tanto que casi no veía a mi futura esposa por estar también liado con algunos ensayos y conciertos de la gira 'Anti-héroes'.
Pero el mes se pasó y, cuando me quise dar cuenta, ya estábamos a 14 de julio, un día antes de la boda.
Me desperté aquella mañana un poco atontado y, al girarme en la cama, me di cuenta de que Laura no estaba. Empecé a buscarla con la mirada por la habitación, pero no estaba. Escuché la puerta, así que me hice el dormido.
Noté como se hundía un poco el colchón y después alguien se movía.
-Dani...-susurró cerca de mí-Amor, estás cansado ¿eh?-rió levemente, me dio un beso en el hombro y me acarició el pelo-No te haces una idea de lo mucho que agradezco haberte conocido, mi príncipe azul, mi chico perfecto-no pude evitar sonreír, pero intenté que no notara que estaba despierto-.¿Con qué estarás soñando?-siguió acariciándome el pelo-¿Sabes? Debo parecer tonta aquí hablando sola-rió-.Dani... Cielo...-me acarició la espalda ya que estaba boca abajo-Rubito son las doce.
¿Las doce? ¿Tanto había dormido? Bueno, nos habíamos acostado casi a las dos, así que...
-Oye, no pases de mí-me dio golpecitos en el hombro-, que sé que estás despierto-me susurró.
-Hola-abrí los ojos y le sonreí.
-Hola-me devolvió la sonrisa.
-¿Cómo sabías que estaba despierto?-pregunté curioso.
-En realidad no lo sabía, lo intuía, pero no estaba segura-rió.
-Tramposa-reí y me abalancé sobre ella quedando encima.
-¿Qué me vas a hacer?-preguntó.
-No sé...-me puse pensativo y comencé a hacerle cosquillas.
-¡NO! ¡Dani!-gritó entre risas-Para, por favor.
-No, tú misma has dicho que debía hacerte algo-me encogí de hombros haciéndole más cosquillas.
-Pero no cosquillas-se revolvía entre mis brazos.
-No me tientes que se me pasan muchas cosas por la cabeza...-sonreí pícaro dejando de hacerle cosquillas.
-¡Pervertido!-me miró con los ojos abiertos.
-Eh, de pervertido nada-me quejé-.Primero porque no he especificado qué era lo que se me ha pasado por la cabeza y segundo porque aunque ahora eres mi novia, mañana dejarás de serlo para convertirte en mi esposa-le di un pequeño beso en los labios.
-Puede parecer una tontería, pero estoy nerviosa-se mordió el labio inferior.
-¿Tontería por qué? Yo también lo estoy-confesé.
-¿Sí?-me miró fijamente-¿Y eso?
-Supongo que el día de tu boda te pones nervioso y más si es porque vas a unir tu vida con la de la persona a la que más amas-le acaricié la mejilla.
Me sonrió y volvió a morderse el labio inferior, yo le di con el dedo para que dejara de hacerlo.
-Tranquila, sé qué se siente, pequeña-le di un pequeño beso en los labios.
-Gracias-dijo-.Gracias por estar aquí conmigo después de todo, por quererme y cuidarme, por...-la besé haciendo que callara.
-Deja de agradecer cosas que no tienen por qué ser agradecidas-la miré fijamente-.Estoy contigo, te quiero igual que tú a mí, te cuido porque eres mi vida y siempre vas a serlo, así que no des las gracias-volví a besarla.
-Te amo-me dijo con los ojos cristalizados.
-Yo también te amo, mi pequeña-la besé de nuevo, pero un beso más largo.
Su móvil sonó, así que nos separamos y ella lo cogió.
-Hola papá, ¿ya vais a salir?-hizo una pausa-Vale, dadme un toque cuando estéis llegando para ir a recogeros. Sí, adiós-colgó.
-¿Ya han salido?-pregunté acomodándome a su lado.
-Van a salir ahora, dicen que estarán aquí para esta noche-respondió mirándome.
-Eso quiere decir que aun tengo todo el día para estar solo contigo-dije pícaro.
-Sí-se echó encima de mí-.Te amo.
-Yo también te amo-la besé-.Pequeña, ¿puedo hacerte una pregunta?
-Claro que sí-me sonrió.
-¿Por qué dices que soy tu príncipe azul?-pregunté curioso, era algo que llevaba rondándome la mente un tiempo.
-Se supone que los príncipes azules salvan a las chicas en apuros ¿no?-yo asentí-Tú me salvaste cuando pensé que el mundo se me venía encima.
-¿Qué hice para salvar a mi princesa en apuros?-la abracé por la cintura pegándola más a mí.
-Aparecer en mi vida, hacer que dejara de sentirme sola y quererme-respondió poniéndose de nuevo a mi lado pero ligeramente apoyada en mí.
-Pero antes de conocerme ya tenías amigos, ¿por qué dices que hice que dejaras de sentirte sola?-pregunté curioso de nuevo mientras le apartaba el pelo de la cara.
-Sí, tenía amigos, pero lo que necesitaba era a un chico que estuviera a mi lado, apoyándome y que me hiciera sentir querida-me miró fijamente-.Siempre soñé con cruzarme con mi príncipe azul, pero nunca llegué a imaginarme que el primer chico con el que crucé mirada en Londres sería el mismísimo Dani Auryn, mi casi marido y mi chico perfecto.
-Nunca he entendido eso de que soy tu chico perfecto-confesé.
-Es porque te amo y ya no quiero una vida junto a otra persona que no seas tú-me dio un pequeño beso en los labios.
-Te amo como a nada en este mundo y te juro que no te voy a dejar escapar por nada-me sinceré pegando mi frente a la suya.
-Más te vale, porque sino tendrías que aguantarme porque aquí me quedaría aunque quisieses echarme-dijo divertida pero firme.
-¿Te atarías a la pata de la cama?-me hice el sorprendido.
-No, te ataría a ti para que no pudieras salir se acomodó pegándose más a mí.
-Eres una loquita-reí a milímetros de sus labios-, pero aun así te amo.
-¿Cuánto?-me miró a los ojos.
-Descúbrelo por ti misma-la besé.
Un beso largo, profundo, lento y apasionado. Cargado de todo lo que sentía hacia ella. Cuando nos faltó el aire, nos separamos, nos miramos a los ojos, me eché un poco sobre ella y seguí demostrándole cuánto la amaba mientras ella me lo demostraba a mí también.
Sobre las ocho de la tarde, fuimos al hotel dónde se iban a quedar el padre, la abuela y los tíos de Laura. Estuvimos cenando con ellos y nos despedimos pronto ya que las chicas habían quedado en ir a recoger a mi chica a partir de las ocho y media de la mañana. Al llegar a casa, la abracé por la cintura y la pegué a mí.
-Ya solo quedan horas-le di un pequeño beso.
-Estoy muy nerviosa-me devolvió el abrazo.
-Tranquila, todo va a salir bien-le sonreí.
-Estoy tranquila porque confío en ti y porque estaremos juntos-me miró a los ojos.
-Desde hace un año y diez meses hasta el final-le devolví la mirada-.Te juro que nada ni nadie hará que volvamos a separarnos.
-Y si lo hace, le demostraremos a quién sea que nosotros podemos más que cualquier cosa-añadió.
Sonreí y la besé. Nos fuimos a dormir sobre las doce y media y nos quedamos dormidos bastante tarde, estábamos muy nervioso y apenas pudimos conciliar el sueño.
A la mañana siguiente, me desperté sobresaltado gracias a Laura.
-¿Qué pasa?-pregunté frotándome los ojos.
-Son las ocho y media-dijo mientras se levantaba y daba vueltas por la habitación cogiendo cosas.
-¿Y?-pregunté adormilado y sin enterarme de nada.
-Pues que las chicas iban a pasar a por mí a las ocho y media y aún tengo que ducharme-respondió y salió de la habitación.
-Vale, yo voy a dormir un rato más-grité para que me escuchara.
-Más te vale no dormirte y llegar a la iglesia a tiempo ¿eh?-me amenazó asomándose por la puerta.
-Tú tranquila que a las doce estaré en la iglesia esperándote junto a Blas-sonreí.
-Más te vale-me señaló y entró al baño.
Yo cerré los ojos y volví a dormirme, pero no fue por mucho tiempo ya que tocaron el timbre. Seguramente serían las chicas, así que decidí pasar de ellas un poco pero empezaron a tocar como si no hubiera mañana, así que no me quedó más remedio que levantarme e ir a abrir. En efecto eran las chicas y estaban un poco desesperadas porque decían que no daría tiempo y Clara, cómo no, nos hizo rabiar a Laura y a mí dejándonos sin un beso.
Cuando se fueron, miré el reloj y vi que eran las nueve menos diez, así que comencé a prepararme las cosas. Iríamos, lo más seguro, a prepararnos los cinco juntos a casa de Blas por la peque y para ir juntos así como las chicas llegarían juntas.
Una vez todos vestidos, esperamos a la hora bromeando entre nosotros y con la pequeña que era mi adoración. No sabía qué era, pero tenía un vínculo especial con ella y la quería un montón, podía ser porque era su padrino y porque, junto con Laura, la ayudé a nacer.
A las once y media, nos pusimos rumbo a la iglesia con mi madre y la madre de Blas. Los nervios comenzaron a hacerse notar, estábamos que no podíamos parar de temblar. Miré a mi madre que estaba a mi lado y me sonrió con ternura.
-Ya va a llegar, tranquilo-me acarició el brazo-.¿No sabes eso de que las novias siempre se hacen esperar?-preguntó divertida.
-Sí, pero son casi las doce, ya debería estar aquí-dije un poco desesperado.
-Dani, no seas impaciente, una novia conlleva mucho tiempo vestirse y arreglarse, además, después de hoy ya la tendrás para ti solo-me dijo.
-Y para siempre-añadí pensativo-.Mamá, gracias por apoyarme.
-Es mi trabajo como madre, además quiero tu bien y sé que Laura lo es-me sonrió y la abracé-.Anda, mira, ya no tendrás que esperar más.
Miré hacia la puerta y la vi. Enseguida sonreí sin pensarlo y me sorprendí bastante, preciosa se quedaba corto a cómo estaba. Con su vestido blanco caminaba hacia mí del brazo de su padre. Mis nervios se fueron, ya no me importaba nada, ella venía hacía mí y todo iba a salir bien. Cuando terminaron de acercarse, su padre me cogió la mano y la unió con la de su hija.
-Dani, te entrego a lo más preciado que tengo, mi pequeña Laura, hazla feliz ¿vale?-me miró.
-Por supuesto, a partir de ahora, mi única meta será hacerla feliz todos los días de mi vida-respondí mirando a mi chica.
-Me quedo tranquilo y más al saber que os amáis como lo hacéis-le dio un beso a Laura que tenía los ojos cristalizadas y se fue a sentar al banco junto a mi madre.
-Te amo, pequeña-le di un beso en la mejilla.
-Yo también te amo.
Miramos y vimos como Isa y Blas se daban de las manos, nos miraban y los cuatro nos sonreímos.
-Hermanos, estamos aquí reunidos para unir en matrimonio a Isabella y Blas y a Laura y Daniel-comenzó el sacerdote y pasó al sermón.
No solté para nada la mano de Laura en ningún momento, noté que aún seguía un poco nerviosa, ya que tenía la mano helada.
-Blas Cantó, ¿aceptas a Isabella Rodríguez para amarla y respetarla en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza todos los días de tu vida hasta que la muerte os separe?-preguntó el sacerdote y todos estuvimos pendiente de mi amigo.
-Sí, acepto-respondió casi enseguida.
-Isabella Rodríguez, ¿aceptas a Blas Cantó para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza todos los días de tu vida hasta que la muerte os separe?-ahora todos mirábamos a Isa.
-Claro-todos reímos-.Sí, acepto.
-Los anillos por favor-pidió a los padrinos.
Se pusieron los anillos, se pasaron las arras y nos tocó a nosotros.
-Daniel Fernández, ¿aceptas a Laura Ruíz para amarla y respetarla en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza todos los días de tu vida hasta que la muerte os separe?-preguntó y yo dirigí mi mirada a mi pequeña.
-Sí, acepto-le sonreí.
-Laura Ruíz, ¿aceptas a Daniel Fernández para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza todos los días de tu vida hasta que la muerte os separe?-mi niña me miró con una sonrisa.
-Sí, acepto-yo le apreté la mano un poco.
-Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre. Yo os declaro marido y mujer, a los cuatro-dijo divertido y dio la ceremonia por acabada-.Los novios pueden besar a las novias.
¡Por fin! Pensé que nunca diría la bendita frase. Di un paso acercándome a Laura y puse mis manos en sus mejillas.
-Te amo-la besé.
Todos estallaron en aplausos y nosotros nos separamos y nos abrazamos.
-Yo también te amo-dijo.
Mientras todos iban saliendo de la iglesia, nosotros nos acercamos a Blas e Isa y los abrazamos y felicitamos.
-Felicidades, hermano-lo abracé.
-Gracias e igualmente, hermano-me devolvió el abrazo.
Nos separamos y me volví hacia Isa.
-Felicidades, cuñada-la abracé fuerte.
-Felicidades, cuñado-me devolvió el abrazo.
-Felicidades, cariño-se me acercaron mis padres con mi hermana.
-Muchas gracias-los abracé.
Después abracé a mi suegro y a la abuela de mi chica. Los cuatro salimos fuera y en la puerta todos comenzaron a tirarnos arroz y a gritar eso de "¡beso, beso!". Así que no perdí el tiempo y volví a besar a mi esposa. Jo, qué bien sonaba. Los saludamos a todos y nos quedamos por los jardines de alrededor, Isa, Blas, Laura y yo, a hacernos fotos mientras todos los invitados se iban a dónde sería el banquete.
Nos hicimos fotos de muchas maneras, en parejas, Blas y yo, Isa y Laura, los cuatro juntos...
Casi a las dos y media de la tarde, nos montamos en los coches y fuimos al local donde todos nos estaban esperando. Nos recibieron con aplausos y felicitaciones. Nos sentamos los cuatro en nuestra mesa y pasamos una comida muy amena hablando entre nosotros, bromeando... Fue una buena decisión eso de la boda doble. Me lo estaba pasando en grande.
La hora del baile de los novios llegó, así que me levanté y le extendí mi mano a Laura.
-¿Me concede este baile, hermosa dama? Prometo que no se arrepentirá-le guiñé un ojo.
-Encantada, caballero-puso su mano sobre la mía y la ayudé a levantarse.
Isa y Blas también vinieron con nosotros y los cuatro nos pusimos en mitad de una especie de pista de baile que habían montado. La canción, Thousand Years de Christina Perri, la habían escogido las chicas alegando que era una canción preciosa y que la querían como vals de los novios. La música empezó y nosotros a bailar, las chicas tenían razón, la letra era preciosa.
-¿Me querrás por mil años más?-pregunté uniendo mi frente con la suya.
-No-me miró fijamente a los ojos-, te amaré por toda la eternidad.
-Te amo por y para siempre.
-Yo también te amo-me sonrió.
Nos besamos y continuamos bailando. Cuando la canción se acabó, cambiamos las parejas y seguimos bailando.
A eso de las diez de la noche, ya era hora de que nos fuéramos a casa porque por la mañana temprano, tendríamos que coger un avión para irnos dos días a Venecia, trece a Roma y quince a un lugar especial que aun era sorpresa pero sabría que le encantaría.
-Venga, todas las solteras, que vamos a tirar el ramo-gritaron Isa y Laura.
Todas las chicas se pusieron en un grupo todas apiñadas esperando a ver quién podía coger el ramo. Primero lo tiró Isa, que cayó en manos de Carlos.
-Anda, rubiales, escoge a tu chico ¿no?-me burlé.
-No te burles que el ramo me ha venido como anillo al dedo-se volvió hacia su chica y le guiñó un ojo.
-¿A qué te refieres?-le preguntó David extrañado.
-A nada, a nada-se hizo el loco y abrazó a Clara dándole el ramo.
-Venga, ahora yo-dijo Laura y lo tiró.
Esta vez cayó en manos de una chica, pero de una un poco joven para casarse: Sara. Sonreí y me acerqué a ella.
-Pricesita, parece que la próxima en casarte eres tú ¿eh?-me agaché para estar a su altura, ya que estaba sentada en el carro junto a sus abuelas.
-Anino, ¿te asas onmigo?-me miró y yo me enternecí.
-Por supuesto que sí, preciosa-le sonreí y le di un beso en  la mejilla.
Un rato después, nos despedimos de todos y nos fuimos a nuestra casa. Antes de que Laura entrara, la cogí en brazos y entramos dentro. La dejé en el suelo, cerré la puerta y la abracé por la cintura.
-Por fin solos, por fin eres mi esposa, por fin te puedo besar a mis anchas...-comencé a besarla.
-Te amo Dani, te amo, te amo, te amo-me abrazó por el cuello-.¿Cómo puedo mostrarte todo lo que siento?
-Se me ocurre una buena forma-volví a besarla.
Y así, entre besos, a trompicones y quitándonos la ropa por el camino, llegamos a nuestra habitación donde nos volvimos a demostrar cuánto nos amábamos, pero, ahora, como marido y mujer. Algo que sería para toda la vida, hasta que la muerte nos separara.


*Blas*
Miré a mi pequeña y a Isa, estaban en el sofá, Isa le estaba leyendo un cuento y mi princesa estaba muy entusiasmada.
Me encantaba la forma en la que Isa sabía ocultar sus nervios ante nuestra pequeña.
Chiqui se subió al sofá y se tendió al lado de Sara.
-¡Api!- me llamó mi princesa.- ¡En!
-Voy princesa- me senté a su lado y abracé a Isa por la cintura.
-¡Ami! igue- empezó a reír.
-Sí- sonrió mi chica.. Mañana era el gran día, estaba que me moría por que llegase, quería que fuese ya el momento en el que Isa se convirtiese en mi esposa, ella era mi todo y eso lo quería para siempre. Sabía de sobra que junto a ella todo saldría bien, pero no por ello se me quitaría los nervios.
Isa me llamó.
-Blas- susurró, la miré y me fijé en que la peque se había dormido.- Vamos a llevarla a su cama.
-Es normal que esté así, esta noche pasada no ha dormido a penas.- dije mientras ayudaba a Isa a levantarse.
Llevamos a la peque a su habitación, aún era temprano, no habíamos llegado ni al almuerzo, pero Sara estaba cansada, se había pasado toda la noche llorando porque tenía pesadillas, todo por culpa de su tito David... Quién había tenido la maravillosa ocurrencia de ver una peli de terror con mi princesa en su casa.
Cuando dejamos a la peque y a Chiqui, quién se quedó con ella en el suelo tendido, Isa y yo bajamos al salón.
Abracé a mi loca por la cintura y la pegué a mí.
-Te amo, ¿lo sabes no?
-Claro que sí- me besó- Eres mi todo- me abrazó.
-¿Estás nerviosa?
-Mucho, se que todo va a salir bien, pero, no puedo evitarlo...
-Tranquila- le besé el pelo y le acaricié la espalda.- Todo va a salir mejor que bien, nos espera toda una vida por delante juntos y solo llevamos el comienzo.
Me besó despacio, en un beso que comenzó siendo lento y suave, pero ese beso fue cambiando, los besos comenzaron a aumentar y nosotros comenzamos a querer más el uno del otro.
Como pudimos llegamos a nuestra habitación, donde nos tendimos en la cama y nos perdimos una vez más en el interior del otro.
-Chiqui- me susurró la voz que más adoraba yo de todas, me dio un pequeño beso y yo comencé a abrir los ojos con una sonrisa que me cruzaba la cara.- Sara se ha despertado, no va a tardar en comenzar a llorar.
-¿Ami? ¿Api?- se escuchaba a mi princesa.
-¿A qué hora se le ocurrió a David poner esa película de terror?- fruncí el ceño.
Isa me abrazó y apoyó su cabeza en mi pecho.
-Parece que se ha vuelto a dormir- dijo.
Ya no se oía a Sara decir nada.
Isa me besó y yo sonreí.
-¡Papá! ¡Mamá!
-¿Acaba de llamarnos bien?- pregunté abriendo mucho los ojos.
-Eso parece- dijo Isa igual de sorprendida que yo.
-¡Mami!- dijo Sara llorando- ¡Papi!
-¡Voy!- exclamé levantándome de golpe y tirando a Isa.-Ups...- reí y ella me miró entrecerrando los ojos.
Me coloqué los pantalones del pijama y me dirigí a la habitación de mi princesa, que estaba sentada en su cunita con las mejillas empapadas de lágrimas y los ojos muy rojos de llorar.
-Princesa- al verme extendió los brazos y sonrió a penas un segundo.
No me lo pensé dos veces y la cogí en brazos.
-No pasa nada- empecé a acunarla.
-Taba olita papi- rodeó mi cuello con sus pequeños bracitos.
-No pasa nada princesa, no hay que tener miedo a la casa- dije intentando sonar lo más tranquilizador que pude.
-Ya... ¿Y mami?- preguntó en mi oído.
-Aquí princesa- dijo acercándose desde el marco de la puerta.
Isa le puso el chupete a Sara, la peque no solía utilizarlo, pero de vez en cuando la calmaba.
Isa salió de la habitación con la escusa de que iba a preparar la comida, o ya, más bien la merienda.
Me quedé solo con mi princesa.
Le tocaba baño y me iba a tocar bañarla a mí, siempre acababa yo más mojado que ella, no se como se las apañaba.
-Sara, toca baño.- Se sacó el chupete de la boca y me miró fijamente.
-Papi...- me puso ojitos.- ¿Abes e no lo vas a onseguir? - rió.
-Eres un bicho- empecé a hacerle cosquillas y ella a reír a pleno pulmón. Había salido a su madre, tenía cosquillas en cada milímetro de su cuerpo.
Llené su bañera de agua y la desvestí.
-Venga princesa, que toca baño.
-¿Or qué no nos añamos untos papi?- me puso ojitos.
-Princesa, siempre acabamos los dos bañados...- dije recordando cada vez que la había bañado yo, y siempre, siempre, me había acabado mojando desde los pies a la cabeza.
Sara comenzó a reír, me encantaría saber que se le pasa por la cabeza en algunos momentos.
La metí con cuidado en la bañera y ella comenzó a reír ante el contacto del agua caliente.
Empezó a echarme agua.
-¡Enga papi! ¡Guita!- rió.
-¡No!- dije intentando contener la risa- ¡Sara eso está mal!- puso un puchero y se estuvo quieta a penas un segundo, porque no aguanté y le di un beso en la cabeza- Lo siento princesa, ¿me perdonas?- asintió y sonrió.- Te quiero preciosa.
-Y yo papi- me abrazó, por lo menos yo aún no llevaba camisa... sino me habría mojado entero.
La saqué de la bañera cuando estaba bien limpia y la sequé con cuidado, después la vestí y bajamos al salón, donde Isa estaba viendo una película en la televisión.
Merendamos los tres juntos, o más bien los cuatro, ya que Chiqui estaba con nosotros en todo momento.
Pasamos el resto de la tarde en casa, los cuatro, haciendo lo que hace cualquier familia normal, o casi, porque lo que yo sentía por mis chicas no lo era, por ella podría hacer cualquier cosa y eso era algo que jamás pensé posible.
Cuando ya era bastante tarde, me ofrecí a preparar la cena, mientras mis chicas y Chiqui se quedaban en el salón.  
Cenamos y mi chica y yo subimos  a ponerle el pijama a Sara, ya que nuestra peque ya empezaba a dar cabezadas.
-Papi, mami, yo no ero ime a omi ya- nos puso ojitos.
-Pero preciosa, ya es tarde.- Dijo Isa.
-Ero mami, yo no engo... - bostezó- eño.
Reí y le dí  un beso en la cabeza.
-Venga, princesa.
Isa y yo acostamos a la pequeña, que calló en cuanto la tapamos.
Mi chica y yo salimos de la habitación, donde Chiqui se había quedado con Sara.
Nosotros nos fuimos a nuestra habitación a ver un poco la televisión que teníamos ahí.
-Mañana es el gran día.- Dijo Isa abrazándome por la cintura.
-Por fin- la acerqué a mí y la besé.- No sabes el tiempo que llevo esperando este momento.
-Lo que se dice una vida- dijo ella mirándome sonriendo.-Te amo.
-Y yo a ti, eres lo mejor que me ha pasado jamás.
La volví a besar, esta vez de una forma más intensa, acaricié su piel, el roce de nuestros labios era increíble desde el primer momento, y eso jamás cambiaría, una vez más nos unimos en uno.
Noté como me cubrían el cuello de besos, era una sensación muy agradable, abrí los ojos poco a poco y la miré sonriente.
-Buenos días preciosa- dije acariciándole la espalda suavemente.
-Buenos días bello durmiente.
-¿Preparada para el gran paso?
-A tu lado, sí.- Sonreí y ella me besó- ¿Y tú?
-Desde luego.
Su móvil sonó, eran las chicas, con las que había quedado en un rato para cambiarse todas juntas, igual que los chicos y yo.
Nos levantamos y mi chica se metió en la ducha mientras yo iba a ver como estaba mi princesa.
La peque estaba ya despierta y me miraba sonriente.
-¡Papi!- extendió sus bracitos y me rodeó con ellos.- ¡En apo!
-¿Guapo? Gracias princesa, tú si que eres guapa, es que te como - la cogí en brazos y comencé a hacerle cosquilitas y a darle besos.
-¡No papi, no me omas!- dijo riendo.
-¿Por qué? estás muy rica, umm- dije poniendo muecas.
-Apito, no se ome a Sarita ¿vale?- me puso una voz pava.
-Vale, papito no se come, de momento, a Sarita- le di un beso en la mejilla y la abracé. -¡Ai! Que voy a echar de menos a mi princesa.
-¿or qué?- me miró con sus preciosos ojos muy abiertos.
-Porque mami y yo nos vamos de viaje y tu te quedas con tita Raquel y tito David unos días, también te vas a quedar con tito Álvaro y tita Ainhoa y con tito Carlos y tita Clara.
-¿On Otos?- se sorprendió- ¿en serio? - asentí- ¡que chuli!- se paró a pensar un momento- ¿Y manina y anino?
-No, ellos también se van de viaje.
-Jo- puso un puchero- aninito es muy oco y me ase eir ucho- se tapó la boca con las manos mientras sonreía- y manina es muy ena onmigo y la ero ucho ucho.- Pensó otra vez- ¿Or qué no uedo ir on mami y ontigo de viaje?- puso pucheritos- yo os ero ucho ucho- se le cristalizaron los ojos- No os allais in mí.
-¿De verdad no puedo comerte, princesa?
-No...- se había picado.
-Mira, es que este viaje no pueden ir niños, pero te prometo de corazón que al próximos vamos mamá, papá y la princesa.
-¿Y Chiqui?
-A lo mejor.
-¡Sí! ¿Y espues con manina y anino? ¿y los titos?
-Sí.
-¿ometido?
-Prometido.
Isa apareció ya vestida con ropa normal y con el pelo húmedo, cogió a nuestra peque en brazos, yo fui a la ducha y al salir, me dirigí en toalla a la habitación, donde estaba la ropa para cambiarme, Chiqui estaba allí esperándome con uno de mis zapatos en la boca.
Conseguí quitárselo y me vestí, a medias, porque la camiseta se la llevó escaleras abajo.
-¡Chiqui!- le grité y comencé a perseguirle.
Las chicas ya estaban en casa, así que me despedí de Isa, y me quedé con Sara, encerré a Chiqui en la cocina como castigo y me coloqué la camisa.
-¿A onde va mami?
-A vestirse.
-Ya ta vestida- dijo riendo.
-Sí, pero va a ponerse más guapa.
-Mami ya es muy apa.
-Sí, si que es muy guapa- dije sonriendo inconscientemente.
Mi madre me llamó diciendo que se retrasaría...
Los chicos llegaron, estuvimos un rato haciendo el tonto, cambiándonos y cambiamos a Sara, le mandé una foto a Isa de nuestra princesa.
Mi madre llegó, ya era el momento de irnos hacia la iglesia... Estaba tan nervioso.
Las chicas se retrasaban un poco, Dani y yo estábamos con los nervios al máximo.
-Cariño- mi madre se acercó a mí y me acarició la mejilla- Tranquilo, sabes que es lo que debes, y lo que quieres, se que ella es la chica de tu vida- miró a Sara que estaba jugando con David- Bueno, y Sara- reí nervioso.
-Son mis chicas, se que todo va a salir bien, pero... Mamá, no entiendo por qué estoy tan nervioso,... Estoy de los nervios... Y no debería, después de haber estado presente en el parto- recordé cuando nació mi hija- que fue complicado, ahí pasé miedo.
-Es lo normal, pero, ¿sabes? No puedes comparar una cosa con la otra, el matrimonio es un paso en el que te unes a esa persona que tú has elegido y que amas y sabes que amarás por los restos, es con una persona que te llevas bien, que te comprende, que te anima, que te quiere como tu a ella, es algo que te pone la piel de gallina porque es un gran paso, cuando nació Sara, tuviste miedo porque es tu hija y tu chica las que arriesgan la vida, ellas son las personas que más vas a querer en el mundo, ¿o no? Una vez que conoces a tu hijo o hija, te das cuenta de que puedes querer a más de una persona, tuviste miedo entonces y lo tendrás cada vez que tengáis hijos, si decidís tener más, claro.
-Gracias mamá- la abracé.
Las chicas llegaron, giré la mirada hacia la puerta, cuando vi a Isa, tan preciosa, con ese vestido blanco, y esa sonrisa que siempre tenía, supe que esto era lo que quería.
La boda fue bien, al acabar fuimos a sacarnos fotos, incluso con Sara.
Más tarde nos marchamos al convite, donde ya estaban el resto de los invitados esperando.
Cenamos, hablamos, reímos, y, tocó nuestro primer baile de casados, era una balada preciosa elegida por las chicas.
-Por mil años, y más- me dijo Isa.
-Por siempre- le di un pequeño beso y seguimos bailando.
Todos los demás invitados comenzaron a bailar, nos fuimos rotando, Carlos se enteró de que Clara estaba embarazada y por poco le da algo en medio de todos.
Las chicas tiraron los ramos y el de Lau calló en Sara, quién le pidió matrimonio a Dani y el de Isa en Carlos.
Cuando ya era bastante tarde, nos despedimos de nuestra peque, que ya se quedaría con sus titos, se echó a llorar y a mi chica se le saltaron las lágrimas.
Nos fuimos a casa y cogí a Isa en brazos, al día siguiente tendríamos que coger un avión, y le tenía una sorpresita en este viaje.
-Te amo, ¿lo sabías?
-Sí, ¿sabías que eres el mejor?- sonreí y comencé a besarla.
Llegamos a la habitación, un poco torpes y entre besos y caricias, nos entregamos el uno al otro.
Abrí los ojos y la miré, estaba dormida sobre mí, el reloj aún marcaba que quedaban dos horas para marcharnos.
-Buenos días- me besó.
-Hola, esposa.- la besé.
Comencé a acariciar suavemente la espalda de mi novia y esta cerró los ojos.
-Ya no podremos tener mucho tiempo.- dijo suspirando.- Ya lo has visto, Sara no quiere que nos vallamos sin ella.
-No te quejes, que nos espera un viaje enorme, y no me refiero al de la luna de miel.
Me miró arqueando una ceja.
-¿Has escuchado alguna vez eso de, la vida es un viaje?- asintió- Pues mi viaje comenzó al conocerte porque tú eres mi vida y si tu no estás mi viaje se acaba.
Sus ojos se cristalizaron.
-¿Por qué siempre dices esas cosas? - me besó.
-Porque te quiero y te querré siempre, te quise desde el primer momento en el que te vi, y eso no cambiará a lo largo de los años- la volví a besar.
-¿Estás preparada para la gran aventura?- la miré.
-A tu lado siempre, ya lo sabes- me volvió a besar y en ese momento comenzó una nueva parte de nuestro viaje. Un viaje que duraría para siempre.