lunes, 25 de junio de 2018

Capítulo 30: Un mal mayor

*David*
-Hola, queridos, ¿qué tal estáis?-preguntó como si nada.
Inconscientemente todas nuestras miradas se dirigieron a Dani y Laura, él apretó la mandíbula y ella se llevó una mano al pecho. De nuevo la pesadilla hecha realidad.
-Me esperaba una bienvenida más... cordial-alzó una ceja.
-Cordial mis...-Dani retuvo a Laura que iba dispuesta a tirarse a la yugular de Diana-. ¿Qué quieres ahora, qué buscáis?
-Yo solo he pasado a saludar y para comentaros que me han dado el alta, querida-sonrió de forma falsa.
-¿Vas a hablar de una buena vez?-siseó Álvaro hacia Silvia.
-Necesito que me ayudes-hipó-. Nuestro hijo...
-No hay nada nuestro, ¿de verdad debo recordarte que nunca mantuvimos relación alguna?-masculló mi amigo.
-Ahora soy yo la que va a refrescarte la memoria, estuvimos dos veces juntos, querido-puso los brazos en jarra.
No me perdí el movimiento del pequeño que se ocultaba tras las dos brujas, adoptó una posición defensiva, como si temiera que en cualquier movimiento, Silvia fuera a golpearle. Tampoco se me pasó por alto los moretones que a duras penas escondían las mangas cortas de la camiseta que estaba usando. Algo no me olía bien y esperaba estar equivocándome.
-Relaciones de amistad y ninguna fue real, la primera porque me usabas para acercarte a Blas y la segunda solo fue para separarme de Ainhoa-enumeró-. No me das pena, no quiero saber nada de ti, grábatelo de una bendita vez y déjanos vivir.
-Me quieren quitar al niño-exclamó ella entonces asustando a los niños.
Sentí a Natalia y Cristina sujetar mis piernas, las rocé con mis manos y se tranquilizaron un poco, pero Rubén puso un puchero que pronto se convirtió en un agudo llanto que alertó al resto, Sara empezó a preguntar, Javier daba saltos para que su madre lo cogiera y Ainhoa tuvo que ir a calmar a Jorge, que había estado durmiendo en su carro, con un Pablo lloroso detrás de ella.
-Esto ya está tocandome la moral-Blas dio un paso adelante y sostuvo a Sara para que se quedara junto a Isa-. Si están intentando quitarte a tu hijo es tu problema, no el nuestro, apechuga con tus actos porque estás recogiendo lo que has sembrado que no es más que maldad y rencor. Un día te abrimos las puertas para que fueras parte de nuestra familia pero tú sola cerraste todas las puertas al engañarnos y hacernos daño.
-Vosotros denunciasteis a Diana, que aparece como segundo tutor legal del niño, tenéis que quitar la denuncia para que no lo hagan-exigió.
-Diana intentó hacerle daño a mi hijo y amenazó a mi mujer, tenéis lo que os merecéis-Dani también dio un paso adelante-. No sé como a alguien se le pudo ocurrir dejaros a cargo de una personita inocente que se asusta y trata de esconderse cada vez que su madre mueve los brazos o las piernas.
Vaya, así que no solo yo me había percatado de ello. Aunque había algo que me había dejado pensativo, solo que no iba a decirlo delante de ellas, me lo guardaría para más adelante...
-Se acabó, sois dos brujas armando jaleo en mi casa y asustando a nuestros hijos, ahora largaos si no queréis que llame a la policía y le dé más motivos a servicios sociales para que os terminen de quitar a tu hijo-Clara se acercó a ellas y comenzó a echarlas como solo ella podría hacer, mediante empujones-. Hasta nunca, arpías.
Una vez cerrada la puerta, todos suspiramos y calmamos a los niños.
Sara, Javier y Pablo jugaban en el cuarto del rubio, Jorge dormía plácidamente sobre su padre, Raquel terminaba de arrullar a Natalia mientras yo sostenía a Cristina ya dormida y Rubén suspiraba en el cuello de su madre mientras se debatía entre dormir o no.
-Menudo mal rato-resopló Raquel bajito.
-Y vaya momento han ido a escoger-masculló Carlos.
-Pobre pequeño, quien sabe lo que está pasando con esas dos...-murmuró Laura.
Todos asentimos y mantuvimos silencio durante algunos segundos.
-¿Sólo a mí me ha sonado raro eso que ha dicho sobre que Diana es la segunda tutora del niño?-Rompí sus pensamientos.
-¿Debería haberme puesto a mí por esa obsesión que tiene con que soy el padre de su hijo?-siseó Álvaro.
-No me entiendes-me incorporé todo lo que mi acomodada hija me dejaba-. Solo pones un tutor legal para tu hijo por dos situaciones, una que tú no vas a poder hacerte cargo de tu hijo y la segunda...
-Si no es tu hijo-Isa abrió los ojos como platos.
-Bingo, cuñadita-le sonreí.

*Carlos*
Nos quedamos en silencio, después de llegar a la misma conclusión que David nadie tenía nada más que añadir.
¿Podría ser posible que esa bruja hubiese estafado para adoptar a un pobre niño?
Tendría sentido, aunque se hubiera dado el caso de que se hubiesen acostado Álvaro y ella, dudo mucho que hubiese dejado que un bebé la hiciera engordar, era una de las personas más superficiales que había conocido.
-¿Deberíamos denunciarla?- Preguntó Raquel.
Negué con la cabeza, lo que provocó que todos me mirasen como si estuviese loco.
-No tenemos pruebas, no serviría de nada.- Me expliqué.
Nos volvimos a quedar en silencio, un silencio que se vio interrumpido por la voz de una de las mellizas.
Raquel la abrazó y la pequeña volvió a dormirse.
-¿Qué hacemos?, ¿las investigamos?- Preguntó Dani.
-¿Es que ahora somos espías?- Preguntó Clara en forma de burla.- Es lo que nos faltaba.
-Se que suena a locura, pero ese pobre niño está bajo la tutela de ese par de brujas.- Le dijo Álvaro.
-Haced lo que queráis, pero yo no pienso ir por ahí disfrazada, persiguiendo a ese par de arpías.- Dijo Clara.
La miré con sorpresa, ella era la primera a la que le divertían ese tipo de situaciones, en cualquier otro momento habría sido la primera en ponerse a perseguir a las dos esas. Pero, podría ser por el embarazo o yo qué se, no quería.
-Solo es un niño, no tiene a nadie, literalmente a nadie.- Me dijo Isa.- Imagina que, ojalá no suceda, Carlos y tú sufrís un accidente y Javier queda a cargo de personas como ellas.
Clara endureció la mirada, pareció comprender la situación, pero aún así, parecía dudar.
-¿Alguno de vosotros sabe dónde viven, por dónde se mueven, o algo que nos sirva?- preguntó Clara.
Blas y Dani se miraron entre ellos, fruncieron las cejas y suspiraron con pesar, parecía que lo habían ensayado.
-Partamos de la base de que Diana tiene una malsana obsesión por Dani.- Comenzó a hablar Blas.
-Y de que Silvia aún esté enamorada de Blas.- Continuó Dani.
Todos miramos a Álvaro, él era el que más tiempo había pasado con esas dos.
-Sí, seguro que lo está.- Dijo decidido.- Creo que está tan obsesionada por Blas como Diana por Dani.
Todos volvimos a mirar a Dani y Blas.
-Podríamos fingir interés, en sus dementes cerebros será real.- Dijo Dani.
-¿Pretendéis que ellas depositen su confianza en vosotros?- Preguntó Raquel.
Dani y Blas asintieron.
-Podría funcionar.- Dijo Isa y miró a Laura.
-Pero, ¿cómo pensáis acercaros a ellas?- Preguntó Lau.
Blas y Dani suspiraron, no habían pensado en esa parte del plan.
-¿Y qué les diréis para que confíen?- Preguntó David.
Clara me dio la mano, parecía nerviosa, y es que no era para menos, tener que volver a ponernos en contacto con ellas dos era terrible.
Cuando detuvieron a Diana parecía que por fin nos habíamos librado de una de ellas, pero parece que mala hierba nunca muere.
 -Yo se cómo encontrarlas.- Dijo Clara.- Al menos a Silvia.
Al momento comprendí a qué se refería.
-Ha encargado un vestido en la tienda en la que trabajo.- Comenzó a hablar Clara.
-¿Pretendes violar la privacidad de una de tus clientas?- Pregunté divertido.- Me parece bien.
Clara me miró y sonrió.
-Me haré con él mañana.- Nos dijo Clara.
Solo era cuestión de tiempo que descubriésemos a ese par de serpientes ante el mundo. Se merecían perder al niño y que las encerrasen de por vida en un manicomio.
Abracé a Clara una vez nos quedamos solos, le besé la frente y ella se aferró a mí con fuerza.
-¿Por qué esas dos estarán tan obsesionadas con destruir nuestra felicidad?- Preguntó.
-Ojalá lo supiera, pero sus mentes son retorcidas.- Respondí y Clara y yo nos miramos a los ojos.
-Parecía que por fin nos habían dejado en paz.
La miré con preocupación, Clara no solía ser de este modo, ella era mucho más valiente y fuerte que yo.
-He estado pensando algo.- Le dije después de suspirar.
Clara me miró expectante.
-Podríamos marcharnos de Madrid.
Ambos nos quedamos en silencio, un silencio sepulcral.
-¿Y nuestros trabajos?, ¿y los chicos?- Preguntó.
-Lo comprenderían.
Clara negó con la cabeza.
-Tenemos que afrontar los problemas, después ya hablaremos de marcharnos.
Asentí y la besé.

*Álvaro*
Mientras Ainhoa bañaba a Pablo, yo acostaba a Jorge en su cuna e intentaba que se durmiera sin éxito, reía bastante y estiraba los brazos para que lo cogiera. Me rendí con un suspiro y lo saqué de la cuna, el pequeño se agitó y soltó una pedorreta por la boca que me hizo reír, logrando que él riera aún más.
-Eres un escandaloso-le di un beso en la mejilla-, ¿a quién has salido tan fiestero?
-Desde luego que a mí no-sonrió Ainhoa desde el marco de la puerta-. Pablo no se duerme hoy si su papá no le cuenta un cuento.
-Voy-le di un beso en la mejilla-. Ve a ducharte, yo me hago cargo de nuestros hombrecitos.
-Gracias-me dio un beso en los labios antes de besar la cabeza de Jorge que le tiró del pelo a su madre-. Niño revoltoso.
Volví a reír y entré al dormitorio de Pablo que miraba un cuento como si realmente lo estuviese leyendo.
-¿Qué cuento quieres que te lea hoy?-Me senté en los pies de la cama y dejé a Jorge gatear hacia su hermano.
-Este-me dio el que tenía.
Dejó a Jorge acomodarse a su lado y me exigió que me sentara con ellos también, por lo que me quité los zapatos, me acomodé como pude junto a ellos en la pequeña cama y subí la barandilla para evitar que Jorge saltara. 
Comencé a leerles Jack y las judías mágicas hasta que comenzamos a caer rendidos, porque finalmente terminé quedándome dormido con ellos en la misma cama.
Por la mañana me desperté con el pie de Jorge en el cuello y a Pablo parcialmente sobre mí. ¿Cómo de haber estado durmiendo en uno de los laterales de la cama había terminado en el medio?, ¿y por qué Ainhoa no me había despertado o pasado a Jorge a su cuna?
Intenté no mover a los niños, pero Pablo me sintió y se despertó para mirarme con los ojos muy abiertos.
-¡Papi!-Saltó sobre mi estómago.
Jorge se despertó lloroso, pero se le pasó cuando lo arrullé y su hermano le dio un beso en la frente. No escuché ruido fuera por lo que me bajé de la cama, me estiré y luego llevé a los niños bajo mis brazos entre risas y gritos hasta llegar al dormitorio, donde Ainhoa dormía a pierna suelta en el centro de la cama toda estirada. Sonreí malicioso y dejé a los pequeños sobre la cama antes de tirarme sobre ella para despertarla. Pablo comenzó a saltar y Jorge prefirió ir a tirarle del pelo a su mamá, por lo que acabó despertándose con el ceño fruncido.
-Buenos días, cafres-murmuró.
-Es mi agradecimiento por dejarme dormir en la cama de Pablo con él y Jorge -le di un beso en el hombro.
-Cuando me asomé después de la ducha los tenías embobados con el cuento, así que vine a echarme mientras acababas-puso a Jorge sobre su regazo y besó la cabeza de Pablo que la abrazaba-. No es mi culpa si al final te dormiste.
-Graciosa-le entrecerré los ojos.
Mi móvil vibró en la mesita de noche, lo miré y era un mensaje de Clara en el grupo, ya tenía la dirección de Silvia. Se lo comenté a Ainhoa y la felicidad con la que nos habíamos despertado se empañó. Rogaba porque todo ese asunto acabara pronto o tendríamos que tomar medidas drásticas, por nuestra familia.
-¿Qué vamos a hacer?-Preguntó temerosa.
-Sigamos con el plan y veremos hasta donde podemos llegar-suspiré-. Necesitamos acabar con esto y lo antes posible.
-He pensado en ir a visitar a mis padres estas vacaciones a Barcelona-bajó la mirada a Jorge-, ¿qué opinas?
-Es una buena idea, los niños deben permanecer lo más lejos posible de esas dos vívoras-torcí el gesto-. Quizás podamos pasar una temporada larga con tus padres...
-¿Qué quieres decir?-Se giró para mirarme de frente.
-Estoy dándole vueltas a la posibilidad de quitarnos de la vista de estas dos, os quiero más que a mi vida, Ainhoa, y si existe un solo camino para evitarnos cualquier mal no voy a dudar un segundo en tomarlo-le acaricié la mejilla-. Confía en mí, nada bueno va a salir de este repentino acercamiento.
-Pero...
-Lo hablaremos más adelante, ahora es mejor que dejemos a Pablo en el colegio y vayamos con los chicos a ver cómo seguimos con esto-me levanté y llevé a Pablo a vestirse.
No estaba seguro de nada, pero necesitaba mantener a mi familia a salvo y por las caras que tenían los chicos cuando nos reunimos con ellos tuve claro que el mismo pensamiento había pasado por la mente de los cinco.

*Blas*
Miré a Isa,estaba tan nervioso que juraría que me temblaban las manos.
Mi mujer me cogió de las manos y me miró a los ojos.
-No tienes por qué hacerlo.- Me dijo y sonrió tratando de sonar tranquila.
Negué con la cabeza.
-No podemos dejar a ese pobre niño con ese par de monstruos.- Le respondí y junté mi frente con la suya.- Pero si algo no sale bien, he pensado que podríamos irnos, con mis padres a Murcia, o regresar a Andalucía.- Hice una pausa en la que Isa me miró seriamente.- Sería la forma más sencilla de alejarnos de todo, además, nuestra pequeña y el bebé estarán mejor sin dramas.
-Pero, eso implicaría que los chicos y tu...- Comenzó a hablar.
-Eres la mujer de mi vida, y Sara la reina de mi corazón, y el bebé será tan importante como lo sois mis dos princesas.- La interrumpí.
-No quiero que tengas que dejarlos por nosotras.- Me dijo y bajó las cejas.
-No será por vosotras, será por nosotros.- Le dije y la besé.
Llamaron a la puerta, sentí como un nudo en el estómago me impedía respirar.
Nos separamos y abrí.
Dani me miró, estaba tan nervioso como yo, a su lado estaba Laura, con Rubén en brazos, ellas dos nos esperarían juntas.
Lau besó a Dani una última vez antes de separarnos, Isa me besó a mí y me acarició la mejilla.
-Suerte.- Nos dijeron casi a la vez, como si lo hubiesen ensayado.
Dani y yo nos miramos, necesitábamos un milagro para que esto fuese bien.
Los dos caminamos hasta su coche y nos subimos.
La tensión se mascaba en el aire, casi no intercambiamos palabras en el viaje, sabíamos bien qué decir.
Hacía un par de días que habíamos hablado con ellas, quedaríamos para tomar un café y hablar de problemas inventados.
Dani aparcó y nos miramos.
-Repasemos el plan.- Dijo.- Entramos, nos sentamos con ellas y nos quejamos de nuestras vidas.
-Si lo hacemos bien no dudarán.
Suspiramos casi al mismo tiempo y abrimos las puertas del coche para salir.
Entramos en la cafetería y las localizamos a ambas, sin el pequeño Álvaro, habría sido mejor si lo hubiesen traído, podríamos aprovechar para sonsacarle información cuando las brujas hubiesen salido por cualquier motivo.
-Buenos días.- Nos dijo Diana.
Sentí asco, con las letras en mayúscula, cuando las vi, vestían como si tuviesen diez años menos.
Ambas iban embutidas en ropa, al menos, tres tallas menos de las que deberían llevar.
Diana llevaba una mini falda rosa chicle y una blusa verde con un escote que le llegaba al ombligo, no se había abrochado los botones.
Silvia llevaba un vestido corto con los pechos casi al aire.
Dani y yo nos sentamos, ellas dos nos miraron de arriba abajo, intenté que un escalofrío que me recorrió de los pies a la cabeza no se notase.
Verlas así era vomitivo.
-¿Cómo estáis?- Les preguntamos, ellas dos sonrieron.
-Mejor ahora que sabemos que no nos equivocábamos.- Dijo Diana y puso una mano sobre la de Dani.
-Ya no podíamos ocultarlo durante más tiempo.- Dije intentando parecer convincente.
-Es normal que detestéis a vuestras mujeres, esa niña te obligó a que os casárais, se quedó embarazada.- Me dijo Silvia.
Sentí como la odiaba, como realmente la detestaba, pero no podía parecerlo.
-Y tú, esa perra te obligó a casaros y a tener un hijo, seguro que tú considerabas que eras demasiado joven.- Le dijo Diana a Dani.- No sabes cuanto siento que no nos conociésemos antes.
-Yo también lo siento.- Dijo él.
-Menos mal que os habéis atrevido a confesarnos todo lo que os sucede con ellas.- Dijo Silvia.
Mantuvimos una conversación demasiado larga para mi gusto, habría preferido no acercarme a ellas jamás, pero todo fuera por lograr que ese par recibiera su merecido de una vez por todas.
Habíamos quedado en vernos por la tarde, nos querían presentar a su hijo, aunque se les había escapado que lo detestaban.
Abracé a Isa, fingir que nos odiábamos me estaba costando más que cualquier otra cosa.
-Te amo tanto.- Le dije antes de reunirme con los chicos, ellos nos iban a hacer de espías, iban a grabar todo lo que pudiesen, sacar fotos y más.
Nos reunimos en casa de Carlos cuando Clara se marchó a trabajar.
-Creo que todos estamos de acuerdo en lo que haremos si esas dos nos nos dejan.- Dijo Dani.
Los cinco nos quedamos en silencio, ninguno quería llegar hasta ese punto, pero puede que no nos quedase más remedio.
-No quiero que nuestra familia se separe.- Confesó David con pesar.
-Sabes que aunque nos mudemos nos veremos bastante.- Dijo Álvaro intentando sonar convincente.
-No podremos vernos como ahora, pero tampoco es que nos vayamos a ir a países diferentes.- Dije, aunque en realidad, yo tampoco estaba del todo convencido.
Separarme de ellos iba a ser una de las cosas más difíciles que había hecho.
Pero nada era seguro, todo dependía de ese par de arpías.
Los miré a todos, éramos hermanos, habría hecho cualquier cosa por cualquiera de ellos, pero, nuestras familias nos necesitaban, y creo que todos comprendíamos que eso era prioritario.

*Dani*
Después de otra inquietante cita con Silvia y Diana, porque ni loco dejaba a Blas a solas con la primera y él tampoco me dejaba a solas con la otra, en la que Diana intentó manosearme todo lo que podía desde su silla al lado de la mía y en la que tuvimos que aguantar cómo insultaban a nuestras mujeres mordiéndonos la lengua para no ahorcarlas porque eso era lo único para lo que tocaría a esa víbora ponzoñosa que había vuelto para amargarnos la existencia con sus malos juegos y trampas, llegué a casa. Escuché a Rubén reír por lo que dejé mi cartera y el móvil sobre el mueble de la entrada y seguí las voces de mi hijo y mi mujer hasta llegar al dormitorio del pequeño. Me quedé en el umbral de la puerta, escondido.
-Mamá canta ángel-pidió.
-Eres mi ángel travieso, que me enamoró
con su carita linda, eres un dulce suceso,
que me convenció que existe un verdadero
y gran amor.
Es verdad que no es fácil ser
como un cero a la izquierda sin su voz,
pero sé que es muy fácil ver
mil millones de estrellas en su honor...
Me asomé para ver a mi pequeña acariciando el pelo de nuestro hijo que luchaba por quedarse despierto y seguir escuchando a su madre cantar mi canción. Sonreí y fui hasta nuestro dormitorio.
Acababa de dejar la ropa en la cesta del baño cuando vi que entraba al cuarto con una mano en la cintura. No es que estuviera tremenda, pero ya empezaba a notársele su tripita de embarazada y sonreí mirándola como un ladrón, robando pequeños momentos como si estuviese haciendo algo indebido.
-Me encanta tenerte aquí
rebuscándome la piel,
hace días te esperé y
ya estás conmigo...
-Me has asustado-se llevó una mano al pecho y dejó el pijama sobre la cama-. No te he oído llegar, ¿hace mucho que estás aquí?
-Te he oído cantarle al pequeño-esquivé su mirada-. ¿Sabes que te amo?
-Sin ninguna duda, igual que yo pero Dani, no puedes pretender que evitemos hablar de lo que está pasando-se acercó a mí y puso sus manos sobre mis mejillas-. Cielo, estás mal y quiero que lo compartas conmigo.
-No quiero hablar ahora-pegué mi frente a la suya-. Te necesito, pequeña.
-Aquí me tienes, cariño, toda para ti-me sonrió-. Y para tus dos pequeños.
-Esto significa que nuestro amor es más fuerte que cualquier cosa ¿verdad?-Acaricié su tripa.
-Esto significa que nos amamos, Dani-puso una de sus manos sobre la mía.
La miré fijamente a esos ojos que me enamoraron desde la primera mirada con una idea fija en la mente, protegerla a ella y a nuestros hijos de lo que fuera que se nos viniera encima, incluso si la única vía fuera dar mi vida.
-Déjame hacerte el amor esta noche-susurré sobre sus labios.
-¿Me encuentras sexy a pesar de los cuatro meses?-Se burló, intentando quitarle hierro a la situación.
Se separó de mí e hizo una pose, con morritos incluidos que me hizo sonreír de verdad después de varios días demasiado grises.
-Te encuentro sexy siempre-tiré de su mano hacia mi cuerpo y pasé mi brazo libre alrededor de su cintura-. Incluso aquella vez que tuviste la gripe y estabas toda sudada y roja por la fiebre.
-Idiota-rió.
-¿Pero sabes cuándo te encuentro más sexy?-Ella negó con la cabeza-. Cuando estás debajo de mí, suspirando mi nombre.
-¡Dani!-Se le sonrojaron hasta las orejas y solté una carcajada que esperaba no despertara a Rubén.
Lo sentía por mi hijo, pero aquella noche quería a Laura toda para mí. La necesitaba.
-¿Entonces...?
-¿Cuándo te he dicho que no?-Rodeó mi cuello con sus brazos.
-Soy un hombre con suerte-rocé mi nariz con la suya.
-Y al que amo.
-El más afortunado-me corregí antes de besarla.
Aquella noche la amé despacio, suavemente, como si fuera la última vez que la tendría entre mis brazos, implorándole con mi cuerpo que me perdonara por lo que nos estaba haciendo, por romper la promesa que hice en el altar el día de nuestra boda, la promesa que me repetía cada noche mientras la veía dormir acurrucada a mi lado desde que éramos novios.
Inspiré su dulce aroma mientras ella se quedaba dormida entre mis brazos y le besé la cabeza.
-Me gusta llegar y verte concentrada
entre tus cosas.
Matar el tiempo repasando nuestra historia,
No te quiero perder...
Alcé la cabeza al escuchar unos pasitos desde el pasillo y entrar a la habitación, suerte que nos había dado por vestirnos.
-Hola campeón-susurré.
-Papi...-lloriqueó.
Encendí la lámpara de mi mesilla y me incorporé intentando no despertar a Laura que dormía profundamente.
-¿Qué pasa?-Lo subí a mi regazo y lo acurruqué en mi pecho.
-Quiero dormir aquí-señaló a su madre.
-Está bien-le besé la frente y lo ayudé a acostarse entre nosotros.
Laura iba a regañarme a la mañana siguiente, pero no me importaba.
-Papá, canta-protestó cuando apagué la luz y me acomodé para dormir.
Reí y pensé rápido cual cantarle al pequeño para que se durmiera, no quería plagiar a su madre así que le canté la primera que se me vino a la cabeza.
-Vuelves, siempre,
guías mis pasos,
todo es distinto al pensar
que tú estás.
Dejo el miedo lejos de aquí,
cambio mi rumbo por ti.
Te sigo, te sigo,
hasta el fin te sigo.
Nada nos cambia,
nada nos cambiará.
Le di un beso en la cabeza y los rodeé con un brazo, lo que más amaba y lo único que necesitaba para poder seguir adelante lo tenía en aquella cama. La decisión estaba tomada, nada más importaba, independientemente del resultado.

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